lunes, 22 de diciembre de 2008

Oxígeno contaminado. Por Miguel Iturria Savón.

La primera quincena de diciembre tuvo en La Habana aires de invierno, muchas colas y cierta atmósfera festiva. Millares de personas acudieron a las salas oscuras para disfrutar las propuestas del Festival del Nuevo cine latinoamericano. También hubo béisbol en el estadio del Cerro y en otros coliseos del país; algunas óperas en el “García Lorca”; las telenovelas brasileñas en la tele y celebraciones simbólicas como el surgimiento del Ejército rebelde, el día 2; la caída en combate del general Antonio Maceo, el 7, y la marcha del 10 por el sesenta aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tema tabú para el gobierno y de denuncia para los opositores que llegaron al Parque Villalón del Vedado, donde fueron golpeados u apresados, mientras en el Palacio de las Convenciones las figuras del régimen teorizaban sobre el asunto ante la prensa internacional.
La cartelera mediática puso en primer plano, además, los reportes sobre las maravillas del socialismo criollo, la Cumbre del CARICOM celebrada en Santiago de Cuba, el viajecito de Raúl Castro a Caracas y a Brasil y hasta el “oxígeno que representa para los cubanos” la disminución del precio de la gasolina y de los teléfono celulares en divisa, ofrecidos por las empresas estatales que controlan el petróleo y las telecomunicaciones.
La mayoría de los cubanos no poseemos automóviles ni teléfonos portátiles, pero hay que reconocer que el 10% de la población que recibe divisas podrá adquirir los celulares por el “módico precio” de 111 pesos convertibles, más de cinco veces el salario mensual de un profesor universitario.
La medida, por tanto, es recibida con beneplácito por la minoría de automovilistas que contaminan la atmósfera con sus autos viejos y ruidosos, por las chicas que tienen novios extranjeros, los trabajadores de turismo u otros centros de moneda dura y quienes reciben remesas desde el exterior y puedan darse el lujo de comprar un celular, y pagar entre 20 y 50 pesos convertibles al mes para estar en línea con algunos amigos y familiares.
Creo que lo demás es cuento de camino pues los cubanos estamos muy angustiada con la sobrevida para pensar en el precio de la gasolina y de los celulares que la mayoría no puede adquirir.
La colega Milagro L. Guereño, corresponsal de COLPISA, dijo, sin embargo, que “Con la adopción de estas medidas, la isla abre un poco más su modelo económico…” Al referirse a la visita de Raúl Castro a Venezuela, la ve como “Otro gesto de apertura paulatina”. ¡Qué imaginación!
Otro ángulo visual lo aporta un periodista independiente que no posee automóvil ni celular, pero aprecia “la rebaja sustancial en los precios de la telefonía móvil”, como una victoria de los reformistas que forcejean dentro del gobierno para modernizar el país.
Hay interpretaciones contrapuestas sobre las cosas que sucedan en esta isla, donde no pasa casi nada. Al menos en el tema de la apertura y los cambios democráticos, más virtuales que reales. Tal vez el frío de diciembre, las películas del festival y las colas del fin de año oxigenen nuestra atmósfera y bajen las tensiones, el simbolismo ritual y las pasiones.

La ciudadana y la princesa. Por Aleaga Pesant.

Estaba previsto el encuentro,era un asunto de tiempo y de género. Las espadas más afiladas del espectro político tenían que cruzarse. Lo hicieron. ¡Y de que manera!La atmósfera del fortuito y accidental encuentro, no pudo ser máselevada. El hemiciclo del museo de Bellas Artes. El escenario, unaconferencia sobre el tema de la tolerancia sexual. La bloguera y la sexóloga se enfrentaban al fin, aunque nunca habían sido presentadas.Por una parte, la glamorosa princesa: culta, fina, elegante, discreta.Heredera del gran latifundio de los hermanos Castro. Educada en lasmejores escuelas de la nación. Arropada y mimada por las tres personas más visibles del poder político en el último medio siglo. Acostumbradahacer sugerencias travestidas en órdenes y al servilismo de sus lacayos. Conocedora del mapamundi por la suela de sus zapatos. Por la otra parte, la nacida en Cayo Hueso, popular y populoso barriohabanero del municipio Centro Habana; zona de chulos y proletarios,jineteras y doctoras, de solares en ruinas y parques con olor a mariguana. Hija de un ferroviario. Vivió en Suiza y regresó porque no quería otropaís, sino otra Cuba. Lo comprendió leyendo a Cervantes, Cortázar y Borges. El cruce fue directo a los ojos, breve, un haz de luz. La pregunta: – ¿Cuando habrá tolerancia con las opiniones políticas diferentes? La respuesta de las más sobrias, digna del escalón: – Ese, no es mi tema.Todo pasó en la centésima de segundo en que ambas se midieron. No hubo réplica. Sólo las miradas sostenidas y un mensaje claro. ¡Aquí estoy! Luego todo se perdió en el humo. Los guardaespaldas, aun somnolientos alzaron los walkie-talkies. Se confesaron en susurro público la presencia de la adelantada. Era ella, la retadora, y ante la disyuntiva, la dejaron salir dejándoselo saber.¡Que garbo, precisión, distinción! Era un final de manual de protocolos políticos. ¡Cuantos esfuerzos para educar y convertir a una princesa, en el rostro amable de la dictadura! ¡Cuanto talento y valor para enfrentar a uno de los epítomes del establishment, asumiendo las consecuencias! Los noticiarios internacionales se hicieron eco del suceso y todo comenzó a otra vez, pero trastocado. Papeles invertidos. La residente en la mansión reservada para la nomenclatura, se elevó al ciberespacio y con la chancleta en el dedo gordo del pie izquierdo, recurrió al epíteto y a la descalificación. ¿Fue su decisión? o la orden de no dejar sin cobrar el desafío. El texto maligno, lleno de intolerancia, lo colgó en su portal particular, el del Centro Nacional de Educación Sexual(CENESEX).Pero… la estaban esperando. Un paso al lado y en dos párrafos le devolvieron el golpe a la princesa convertida de pronto en ciudadana. Emplazada por un punto en la muchedumbre llamado Yoani Sánchez.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Europa en el Festival de La Habana. Por Miguel Iturria Savón.

El Festival del Nuevo cine latinoamericano de La Habana, incluye en su programación del 2 al 12 de diciembre, la pluralidad temática y estilística del cine europeo, representadas por 6 filmes alemanes, 10 de España, 8 de Francia, 6 de Italia, 9 de los países nórdicos (Dinamarca, Noruega y Suiza), 4 de Rusia y una vasta retrospectiva de animados polacos, nación que exhibió un ciclo de Andrzej Wajda en noviembre pasado.
Cada muestra constituye en si misma una opción diferente para los cinéfilos cubanos, ávidos de cintas que reflejen las inquietudes de otro contexto social y creativo. En su conjunto, acreditan el espectro de identidades y generaciones que expresan la riqueza artística del viejo continente.
Los realizadores alemanes exhiben Am ende komen touristen, de Robert Thalheim, sobre un joven que descubre el Auschwitz promovido por el turismo; Un amigo mío, de Sebastián Schipper; Flores de cereza, melodrama de Doris Dörrie; Warchild - Stille Sehnsucht, acerca de una mujer de Bosnia que busca a su hija después de la Guerra de los Balcanes; Nube 9, de Andreas Dresen, y el documental Piscina de princesas, de Bettina Blümner.
España, presente en coproducciones de Cuba y otros países latinoamericanos que compiten en nuestras salas, está representada por Amanecer de un sueño, de Freddy Mas Franqueza; Camino, de Javier Fesser; El silencio antes de Bach, de Pere Portabella; Los girasoles ciegos, de José Luis Cuerda; Sexy killer, de Miguel Martí; Todos estamos invitados, de Manuel Gutiérrez Alarcón; Una palabra tuya, de Ángeles González-Sinde; Los crímenes de Oxford, de Alex de la Iglesia con Gran Bretaña y Francia; Elegía, de Isabel Coixet, y el documental Historia de un grupo de rock, de Juanma Bajo Ulloa.
La cinta de Gutiérrez Aragón genera expectativas, pues aborda el dilema de Josu, joven etarra herido antes de ser apresado, quien pierde la memoria en el hospital de la cárcel, donde las monjas lo convierten al cristianismo; mientras Xabier, profesor universitario que coquetea con la psicóloga del penal, es amenazado por los compañeros de Josu.
El cine francés, muy apreciado en nuestra isla, trae obras de Jean Becker (Deur jours á tuer), Laurent Cantet (La clase), Serge Bozon (La france), Robert Guédiguian (Lady Jane), Christophe Honoré (Canciones de amor), Laurent Tirard (Las aventuras amorosas del joven Moliére), Céline Sciamma (El nacimiento de los pulpos) y Mia Hansen-Love (Todo está perdonado).
Convergen en La Habana cineastas italianos de varias generaciones y propuestas, como los veteranos Giuliano Montaldo, con Los demonios de San Petersburgo, y Ermanno Olmi (Cien clavos); el napolitano Pappi Corsicato (1960), realizador de La semilla de la discordia; el turco nacionalizado Ferzan Ozpetek (1959), autor de Un día perfecto; el romano Mateo Garrone (1968), quien trae Gomorra, sobre seis historias enlazadas por el crimen y la violencia organizada, y el célebre Antonello Grimaldi (Caos tranquilo).
La cinemateca nórdica trae, de Dinamarca, a Kristian Levring (Fear me not), Ole Christian Madsen (Flame and citrón), y Peter Schonau Fog (El arte de llorar). De Noruega, los filmes Mirush, de Marius Holst; Gone with the woman (Petter Naess), y Reprise, de Joachim Trier en coproducción con Suecia; nación representada por Darling, de Johan Kling; Heaven’s heart, del realizador Simon Staho, y Tu que estás vivo, del célebre Roy Andersson, con el apoyo de Francia, Alemania, Dinamarca y Noruega.
Mosfilm, una cierta mirada rusa, retoma dos clásicos del cine soviético: El tío Vania (1970) y Espartaco (1975), y dos obras recientes: Estrella (2002) y La desaparición del imperio (2007); todas de ficción.
De Europa se exhibe, además, una excelente retrospectiva de animación polaca. Se trata de un puñado de obras maestras del período moderno, entre estas El cambio de guardia (1958), de Holina Bieliñska; Laberinto (1961), de Jan Lenika, maestro de la metáfora; Escalera (1968), de Stefan Schbenbeck, artífice del chiste filosófico; Sopa (1974), de Zbigniew Rybeyñski; Banquete (1976), de Zofia Oraczewska; Reflejos (1979), de Jerz Kucia; El viaje, de D. Szcechura y otros creadores de fina ironía, agudeza y gran elaboración plástica.

Lectura colectiva. Por Miguel Iturria Savón.

El viernes 5 de diciembre leía El Nuevo Herald mientras esperaba el P 2, en G y 3ra, a cien metros del Malecón y del Ministerio de relaciones exteriores, en El Vedado. Como el ómnibus se demoraba algunas personas conversaban entre si. Tres hombres maduros susurraban a mi lado sobre la situación del país. Uno de ellos me pidió permiso para “echarle un vistazo al periódico”. Sus colegas lo imitaron; el segundo buscó las páginas deportivas; el otro las noticias sobre Cuba.
Cuando subimos al P 2, el primero de los hombres se sentó a mi lado, sus acompañantes ocuparon los asientos del frente. Compartí la lectura del diario miamense con los tres viajeros y con los jóvenes que curioseaban desde el pasillo. El que iba a mi lado leyó fragmentos del artículo de Andrés Reynaldo, pasó después a un texto de Rivero Caro sobre Lenin y Chávez. “Chávez es el mejor discípulo de nuestro señor”, dijo el más viejo, quien se conectó al tema político como si estuviera en la sala de su casa, donde ya no está su hijo mayor, “detenido por obra y gracia de una reflexión del Comandante…”
El más joven de los tres le siguió la rima: “Fidel es un cadáver político, ya no manda ni en su casa, quienes escriben por él lo reinventan para que todo siga igual. Mientras Chávez y los chinos apoyen a Cuba, Raúl seguirá con el cuento del Comandante y el socialismo. Vamos a ver qué inventa cuando Obama le retire el embargo y Chávez le quite la chequera de los dólares…”
En ese tono siguieron vaticinando el destino de la isla y el protagonismo de los Castro, mientras el ómnibus transitaba por la extensa Lacret. Yo me bajé en la parada del Diezmero con El Nuevo Herald bajo el brazo. Ellos continuaron hacia San Francisco o El Cotorro en medio de la indiferencia del resto de los pasajeros.
Aunque no suelo pensar en las ordenanzas del Comandante ni del General Castro, creo que mis acompañantes del P 2 no andan muy errados. Los tres hablaron con desdén de los hermanos que agobian al país. El que tiene al hijo preso cree que el Comandante está enfermo pero sigue al frente de todo, pues “sus reflexiones son órdenes para el gobierno, el partido y los tribunales…”
La gente tiene derecho a decir lo que piensa, pero hablar de un Castro contraponiéndolo al otro me parece un chiste metafísico. Ambos encarnan el estatismo, la represión, el control burocrático y la falta de libertades ciudadanas.
Nuestra población vibra y sucumbe ante el desasosiego, la incertidumbre y las frustraciones cotidianas, mientras el caudillo y su sucesor deforman los ángulos de la realidad insular. La mentalidad de trinchera de estos hombres les impide ver los cambios que el país necesita.
De todas formas, en un país como el nuestro, leer y pensar en público contra la contracorriente es un acto de libertad. Gracias viajeros por su compañía.

Dependencia judicial. Por Miguel Iturria Savón.

Uno de los presupuestos del estado de derecho es la existencia de un sistema de tribunales fuertes e independientes, con poder, autoridad, recursos y el prestigio necesarios para exigir a los funcionarios gubernamentales de todos los niveles que rindan cuentas de sus actos, conforme a las leyes de la nación.
Se supone que los jueces sean libres de presiones políticas, lo cual garantiza la imparcialidad ante los hechos y la transparencia del proceso judicial.
Esto viene a cuento pues en Cuba sucede todo lo contrario, lo que es evidente en los artículos antinómicos que hallamos en la Constitución del país. Veamos, por ejemplo, el 75, inciso g, cuya lectura demuestra que el Tribunal Supremo le rinde cuentas a la Asamblea Nacional del Poder Popular, la cual sesiona oficialmente dos veces al año.
Como si fuera poco, el artículo 90 expone, entre las atribuciones del Consejo de Estado, las de “impartir instrucciones de carácter general a los tribunales a través del Consejo de gobierno del Tribunal Supremo Popular…”, convirtiéndolo así en un instrumento directo de su política, lo cual se materializa en el tercer párrafo del artículo 121, donde indica que “el Tribunal Supremo toma decisiones, dicta normas… e imparte instrucciones de carácter obligatorio al sistema judicial…”
El 121 obliga a los tribunales a aplicar las órdenes recibidas, pues expone que “el sistema de tribunales se subordina jerárquicamente a la Asamblea Nacional y al Consejo de Estado”, restándole su libertad e independencia.
Finalmente, en antinomia con lo expuesto y en franca ironía con tales preceptos, el artículo 122 de la Constitución precisa: “los jueces son independientes y no deben obediencia más que a la ley”. ¿Será un chiste o una ambigüedad para confundir a quienes investiguen la legislación cubana en un futuro?
Obvia decir que en Cuba, bajo el castrismo, los tribunales no exigen cuentas, sino que las rinden a la Asamblea Nacional y son utilizados como instrumento del Consejo de Estado, a través de las instrucciones obligatorias del Tribunal Supremo.
Se deduce pues, el limitado papel de los jueces, fiscales y abogados. Si los jueces que deciden no son libres, ¿qué queda para el resto de los operadores del derecho?
Para ilustrar lo expresado bastan dos instrumentos legislativos, la Instrucción 175 del 2004 y la 188 del 2008, ambas emitidas por el Tribunal Supremo. La primera sugiere la imposición de multas, la prisión en última instancia, la consideración hacia los delitos cometidos por los jóvenes, atenuar las sanciones siempre que sea posible y no apreciar los antecedentes penales que debieron ser cancelados y no lo fueron. La segunda sugiere agravar el marco sancionador ante determinadas circunstancias, como la del artículo 53 e.
La Instrucción 188 del 2008 surgió, “casualmente”, después de una reflexión del ex gobernante Fidel Castro Ruz, quien exigió mano contra determinados infractores de la ley después del paso de los huracanes “Gustav” e “Ike”, en septiembre pasado. Para complacer al Comandante las autoridades desencadenaron la llamada “Operación Victoria”, oleada represiva que le arruinó el vestido a la justicia al vincular a sus órganos, variar y alterar el arbitrio judicial en función de una orden política.

lunes, 8 de diciembre de 2008

La paz en Colombia. Por Aleaga Pessant.

LA PAZ EN COLOMBIA. / Aleaga Pesant.
En su constante afán de conocimiento político el Presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez, me llamó por teléfono para saber como adquirir el último libro acreditado al ex presidente Fidel Castro, La paz en Colombia.
Luego de largas pesquisas, solo pude avisarle que el titulo no se encontraba en la isla. Toda la producción fue enviada a la novel Feria del Libro de Caracas. Una forma de levantar las expectativas comerciales del texto. Quienes deseen leerlo en la isla deberán esperar a finales de enero.
Según los comentaristas oficiales, sobre todo el periodista Pedro de la Hoz, el texto goza de la referencia histórica. En ella se realza una supuesta posición del gobierno militar a promover la paz en el país suramericano.
Para lograr el objetivo citado, el libro, del que muchos discrepan fuera escrito por el ex presidente cubano, debe pasar por alto la larga historia de apoyo a los rebeldes armados contra el gobierno democrático, desde sus orígenes en la década del 60, su conversión en un santuario para los rebeldes años mas tarde, muchos de los cuales reciben tratamiento medico, a través del Departamento América del Comité Central comunista, que dirigían Piñeiro, Arbezú y Abreu. También debe obviar las relaciones con las organizaciones delictivas dedicadas al narcotráfico en la década del 80. Donde el General Ochoa y otros tres altos oficiales fusilados en 1989, solo fueron los chivos expiatorios
Se sabe que los grupos insurgentes colombianos, se destacaron como los favoritos entre los movimientos guerrilleros del exterior junto a la insurgencia que en Bolivia dirigió Ernesto Guevara hasta su muerte en 1967.
En los 70, el gobierno militar siguió soñando con desestabilizar a Colombia y le permitió a la guerrilla usar la isla como puesto de escucha. Años acá, la isla asumió un papel de apoyo diferente, a medida que las batallas entre las guerrillas izquierdistas, contra los paramilitares de derecha y la Doctrina de Seguridad Democrática, del Presidente Uribe socavara la estabilidad estratégica de esos grupos armados.
Colombia, que rompió relaciones diplomáticas con Cuba a principios de los 80, decidió cambiar la estrategia para involucrarla en los procesos de paz. De esa manera la convirtió en un presionador de la guerrilla.
La Habana, respondió a esa estrategia convirtiéndose en anfitrión de las negociaciones inacabables de paz entre el gobierno y la guerrilla del Ejercito de liberación nacional (ELN), suministrando a los terroristas la exclusiva área El Laguito, vedado a la población cubana y conservada meticulosamente para ser usada por dignatarios extranjeros; o limitándose a condenar verbalmente la muerte de los lideres de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia a manos del ejercito colombiano o a llorar la muerte del asesino Marulanda.
Las relaciones entre Bogotá y La Habana están mejorando de manera indudable en los últimos tiempos, sobre todo en el terreno económico. Pero de ahí a que el gobierno comunista trabaje por la paz en Colombia hay un tramo. Aunque los soportes de la dictadura traten de hacernos creer lo contrario.

Streetlight. Por Aleaga Pesant.

Aprovechando el adelanto del suave invierno habanero llegó a la ciudad, Streetlight, el espectáculo de la solidaridad creativa, presente en el Teatro Mella durante el último fin de semana de noviembre.
Abarrotado el teatro, apenas encontré donde sentarme para ser iluminado por un musical pop-rock al estilo de los sesenta, con danza, música, canciones, cuadros vivientes, montaje de video, juegos de luz y de sombras de gran belleza. Un espectáculo total, lleno de extraordinaria alegría.
La historia repetida de las tribus urbanas y su historial de violencia, representada como nadie en el extraordinario film West Side History, toma aquí cariz argumental e hilo conductor no bien amarrado. La narración, deja en segundo plano, la historia de un grupo de jóvenes músicos que organizan su primer concierto en una plaza publica.
West Side History, casualmente proyectada la noche del jueves en la televisión cubana, permitió crear paralelos, a los que tuvieron la oportunidad de ver las dos representaciones y notar las carencias de una respecto a la otra.
En beneficio de Streetlight, la trama argumental sirve para dar la línea de un espectáculo donde sobresale el talento de las escuelas de baile, música y coro de la ciudad y de los talleres organizados a raíz de esta presentación por la matriz del proyecto. El Gen Rosso, International Performing Arts Group.
La espectacularidad de la compañía de baile de Tony Menéndez, su vocación a la proyección escénica y su indudable peso creativo y coherencia imaginativa, marcan sin lugar el show, de hora y media de duración. Con altos y bajos, combinados con momentos de buena música, sencilla, canciones suaves y sin complejidades.
Según los organizadores, Gen Rosso es el resultado del pensamiento humanista del siglo XX, nacido en 1966, con la intención de reunir a jóvenes creadores de todo el mundo. El centro de ese proyecto internacional, se estableció de manera permanente en la región al norte de Italia en las cercanías de Florencia. Desde su nacimiento, el grupo realizó presentaciones en más de cuarenta países de los cinco continentes, cautivando a más de cinco millones de espectadores.
La evolución de Gen Rosso, recorre el largo camino que va de la etno-música, acompañada de coreografías de danza moderna que se cultivaron en la década del sesenta del siglo pasado, llegando hasta la opera rock de los años ochenta. En el 2000, se produce el debut de Streetligh - The Musical, la mayor producción concebida por el proyecto, con más de 450 presentaciones internacionales.
De regreso a casa y caminando por la calle Línea, los habaneros se ebrigaban del fresco mientras agradecían en sus comentarios la presentación “light”, del musical, perdido desde hace varios años de la escena nacional.

Filmes cubanos al festival de La Habana. Por Miguel Iturria Savón.

Cuando el año termina, comienza en La Habana la fiesta de imágenes y sonidos. La XXX edición del Festival internacional del nuevo cine latinoamericano, a realizarse del 2 al 12 de diciembre, trae una programación diversa que circula en el Diario de festival, el cual enumera las obras de ficción, la “Hora del corto”, las series Latinoamericanos en USA y Los latinoamericanos, el Programa de obras fantásticas y de horror del continente, las exhibiciones de países africanos, Nórdico, alemán, italiano, español, francés y canadiense, y Cine del Sur (del Festival de Granada) y Cine experimental norteamericano de 1960 a 1970.
Se incluye, además, un Panorama contemporáneo con obras de Asia y Medio Oriente, un sugerente Panorama documental, homenajes al brasileño Eduardo Coutlinho y el británico Mike Leigh, las retrospectivas Éxitos del cine latinoamericano, Ayer y hoy de Argentina Sono Film y Animación polaca. Se anuncian libros, exposiciones dedicadas al pintor Raúl Martínez y al creador español Luis Buñuel, los Carteles en Concurso, el nuevo Sector industria, que otorga el Premio Latinoamericano Primera copia; así como el Foro de la niñez y el audiovisual y las Presentaciones especiales.
La industria fílmica de Argentina, Brasil, Chile, México, Colombia y Venezuela estarán representadas en casi todos los géneros; mientras Bolivia, Costa Rica, Guatemala, Ecuador, Panamá, Perú, Puerto Rico, Uruguay y República Dominicana traen películas puntuales, algunos coproducidos con España, Francia, Estados Unidos, Alemania y Cuba, quien también se vale del capital foráneo para impulsar su deprimida cinematografía.
Cuba compite con tres largometrajes de ficción: Kangamba, de Rogelio París; Omerta, de Pavel Giroud, y El cuerno de la abundancia, de Juan C. Tabío; ambas en coproducción con España. En ese género presentamos, fuera de concurso, El viajero inmóvil, de Tomás Piard, que evoca a Lezama Lima y su obra mayor –Paradiso-. El listado de ficción incluye a Argentina (5 filmes), México (4), Brasil (3), Chile y Venezuela (2) y Perú; mientras El mito y el agua, de Panamá, acompaña a la cinta de Piard.
Los cubanos cineastas no concursan en cortometrajes, donde prevalecen Brasil, México y Argentina; pero presentan Los dioses rotos, de Ernesto Daranas, en Óperas primas; género copado por los brasileños (6) y los argentinos en coproducción con Francia, Alemania y Chile; seguidos por México, Venezuela, Colombia y otros vecinos.
De los treinta documentales a exhibir, seis son de Cuba y siete de Argentina. El resto corresponden a México, Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, etc. La industria insular nos entrega Tacones cercanos, de Jessica Rodríguez Sánchez, sobre el dilema estético y humano de un travesti habanero; el controversial Fuera de liga, de Ian Padrón; Él, ustedes y nosotros, de Léster Hamlet, que recrea la obra del citado Raúl Martínez; Barrio nuevo, de Roberto Jiménez Hernández; Cuarenta años después, de Aram Vidal, y The illusion, de Susana Garriga, en coproducción con Gran Bretaña.
Los artistas del patio concursan en animación con Cablefaction, de Jaral Cuéllar; Rendijas, de Hansel Leyva Fanego; El agradecimiento del Jíbaro, de Alexander Rodríguez González, y El negrito cimarrón y la rifa de los pigmeos, de Tulio Raggi. Los principales rivales en este género vienen de Brasil, Argentina y Chile.
Argentina se impone con diez Guiones inéditos, seguida por cinco de escritores cubanos, cuatro de México, tres chilenos e igual números de colombianos, entre otros. Los seleccionados por Cuba son Boleto al paraíso, de Gerardo Chijona y Francisco García González; El balcón, de Abel Arcos Soto; Ficción, de Daniel Díaz Torres y Eduardo del Llano; La trama, de Enrique Álvarez, y Mosaico, de Juan Carlos Tabío y Arturo Arango.
Nuestros realizadores no presentan obras al Panorama latinoamericanos, filmes que optan por el Premio de la Popularidad. Concursan, sin embargo, en La Hora del corto, con Intermezzo, del humorista Eduardo del Llano, y Oda a la piña, de Laimir Fano Villaescusa.
Los creadores insulares capitalizan con 32 documentales, seis animados y seis coproducciones, la Sección Hecho en Cuba, que incluye a cineastas de Chile, Guatemala, Perú, Venezuela y España. Los títulos cubanos exaltan a figuras del arte, las letras, la música popular y temas como la censura (Zona de silencio, de Karel Ducases Manzano), la urbanística (Ciudad del futuro, sobre Alamar), la emigración y el problema racial, todo dentro de los límites impuestos al arte desde el poder.
La mayor de las Antillas exhibe, en Presentaciones especiales, Los 100 sones de Cuba, de Edesio Alejandro y Rubén Consuegra; Titón, de La Habana a Guantanamera, de Mirtha Ibarra, y La indócil pupila de adentro, de René Arencibia. En la misma sección disfrutaremos títulos novedosos de Argentina, Brasil Alemania, Canadá, España, Estados Unidos y la coproducción de Steven Soderbergh sobre Ernesto Guevara, cuyo mito es alimentado desde la capital cubana.
En la Retrospectiva del cine latinoamericano, dominada por clásicos de Argentina, Brasil y México, la cinematografía insular retorna con Hasta cierto punto, de Tomás Gutiérrez Alea; Un hombre de éxito, de Humberto Solás, y Suite Habana, de Fernando Pérez.
La fiesta de imágenes y sonidos que ofrecen las principales salas de cine de La Habana, desde 2 y hasta el 12 de diciembre, recorre las preocupaciones y esperanzas de Latinoamérica y recrea los sueños de una isla singular que mira al mundo.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Excluidos. Por Miguel Iturria Savón.

En la nómina del Equipo industriales que competirá en la Serie nacional de béisbol, entre el 30 de noviembre del 2008 y mediados del 2009, no figuran el lanzador Yader Martí ni el jardinero Yasser Gómez, excluidos por “graves errores”, según informaron las autoridades deportivas de Ciudad Habana.
La supresión confirma los rumores de los fanáticos de la capital, quienes afirman que ambos jugadores trataron de abandonar la isla, lo cual equivale al ostracismo pues el gobierno cubano no admite el libre flujo de sus atletas, como sucede en México, Venezuela, República Dominicana y otros países del continente, donde los deportistas no dependen del Estado.
Yader Martí integró la Selección nacional de béisbol en varias ocasiones, a partir de la Serie 2001-2002. Su arma fundamental es el control y la inteligencia; no es alto ni posee gran velocidad, pero atesora un arsenal de recursos y habilidades que lo convierten en estratega. Como miembro del Equipo Cuba enfrentó exitosamente a grandes bateadores del orbe. Su mejor desempeño fue en el Clásico mundial, en el cual resultó el único pitcher que no permitió una sola carrera y estuvo por encima de glorias de las Grandes ligas. En la pasada temporada fue excluido del conjunto antillano a pesar de sus resultados deportivos.
Yasser Gómez es un bateador de poca fuerza, mucho tacto y gran frecuencia de bateo. Se destaca por la excelencia defensiva, la potencia de su brazo, capaz de sacar en home desde los jardines; la constante conexión de hits y la velocidad en el corrido de las bases. Ha sido jugador regular de Industriales y del Equipo Cuba durante varias temporadas. Integró la selección que representó a la isla en la Olimpiada de Sídney 2000. Al igual que Yader, Yasser, fue excluido de la Selección nacional en los últimos años a pesar de su excepcional desempeño atlético.
Entre el 2000 y el 2008 otros peloteros del Equipo Industriales han sido excluidos por “graves errores”, eufemismo que encubre los intentos por salir del país para probarse en las Grandes Ligas. Entre los que lograron escapar figuran Kendry Morales, 4to bate y primera base; los receptores Bárbaro Cañizares y Yoel Galarraga, el torpedero Rey Ordoñez y los lanzadores Francisley Bueno, Osmel Castillo, Yamel Guevara y los históricos René Arocha, Orlando Duque Hernández, Euclides Rojas y Adrian Hernández.
Los jugadores que se marcharon del país y los excluidos sin lograr su propósito, constituyen una sangría para el béisbol insular y para el mítico Industriales, que ha perdido varios campeonatos en la Serie nacional. El célebre Germán Mesa, nombrado hace unos días como director de Industriales, estuvo fuera del mismo dos temporadas bajo la misma que ahora afecta a Yader y Yasser. A Germán lo sustituyó entonces Rey Ordóñez, quien brilló en Industriales y en las Grandes ligas.
Los fanáticos hablan de Yasser y Yader. Yo les deseo suerte para que retornen a Industriales o logren sus sueños en las Grandes ligas.

Peón de infantería. Por Miguel Iturria Savón.

Informe contra mi mismo (Alfaguara, Madrid, 1997), de Eliseo Alberto, es un libro viejo pero vigente en Cuba, donde no ha sido editado y circula poco, de mano en mano, como sucede aún con las novelas de Cabrera Infante, los ensayos de Severo Sarduy, la poesía de Gastón Baquero y decenas de obras narrativas, poemarios, biografías y memorias prohibidas u olvidadas por razones extra literarias.
El testimonio de Lichi, como le dicen a Eliseo, es una especie de Mea Cuba que sacudió nuestra inercia literaria. El escritor partió de sus vivencias familiares y personales para activar las teclas del tablero revolucionario desatado en 1959. Quizás por eso recuerda a Las iniciales de la tierra, de Jesús Díaz; La nada cotidiana, de Zoe Valdés y los comentarios sincrónicos de Manuel Cofiño en Tiempo de cambio y en La última mujer y el próximo combate. Pero este autor es más preciso y acude a la historia desde la memoria, la ficción y la nostalgia, matizada con elementos de la crónica, el reportaje, el relato breve, la reflexión sociológica, las cartas de amigos y hasta planos “fílmicos” que evocan su labor como guionista de cine.
Eliseo lo aborda casi todo. Su verdad es amplia y conmovedora. Cuba le duele y la reconstruye desde el exilio sin evadir los temas tabúes, algunos personajes y hechos históricos, sucesos absurdos, consignas y dogmas, verdades a medias, amigos desaparecidos, anécdotas delirantes, listado de lugares memorables de La Habana y de artistas y escritores que huyeron de la intolerancia revolucionaria.
El libro ayuda a entender la crónica de las emociones del creador, quien hurga en la espiral de las últimas décadas del siglo XX cubano e ilustra “el nacimiento, auge y crisis de una gesta que sedujo a unos y maldijo a otros, además de explicarnos… cómo, cuándo y por qué fuimos perdiendo la razón y la pasión…” (p. 23).
Para adentrarse en el drama de la isla en un período convulso e inacabado, Eliseo utiliza un lenguaje coloquial, a veces poético, híbrido, localista, alusivo, irónico y satírico. Recurre al intercambio epistolar con amigos que actúan como sus primeros lectores, pues recibieron el libro y lo valoran desde sus páginas; lo cual es novedoso porque ejercen la crítica y un contrapunteo con el autor, enriqueciendo el arcoíris vivencial del pasado reciente desde otras miradas. Tales amigos también hacen catarsis y juzgan los fantasmas de la memoria individual y colectiva.
Las cartas, firmadas con seudónimos y enviadas desde Miami, Colombia, México y Cuba, integran la estructura compositiva del libro y constituyen piezas literarias con valor propio, incluidas la enviada por Eliseo desde México “a un amigo de Gibara (p. 193-200). Las mismas involucran a los aliados del escritor y complementan la angustia existencial de los cubanos bajo el totalitarismo. Al exorcizar sus espectros sobre las cenizas calientes de la nación, el prosista y sus corresponsales zarandean el telón revolucionario con el claroscuro de las frustraciones. En cierta medida, el libro capitaliza el desplome de una época y exterioriza el descontento sin sermonear al lector.
“…te tragaste el cuento de Cuba…Cuba no existe sino en Cuba…Cargar con ella en la memoria es un peso descomunal…Cuba se complejiza en cada ojo que la mira…La verdadera patria… tiene dos tamaños posibles: el del planeta y el de la vida… (p. 89-92).
“Una amiga desde Cuba” conmueve con su talonario de cansancios (p.168-169), una declaración de lucidez irrebatible.
Desde el Prólogo, largo y atractivo, el prosista nos engancha a sus nostalgias y a las quimeras y esperanzas de su generación. En los doce capítulos, cartas incluidas, desmitifica los sucesos y los personajes que modelaron nuestras vidas. Cuba y sus circunstancias históricas, sociales y culturales son el protagonista: los planes económicos, los discursos y las consignas, las movilizaciones, la ofensiva revolucionaria de 1968, la institucionalización de los años setenta, las cacerías de homosexuales, el reencuentro entre los cubanos de la isla y el exilio, el éxodo masivo de 1980, nuestra presencia militar en África y América Latina, los balseros del 94, el bloqueo y la supuesta invasión de los Estados Unidos, las estrategias ideológicas, los controles burocráticos, la dependencia de la Unión Soviética, el síndrome de la desconfianza, los archivos comprometedores y la política de desafíos del gobierno revolucionario.
Pero tanto lastre no resulta tedioso, pues Eliseo Alberto es obsesivo y conmovedor. En cada vuelta de página algo nos identifica, nos hace sentir y hasta pensar. La magia está en el lenguaje y en el arsenal de recursos literarios utilizados. Vale anotar, por ejemplo, el empleo, a manera de exergos, de versos de poetas cubanos antes del Prólogo y cada capítulo. Así como las descripciones de La Habana, devenida personaje; la isla como tema; el juego con la muerte para homenajear a Nicolás Guillén, Lezama Lima, Virgilio Piñera y Luis Rogelio Nogueras, o la inserción de historias que humanizan, desde el drama individual, la tragedia social en el período citado.
El autor nos inquieta con los relatos de Paella, “el gordo inexplicable” que quiso irse del país en una balsa desde 1965; el notario retirado Ángel Montoya, vecino homosexual experto en béisbol, quien se suicida después de matar a un gato; la tragedia de Rolando Martínez Ponce, artista gráfico que adquirió el sida y murió en la cárcel por escapar del sanatorio de Santiago de Las Vegas. O las historias del gallego Pedro, luchador revolucionario encarcelado 25 años por tratar de crear un partido opositor, y la sensible Teresa Monte, obligada a tasar las estatuas que los oficiales del Ministerio del interior robaban en el Cementerio Colón para venderlas en las tiendas recaudadoras de divisas.
El libro, en fin, es un certificado literal de cubanía, sus folios son lúcidos, bellos y distantes de la “religiosa militancia partidista” y del discurso del conflicto sin solución ni alternativas. En las páginas 33 a 39 ofrece un catálogo de las consignas oficiales. En las siguientes, analiza la figura del caudillo. Advierte que “las personalidades rectoras de nuestro destino, José Martí en el siglo XIX y Fidel Castro en el XX, no conocieron la isla desde abajo sino desde afuera, o desde arriba,…Distanciados de la realidad por la lejanía del exilio, o por la altura del poder, acabaron por inventarnos una nación a la medida de sus convicciones…” (p. 26-28).
Informe contra mi mismo es una radiografía de un proceso agotador. Impactó al mercado del libro en Europa, Estados Unidos, México y otros países, pero no circula en la red de librerías de Cuba, sino a través de las Bibliotecas independientes. ¡Bienvenido a casa, Eliseo!

Para leer en cuerpo y alma. Por Luis Felipe Rojas Rosabal.

Entre los laberintos de mi mente que se atrofia día a día y se deja atrofiar, hay espacio para un manojo de libros que me hicieron temblar cuando iba pasando de la adolescencia a la juventud. En ese montoncito de libros siempre hubo uno de poesía. Empecé por Martí y Vallejo y luego Eliseo Diego, Whitman, Byron, Pushkin y Raúl Hernández Novás. Así de variopinta fue la entrada.
Siempre recurro a los poetas y las poetas cuando voy cuesta abajo, pero en los últimos años una imantación me acompaña. Tengo amigos escritores, más poetas que prosistas y me regalan sus libros, porque se conduelen de mí, por vanidad o por la secreta complicidad del buen lector, esa que no te permite leer a solas y te hace compartir la arquitectura de un libro.
Hace unos meses me regalaron En cuerpo y el alma, el último poemario publicado de Jorge Olivera Castillo. Para los que no lo conocen Olivera es un hombre que ha sido condenado podrirse en una oscura celda por decir cuatro verdades sobre su país. La poesía lo acompaña en las oscuridades de la calle Merced, en La Habana, como en esa libertad a medias (extrapenal) que le confirieron hace ya dos años.
Jorge anda con un juguete nuevo, el Pen Club de Praga acaba de publicarle un cuadernillo abarrotado de palabras. Le hicieron un regalo a sabiendas de que lo compartiría con nosotros.
Este libro es un parte meteorológico sobre el cuerpo de un hombre, sobre como vive su país sin libertad. La poesía de Jorge Olivera Castillo está tensada por la palabra angustia o por ese significando, esa nominalidad que adquiere la palabra angustia cuando se vuelve centro de la vida de un poeta. En Cuba se celebra una Feria Internacional del Libro, pero Jorge Olivera es un proscrito y no va poner su corpachón en La cabaña, es antigua cárcel donde el totalitarismo se cebó con la sangre de tantos cubanos. Puedo respirar debajo del agua/ porque me lo propongo/ y porque casi no tengo miedo.
Un hombre que “casi” no tiene miedo es un poco de dinamita suelta en la ciudad.
El catalejo de Olivera se mete en las narices de la ciudad para mirarla quedo y silencioso.. Cuando su poesía se mete entre el tumulto que es La Habana para este condenado al olvido, entonces ella, un ciudad prohibida para muchos, se le ofrece, Digo que esta es una prisión liviana y abierta/ porque sin desplazamientos puedo ver el mar.// Tuve el placer de elegir mi sanción/ en un sufragio a prueba de fraudes.
(…)
Las fieras tienen hambre/ percibo sus intenciones con un close-up profundo// ahí, serenos e inmensos/ los depredadores haciendo gala de sus instintos.
Partícipe de una desgracia nacional, el poeta, el ciudadano Jorge Olivera Castillo no necesita pretextos para enrumbar su laberinto. Llegar hasta su casa en la Calle Merced, tocar un timbre “para que te abran desde arriba”, llegar adivinar cuál de los timbres superiores es el de su apartamento… las librerías de la ciudad no han exhibido en veinte años los libros de este poeta y narrador. Las revistas de La Habana como gran provincia e la literatura cubana están vedadas para él, los supuestos beneficios de la oleada editorial que vino con la implementación de las casas editoras territoriales “Risográfica” no lo benefició jamás.
Olivera se ha convertido en el poeta y el pintor de sí mismo, a sabiendas que pinta un país desde la manga del chaleco para dentro, y aunque los más avisados lectores de poesía en Cuba no puedan llegar a él, se agradece la enorme gestión del Pen Club de Praga, en la República Checa, esa mano tendida al poeta desconocido en su patria.
Desde la perspectiva de una espiritualidad concatenada con su destino de paria, hombre-existencia en busca de una luz al final del túnel, los poemas de Olivera intentan una humanización de esa fiera contemporánea en que nos hemos convertido: el amor, borrar el odio, la diferencia, la gracia y la desgracia de ser diferente, se juntan para devolvernos un sujeto poético incapaz de volver el rostro ante tanto derrumbe cotidiano.
Ahora sus poemas pueden pasarse de mano en mano, con el encargo de que nos devuelvan los ejemplares porque apenas una decena de ellos pudieron romper la aduana verdeolivo del aeropuerto “José Martí”.
Hay dos cosas que pudieran empañar la frescura de este libro. La primera es que Jorge Olivera no es un político, aún cuando un puntapié ideológico lo haya lanzado de bruces en una celda, en Guantánamo, a más de 900 kms de su Habana de fulgores y le hayan prometido 18 años de encierro, eso pudiera ir dejando un rastro de amargura entre los versos más logrados y la espesura de su pensamiento y verbigracia (conversar con él, escucharlo, es un estímulo sin par) que al final atolondren al poeta niño de: “Llevaré un girasol y la última sílaba del amanecer. / Suficiente para festejar nuestras inocencias.”
Olivera les debe a los poetas más sensibles del canon cubano, Eliseo, Lezama, Florit, Casal, Heredia, la Avellaneda… el estar alerta a la temperatura de su barrio, al entorno a donde quisiera estar un día, a esa paz soñada junto a su madre en siete años de separación (España, acerca hasta mí a mi madre). Se lo debe a ellos y no a la noción de poesía política o politizada de la última década. Los guiños escriturales a Raúl Rivero y Manuel Vázquez Portal son un agradecimiento gremial, cuestión de tiempo. Olivera sube por ese montoncito de cubanos ninguneados por la policía cultural hasta lograr la cima, y en vez de suicidarse, lanzar un grito de alerta, angustia. Olivera es Plácido otra vez, el negro Manzano, atado a su destino, esclavo-poeta-esclavo.
Segundo: a falta de un prólogo, Jorge Olivera nos antepuso una crónica suya sobre sus compañeros de infortunio, ya no aquellos ideológicamente juntados a él por el tribunal siniestro de la Primavera de 2003, sino de los desgraciados que a falta de salud, intentan contra el hilo de vida que les queda en las mazmorras socialistas, suicidas, laceradotes de la piel, gente que se cosió la boca..
Olivera Castillo no se atrevió a poetizar estas escenas por eso puso la crónica. En ves de una falta, es un distanciamiento circular que nos hace volver sobre la tragedia testimonial del binomio poesía-vida. Hubiéramos agradecido ahorrarnos la antesala, no lo necesita Jorge para regalarnos su poesía.
Sus versos se van empinar sobre la desgracia y la alegría, como el capullo de la palma real, los esfuerzos narratoriales de Jorge Olivera Castillo van a alumbrar a la patria que vendrá, el país de arena del inocente que conocimos en Gastón Vaquero. Por ahora lo tenemos aquí, lúcido y lucido, real, En cuerpo y alma.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Las plegarias de Paulito. Por jorge Olivera Castillo.

El cantante Paulo Fernández Gallo ama a la música y al Comandante. Lo ha dicho sin tapujos en Miami, el sitio donde la nostalgia quema y los tormentos del desarraigo aplastan el alma. ¿Se expresó el salsero cubano con honestidad?, ¿Reaccionó ante la suposición de una encerrona?, ¿Respondería, de manera diferente, alguien que todavía es ciudadano cubano, aunque resida actualmente en Italia y además todavía tiene familiares en la Isla?
Por ahora es complicado hallar una respuesta fiable. Primero que nada hay que tener en cuenta las circunstancias que dictan las pautas del comportamiento de cualquier ser humano, en este caso de un músico nacido en La Habana en los primeros años de la década del 60 del siglo XX y sometido a unas normativas existenciales que prescriben actitudes muy afines a la doble moral y a un distorsionado patrón ético, ambas desgajadas de un severo contexto represivo.
El miedo a ponerle letras o palabras a los pensamientos críticos, tiene en Cuba signos de pandemia. Mucho más ante preguntas que impliquen a Fidel Castro o algún alto dirigente y que en este caso se realizaron en un sitio extremadamente sensible a tales temáticas.
Creo que Paulito FG como se le conoce en el ámbito artístico nacional, actuó movido por las emociones. Estoy casi seguro que no esperaba cuestionamientos de tal magnitud.
Solo siguió un modelo de respuestas practicado por quiénes temen contrariar un sistema con infinitas posibilidades de hacer daño. No es de extrañar que otras de las estrellas del firmamento musical autóctono hubieran esgrimido argumentos muy similares, acción que dicta los parámetros de una regla, con pocas excepciones. En algunas oportunidades intervienen matices. No obstante al final se imponen las simpatías, bien reales o ficticias, pero concluyentes al expresar una adhesión categórica a la ideología del partido comunista.
Paulo toma partido por Fidel Castro, en la principal ciudad del exilio. Con esa posición les lanza un cubo de lodo a sus colegas hoy asentados en esta ciudad después de escapar de las políticas impuestas por el personaje al que él le dedica sendas muestras de incondicionalidad. No sé que habrán pensado Donato Poveda, Albita Rodríguez, Isaac Delgado, Manolín (el médico de la salsa), Leonor Zamora, Raúl Gómez, algunos de los cantantes que pusieron pies en polvorosa tras desencantarse del socialismo.
¿Es incierto lo que dijo el popular presentador Carlos Otero, en Miami, hace pocos meses cuando protagonizó una espectacular fuga con su esposa e hijos?, ¿Por qué la actriz Susana Pérez decidió continuar su labor actoral en los teatros y la televisión del Sur de la Florida después de una larga y fructífera carrera en Cuba?
La gente que ha optado por abandonar el país definitivamente, lo ha hecho en correspondencia a un proceso acumulativo de insatisfacciones. Todos se fueron convencidos de que el sistema es obsoleto, represivo y carente de las bases para forjarse un óptimo crecimiento material y espiritual.
Si las palabras de Paulito salieron del corazón, cosa que cuestiono, no hay nada de extraordinario en ello. Es su criterio. Otra cosa es estar o no de acuerdo.
Existe un adagio muy aleccionar para encontrarle el sentido a ese tipo de respuestas: “El hombre piensa como vive” .Dejando a un lado la relativización inherente a la conducta de los seres humanos a partir de influencias culturales, psicológicas, sociológicas y familiares, entre otras, Paulo FG está satisfecho con lo que ha conseguido bajo el paraguas de la revolución. Vive la mayoría del tiempo en Italia, logró alcanzar cierta fama a partir del carisma y el talento, en fin, ha podido-dentro del sistema, crear las condiciones para vivir lo mejor posible.
Su ámbito expresivo permanece condicionado por el medio en que se desenvuelve. Obviamente no ha pensado abandonar la Isla y esa decisión conlleva requisitos impostergables. En su declaración de fidelidad, pienso que se extralimitó. Demasiado sumiso. De ahí mis dudas sobre la autenticidad de las respuestas.
De todas formas todo lo dijo muy claro y eso consta para la historia. Gracias a la noticia publicada en el diario floridano el Nuevo Herald, ya sé cuál es el Dios de Paulo FG. Por suerte no es el mismo que el mío.
En su religión son millones los herejes. Un indicio de que las apariencias engañan.
oliverajorge75@yahoo.com

Dos hermanas. Por miguel Iturria Savón.

Caridad y Esperanza Fernández Suárez acaban de celebrar su sesenta cumpleaños con la ayuda de sus descendientes. La primera se inició como gastronómica en la fonda de su tío, confiscada por el Gobierno en 1968; la segunda cambió el magisterio por la costura. Las dos se casaron, tuvieron hijos y fueron infelices. Desde hace un lustro sobreviven de una chequera, entre los achaques de la salud, las colas del mercado, los ciclones y el cariño de los nietos.
En la sobremesa de los sesenta, las hermanas y sus anfitriones no hablaron de política ni de los sueños pospuestos. Encendieron una vela por la abuela María, quien murió pensando en su natal Puerto Rico; por el abuelo Eduardo, nieto de franceses y sargento del ejército durante el machadato; por Carmen, la madre que murió con premura, y por el tío Julio, sustituto afectivo del padre díscolo que las trajo al mundo.
Al conmemorar los sesenta, Esperanza y Caridad añadían nuevas angustias a la inmediatez de sus vidas. El ciclón “Ike” le llevó parte del techo al hogar de la primera. “Paloma” le tumbó el portal a la casa de la segunda. “¿Cómo resolver el problema si no ganamos para comer?”, dijo Cary, quien vive a unas cuadras de su hermana en Vertientes, provincia Camagüey, y vino a La Lisa invitada por Miriam, la sobrina que trabaja en turismo.
Como las gemelas ya no creen en las promesas de los funcionarios para enfrentar el desastre, piensan que un crédito para adquirir materiales sería más efectivo, pero saben que el gobierno no concede créditos ni dispone de materiales. “Si hubiera no sería para nosotras, no estamos ligadas al Partido ni a sus organizaciones…”, dice Esperanza, quien repasa sus frustraciones y espera a que baje la marea pues “ahora meten preso al que cojan con un saco de cemento, tejas, bloques u otra cosa”.
Esperanza y Caridad cerraron sus casas y emigraron a Matanzas y La Habana. Tienen fe en Dios y en la ayuda de algunos descendientes.
El caso de las gemelas es habitual en estos días. Los ancianos afectados por “Gustav”, “Ike” y “Paloma” piden auxilio a los familiares para abandonar los albergues colectivos. Es una variante posible, aunque no todos tienen parientes en la capital y en pueblos de cierta prosperidad.
Los trenes vienen cargados con personas que permanecen en La Habana. Algunos consiguen un alquiler aceptable y buscan trabajo por la izquierda, sin llamar la atención para no ser deportados. Otros se quedan con el beneplácito de hijos, hermanos y sobrinos.
Cary y Esperanza no regresarán a Vertientes. La sobrina de La Lisa le pidió a la primera que se quedara al cuidado del niño. La segunda seguirá en Matanzas “secuestrada” por la hija.
“Cuando cese la Operación Victoria y disminuyan las detenciones retornaremos para vender lo nuestro y traer el dinero”, expresa Cary con voz entrecortada. Ambas aspiran a celebrar el próximo cumpleaños en la capital de todos los cubanos.

Jugada anticipada. Por miguel Iturria Savón.

La calle Águila, entre Monte y Reina, fue el boulevard más notorio del mercado negro en La Habana hasta principios de septiembre. Sus vendedores ofrecían productos deficitarios con el consentimiento de compradores y policías. Allí encontrábamos ropas de todo tipo, objetos electrodomésticos, perfumería, relojes, alimentos y libros, desde el Camasutra hasta un best seller. Nadie cuestionaba la procedencia de las mercancías.
Con el paso de los ciclones llegó la ofensiva contra los mercaderes. El cambio meteorológico de la política penal cubana ha dado al traste con delitos menores tolerados para compensar la ineficacia del enorme aparato productivo y comercial del estado. Los vendedores fueron acusados de acaparamiento, especulación, receptación y actividad económica ilícita. Algunos pagaron multas y esperan juicios, otros huyeron, muchos están en prisión preventiva o en granjas de trabajo forzado.
La actual política penal ha puesto en jaque a la red de productores y pequeños comerciantes marginales, pero nuestro mercado negro es suigéneris y necesario, suple carencias, no ofrece drogas ni armas y es resultado de la asfixiante centralización estatal. Si bien hay que enfrentar la corrupción, el robo y otros vicios, no debemos acabar con el mercado de ofertas y demandas.
Al amigo de un vecino le movieron el piso. Era pequeño comerciante y poseía un taller para hacer refrescos, pero sorprendieron a sus dos colaboradores y estos indicaron al propietario, el cual reconoció su responsabilidad y aclaró el origen del negocio. Como no tenía vínculos antisociales ni antecedentes penales, le quitaron la fabriquita y le pusieron una fianza en efectivo como medida cautelar.
Al quedarse sin medios de vida, el amigo de mi vecino decidió buscar alternativas con unos parientes de Matanzas, pero la mujer lo llamó para decirle que lo andaban buscando, pues le cambiaron la medida cautelar por prisión preventiva. Ella puso un abogado y este le pidió que él se presentara, era un delito menor y no debía complicarse con evasiones.
Unos días después, ante la insistencia policial, la muchacha confirmó que ya tenía noticias de su esposo, quien la llamó desde Miami.
Es un caso extremo y precipitado, pero no es el único. Las personas que huyen del país con juicios pendientes después se arrepienten. Si regresan son apresados. Charles A.V., el amigo de mi vecino, dejó a sus padres, a la mujer y el niño. Tal vez no los vea nunca más, salvo que logre llevárselos por concepto de reunificación familiar o que haya un cambio en la isla.
Quizás dentro de unos meses resurjan los pequeños mercados y los gobernantes de Cuba pospongan la aplicación de la política penal meteorológica para la próxima temporada ciclónica. Por ahora, aumentan las colas, el hambre y la escasez, mientras los vendedores se reciclan, huyen del país o esperan tras las rejas.

Virgilio sigue en escena. Por Lucas Garve.

A casi treinta años de su fallecimiento, Virgilio Piñera, poeta, dramaturgo, escritor, perseguido por homosexual, condenado al ostracismo por los alabarderos del régimen, no piensa bajar de la escena. Se cumplen 60 años de la puesta en escena de la obra con la cual Piñeracambió la ruta del teatro cubano: Electra Garrigó (1941). La piezafue el detonante que puso al teatro cubano de golpe y porrazo en elcamino de la modernidad. Virgilio Piñera tomó de la tragedia clásica los elementos de conflictoy los insertó en el contexto cubano. El coro griego cantó décimas de La Guantanamera. La voz solista, denominada en el teatro clásico comocorifeo, fue la cantante de música campesina Radeúnda Lima. La accióntrasladada al patio de un solar habanero no dejó de abordar el conflicto planteado por el clásico: el choque entre la dictadura de los padres sobre sus hijos, uno de los rasgos más acentuados del paternalismo familiar cubano. Tan sobre protector como culpable de muchos de los problemas de personalidad que escondemos. El montaje de la pieza de Piñera fue asumido por Francisco Morín,teatrista y director de la revista Prometeo. La puesta en escena, realizada el 23 de octubre de 1948, estuvo dedicada al primer aniversario de la publicación de la obra, y subió a la escena de la Escuela Municipal José M. Valdés Rodríguez, uno de los críticos de artes escénicas y cine más prestigiosos del país. Diez años más tarde, en 1958, la reposición de la pieza, de nuevodirigida por Morín, tuvo lugar en la sala Prometeo. Los protagónicos fueron interpretados por Lilian Llerena y Roberto Blanco, ambos destacados actores y directores del teatro cubano. Electra Garrigó y Clitemnestra Plá se convirtieron en dos personajesque pasarían a la historia del Teatro cubano como paradigmas de lacontextualización criolla de aquellos pertenecientes al drama universal. Piñera resolvió con su inteligencia artística el traslado de la violencia de la frustración de la familia criolla a la escena. Adelantado del teatro del absurdo, que luego Samuel Beckett pondría de moda, Piñera hizo la autopsia de la familia cubana. En Electra Garrigó la administración de recursos dramatúrgicos, laestilización de la parodia, la grandilocuencia de los personajes, el humor y la sátira a través de la visión de lo cotidiano, enfrentaron alespectador con la comprensión de una nueva filosofía del arte del teatro que revelaba la alta categoría artística del Virgilio Piñera dramaturgo. La última puesta en escena de Electra Garrigó fue en agosto del presente año, por el grupo Teatro El Público y la dirección de William Ruíz. Hoy, Virgilio Piñera no abandona la escena. Los conflictos de esta obramaestra siguen vigentes la familia cubana.

La escritura de la ciudad. Por Lucas Garve.

El grafiti son inscripciones o signos anónimos dibujados en paredes de edificios, muros, etc. Del latín graphiti, denomina las inscripciones realizadas en los muros. Los grafiti son un producto de una sub cultura urbana, transmiten el deseo de reconocimiento de sujetos empujados por grupos hegemónicos de la sociedad a ocupar un no-lugar en la misma.
En la Habana, se encuentran en algunas calles muestras de ellos, pero no abundan. Por cierto, en espacios de paredes de edificios han pintado, de acuerdo con las autoridades, diseños con letras burbujas y también en “wildstyle”, en el cual el entrelazado de las letras complica la composición.
A principios de los 80, en Cuba hubo un movimiento renovador en las artes plásticas muy particular. Se produjo una tendencia a aprovechar el espacio callejero para reflejar lo que se dio en llamar “el arte calle”, protagonizado por un grupo de jóvenes pintores. Pero, no contó con suficiente apoyo de las autoridades culturales.
Solamente, después del 2000, se comenzó a revivir aquellas formas de “arte calle” y aparecieron en ciertos barrios habaneros, una especie de murales con diseño de letras burbujas unos y otros con “wildstyle” para rellenar espacios vacíos en los muros de algunas edificaciones. Estos diseños, realizados para cubrir espacio en muros amplios, contribuyen a darle colorido a la ciudad. No obstante, al parecer, las autoridades culturales no han proseguido con esa proyección, quizás, por falta de recursos materiales o por indiferencia.
Particularmente, las paredes habaneras han servido de páginas inmensas para proyectar la escritura de la ciudad hecha por sus habitantes. Una escritura anónima que refleja las inquietudes de los sujetos que la producen. Tradicionalmente, en zonas de barrios marginales se podían observar signos religiosos o marcas de los “juegos” de ñáñigos y signos de los usados por los “abakuás” para comunicarse.
Por otro lado, la impronta del reconocimiento individual propia del humano, produjo una estela de nombres en paredes por toda la ciudad, cuyo ejemplo más célebre fue el del desaparecido “Chori”. Además, otros espacios en muros se emplean como soporte de mensajes particulares. En algunos de ellos hay una especie de intercambio dialogal a partir de mensajes llenos de alusiones que solamente conocen los interesados.
Siendo una de sus características llamar la atención de los transeúntes anónimos o de un destinatario particular. Así en correspondencia, el lenguaje empleado es absolutamente particular y se aleja de los convencionalismos lingüísticos y culturales usados frecuentemente por la mayoría de la población.
De esta manera, la ciudad nos habla y transmite las inquietudes particulares de sus habitantes mediante una escritura que se distancia de la cartelística que sirve de soporte al discurso oficial.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Meteorología política. Por Miguel Iturria Savón.

Al escuchar los partes meteorológicos sobre el paso de “Paloma” por la zona oriental de Cuba recordé los desastres de los ciclones anteriores, principalmente en la región occidental de la isla, donde perduran las huellas de “Gustav” e “Ike”. Tres huracanes en menos de tres meses es demasiado para un país arruinado por la tormenta sostenida del totalitarismo. ¿Será un castigo divino o una maldición del imperialismo?
No voy a responder a la pregunta ni analizar la catástrofe engendrada por otro fenómeno natural. Basta un comentario pos ciclónico pues desde que “Paloma” asomó el pico por el Mar Caribe los radares del Instituto de meteorología comenzaron a espiarla para predecir su trayectoria, mientras los medios informativos montaban el guión de la tragedia, la Defensa civil dictaba sus orientaciones a la población y los funcionarios del Partido y el Gobierno se ponían el uniforme militar para evacuar al pueblo y cumplir las órdenes del invisible Comandante, quien sigue siendo el Ciclonero en jefe.
Las autoridades cubanas enfrentan las tormentas tropicales como a un enemigo sin rostro. Movilizan a medio país, paralizan el transporte, los servicios públicos y utilizan a los medios informativos para crear un estado de euforia revolucionaria que desafía a la naturaleza y al espíritu santo. La radio y la televisión convierten la desgracia en una telenovela por entrega, con imágenes, estadísticas y personajes de ocasión. Solo hablan los meteorólogos, los generales que recorren las provincias, algún coronel de la Defensa civil, el primer secretario del Partido comunista de las regiones afectadas y el locutor estrella de las mismas. Todos dicen consignas sin matices ni emoción, como actores que memorizaran un libreto. Si le acercan la cámara y el micrófono a una señora que perdió su vivienda esta expresa su confianza en el socialismo. Si la víctima es un anciano recordará el abandono en que vivió durante el capitalismo. Nadie habla de muertos, salvar vidas humanas es el slogan; los huracanes solo matan a las hormigas locas, a una vaca desobediente o al guajiro medio tonto que atravesaba un río.
La conversión de la meteorología en batalla política contra las lluvias, los vientos huracanados y las penetraciones del mar es una táctica para ganar tiempo. La devastación provocada por Gustav e Ike a fines de agosto y principios de septiembre sirvió de pretexto al Gobierno para “acabar” con el mercado negro, reprimir a los pequeños propietarios y paralizar a la oposición pacífica. Una instrucción del Tribunal Supremo fue suficiente para inmovilizar a la sociedad. Los juicios sumarios llenaron las cárceles y las granjas de trabajo forzado.
Tal vez el paso de “Paloma” por Camagüey, Las Tunas y otras partes justifique la permanencia de una instrucción que caducaba. La gente se puede tirar a las calles, ¿cómo aguantar tantas carencias y represión? El Castrismo lleva medio siglo aplicando una represión gradual y sostenible, una especie de asfixia con válvulas de escape. Vivíamos con el agua al cuello sin ahogarnos, como si jugaran con nuestros rostros, si veían el miedo nos apretaban; si apreciaba la explosión, aflojaban; entonces redimían a un grupo de presos o estimulaba a los balseros, como en 1980 o 1994.
Después de los ciclones el gobierno cubano ha vuelto a subir la parada. La fórmula es la misma. Se esfuman los vendedores pero aumentan las carencias, los carteles y la represión. Quizás las aguas y los vientos traídos por “Paloma” aconsejen a los estrategas del Comandante y a los generales de opereta que cierran o abren el dique de la sociedad cubana.
Dentro de poco tendremos la respuesta. Todo dependerá de la meteorología política que apliquen los mandarines o del remolino social que se acumula en la isla.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Estribillo político. Por Miguel Iturria Savón.

No soy fan de Paulo FG ni de su Élite, pero reconozco que “el bonitillo” le pisó los talones a Isaac Delgado, “el chévere de la salsa”; a Manolín, “el médico” del género; a Carlos Manuel y su Clan, a David Calzado y su Charanga habanera, a José Luis Cortés, alias “El Tosco” y al mismísimo Juan Formel y sus Van Van, quienes aprovecharon el boom musical de los años noventa e impusieron sus discos, imágenes y preferencias a los turistas y bailadores de Cuba. Ninguno de ellos, sin embargo, puede ser comparado con el Benny Moré, Oscar de León, Juan Luis Guerra o Gilberto Santa Rosa.
Tal vez por eso no le presto atención al mundo de la farándula. Las creencias y excentricidades de nuestros músicos, actores y bailarines me tienen sin cuidado. Casi siempre tratan de llamar la atención a toda costa, generalizan sus puntos de vista y provocan escándalos. Si nos guiáramos por los comentarios de Silvio Rodríguez, Alicia Alonso o César Portillo de la Luz, perderíamos tiempo y energía. Coincido con Tagore en que “la fama es la espuma en la corriente de la vida”.
Pero hay declaraciones que irritan la inteligencia y exigen una réplica. Solo eso.
El viernes pasado leí en El Nuevo Herald que Paulo Alfonso Fernández Gallo llegó a Miami para actuar en tres clubes y, antes de hacerlo, fue entrevistado en el programa televisivo Entre Nos, en el cual elogió al convaleciente Fidel Castro, quien no es músico ni bailarín ni distingue a Paulo con su regia amistad. Como Miami es el centro del exilio desatado por el Castrismo, las palabras del músico hirieron la sensibilidad de muchos cubanos. Algunos lo consideraron como una provocación, ratificada por el estribillo político de Jorge Artiles, promotor de la gira y presidente de Habana Productions Publishing, el cual denigró a los líderes del exilio y habló de incomprensión y censura, como si el régimen que él representa no fuera catedrático en esa asignatura.
No creí necesario referirme a las palabras de Paulito ni a la banderilla política del empresario insular; me parecieron una estrategia cruel para promover sus discos y la venta de entradas a los clubes donde actuaría el fin de semana. Fue la comentarista cultural Loly Estévez, del Noticiero nacional de la televisión, quien me hizo sospechar que el ratón parlante respondía al guión del gato. La vieja locutora convirtió las palabras del salsero en espada ideológica, elogió su valor personal, denigró a “los apátridas” y añadió otras estupideces al pastel servido en Miami.
Más claro ni el agua. Paulo FG es un cantante popular con estilo propio, afinado y carismático, famoso entre las mujeres y los bailadores. Vive bajo un régimen totalitario pero él no lo percibe, pues recibe facilidades inimaginables para grabar, viajar al extranjero, firmar contratos y vivir como un señor en medio de la penuria nacional. Parece que ahora algún comisario de la batalla de ideas le asignó una misión y él la cumplió. ¿Qué ganaría si dice que no o se hace el loco? ¿Le permitirían conservar su casa, autos, cadenas de oro y su permanencia en Italia sin perder sus bienes?
Paulo, el pepillo de 46 años que se renueva con las circunstancias, dice creer en el Comandante y vivir con sus sueños artísticos, sin trabas ni temor. Quizás por eso le toleraron la adquisición de la ciudadanía italiana sin dejar de ser cubano, lo cual es prohibido por el artículo 32 de la constitución.
Si cree bien y si no también, es su problema, pero debería respetar la sensibilidad de quienes no creen y de aquellos que se tiraron al mar para vivir en libertad. Miami es el reverso de La Habana. Allí están Isaac, Manolín y otros artistas insulares que no compiten en la tribuna política sino en el mercado de la música y la cultura. Todos merecen respeto.

Encuentro fortuito. Por Miguel Iturria Savón.

Hace unos días, bajaba por la calle Obispo, en La Habana, y casi tropiezo con el actor Sean Penn, el pintor Kcho y el doctor Antonio Castro Soto del Valle, quienes salían de un restaurante de lujo ubicado frente al mar. El pintor y el hijo del dictador abrazaron a la estrella hollywoodense antes de que subiera a un automóvil exclusivo; luego volvieron al restaurante.
Yo seguí con hambre por otras vías de la ciudad, pero me puse a pensar en la diplomacia de la cultura, táctica usada por nuestra tiranía para acercar a su proyecto corporativo a escritores, artistas y científicos que temen a las convulsiones de la democracia y ven en los gobernantes totalitarios a salvadores de sus pueblos.
La diplomacia de la cultura se basa en la propaganda de bienestar colectivo, humanismo, equilibrio social y otras píldoras esgrimidas con éxito por Mussolini en Italia, Gerardo Machado en Cuba, Perón en Argentina, Lázaro Cárdenas en México, Janio Quadros en Brasil y otros “hombres fuertes” de izquierda y derecha, que durante el siglo XX convirtieron al Estado en patrón corporativo de la sociedad y sumergieron a los ciudadanos en los planes y caprichos del poder.
El régimen de los hermanos Castro sabe conquistar espacios internacionales a través de sus instituciones y sus figuras culturales. Los eventos que organiza y las invitaciones a creadores de diversas latitudes están en función de la propaganda sobre la excepcionalidad de la revolución cubana.
Al ver a Kcho y al hijo de Fidel Castro abrazando a un actor de Hollywood en plena calle de La Habana, recordé a varias personalidades del patio utilizadas para atraer a celebridades de Estados Unidos, España, Inglaterra, Francia y otras naciones. El negro Kcho es un pintor talentoso, una de sus obras fue adquirida por el Museo de arte moderno de New York. La cotización de sus lienzos le abrió las puertas del Palacio, ahora es una especie de embajador cultural por encargo.
Sean Penn no le llega a los talones a su progenitor, el mítico actor y director Arthur Penn, recordado por Jauría humana, Bonnie and Cride y Pequeño gran hombre; pero vino a posar con los representantes de una autocracia legitimada por luminarias estadounidenses como el foto reportero Herbert Mathew; Harry Belafonte, rey del Calipso; Oliver Stone, quien le hizo un documental al Comandante en Jefe; Steven Spelberg –obsequiado por el orfebre Raúl Valladares-, y Michael Moore, realizador de un filme que denigra al sistema de salud de su país y exalta la medicina cubana.
En la nómina exterior de la diplomacia cultural del Castrismo figuran embajadores ilustres y controversiales, como el escritor colombiano Gabriel García Márquez, el filósofo francés Jean Paul Sartre, el narrador portugués José Saramago, el roquero inglés Sting, los cantantes hispanos Joan M. Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel y Joaquín Sabina, el vocalista argentino Fito Páez, el politólogo Noam Chomsky y otros.
Aunque algunos personajes se bajaron del tren totalitario o evadieron sus malabares políticos, creo que tales encuentros, invitaciones y agasajos no son fortuitos.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Wajda en La Habana. Por Miguel Iturria Savón.

Como preámbulo de la XXX edición del Festival del nuevo cine latinoamericano de La Habana, a efectuarse del 2 al 12 de diciembre, la Cinemateca de Cuba exhibe desde octubre varios ciclos de la filmografía europea, asiática y latinoamericana. A la excelente muestra de películas húngaras (cine Riviera, 21 al 29 de octubre), les siguió una selección del director polaco Andrzej Wajda (1 al 7 de noviembre en el Chaplin); dos series de cortometrajes belgas (Flandes de Kask y de Hainaut Cinema), del 8 y el 11 en la misma sala; una decena de reposiciones cubanas basadas en obras literarias (13 al 19); un panorama del cine iraní contemporáneo (20 al 26) y estrenos de otras naciones.
Andrzej Wajda, “el más polaco de los realizadores polacos”, es un paradigma del séptimo arte desde la década del sesenta, cuando predominaban autores como el sueco Ingmar Bergman, el japonés Akiro Kurosawa, el italiano Federico Fellini y el indio Satyajit Ray. Por la excelencia de su filmografía ha sido equiparado con el pianista Chopin, el poeta Adam Mickiewicz, el narrador Henrik Sinkiewicz, el dramaturgo Jers Grotowski y el científico renacentista Nicolás Copérnico.
A diferencia de sus antecesores y contemporáneos, Wajda interroga la historia nacional sobre la independencia, la predestinación, la soledad y la dignidad de las personas en situaciones extremas; preceptos que palpan en los ocho filmes escogidos por la Cinemateca de Cuba, el Instituto polaco de arte y la Embajada de la República de Polonia en La Habana, entre los que figuran los multipremiado “Katyn” (2007) y “Don Tadeo” (1999), exhibidas por primera vez en nuestra isla.
En esta ocasión, la Sala Chaplin escogió Canal (1957), Todo a la venta (1969), La tierra prometida (1975), El hombre de mármol (1977), Las señoritas de Wilko (1979) y Crónica de amor (1986). Los filmes, en colores y sonido estereofónico, constituyen un lienzo de la guerra y un reencuentro con la memoria histórica y la incertidumbre del destino político, social y cultural de Polonia durante los siglos XIX y XX.
Katyn, nominada al Oscar a la mejor película extranjera en el 2008, trae a la pantalla la matanza de 22,000 oficiales polacos por parte del ejército ruso en 1940. Como el padre de Wajda fue una de las víctimas de ese crimen, el realizador incorpora detalles autobiográficos que humanizan la tragedia, atribuida a los nazis por la propaganda de la Unión Soviética, cuyo ejército ocupó parte de Polonia previo acuerdo con Hitler y le impuso un régimen totalitario al finalizar la Segunda guerra mundial.
Don Tadeo abrió y cerró la muestra. Es una pieza excepcional por la fotografía, la dirección artística, el montaje y las actuaciones. Se basa en un libro de Adam Mickiewicz, clásico de la literatura polaca, y describe la vida de la nobleza en Soplicowo durante el avance de Napoleón, quien era valorado por muchos como el libertador que necesitaba el país. Wajda es uno de los guionistas de esta superproducción que nos introduce en los entresijos de la vida política y nos hace pensar en el papel del individuo ante su época y su entorno.
En El hombre de mármol, como en El hombre de hierro (1981), asistimos a la creciente agitación política contra la manipulación de la vida bajo el socialismo. Cerca de Cracovia se construía en los años cincuenta Nueva Huta, que respondía al modelo urbano del ideal soviético. Décadas después la joven Agnieska prepara un documental para graduarse en la Escuela de cine de Lodz, por lo cual indaga en la historia de un obrero carismático convertido en figura pública. La muchacha descubre materiales de archivo que la ayudan a desenredar la caída de Birkut, héroe y víctima que nos recuerda a Leed Walesa y al Sindicato Solidaridad.
En estos días apreciamos también La tierra prometida, otro clásico de la cinematografía polaca y europea. Se trata de una excelente adaptación de una novela de Wladyslaw Stanislaw (Premio Nobel, 1924), que recrea la atmósfera de explotación y luchas obreras en Lodz, centro textil de Polonia durante la revolución industrial. La agudeza, sensibilidad y maestría de Wajda hace creíble los conflictos novelados, aunque el cineasta centra la atención en torno a los tres amigos que montan una fábrica para prosperar.
Todo a la venta, Las señoritas de Wilko y Crónica de amor son un fresco de la ternura, la nostalgia y el tiempo perdido. La primera muestra “el cine dentro del cine” al estilo de Fellini, pues evoca desde la ficción al desaparecido actor Zbigniev Cybulski, protagonista de sus primeros filmes. En la segunda, el personaje central retorna enfermo al escenario de sus años mozos y reflexiona sobre el pasado. Crónica fue considerada la mejor película polaca en 1986; es una historia conmovedora basada en una novela de Tadensz Konwicki; un personaje episódico deviene símbolo de la pasión y el idealismo en los días previos a la ocupación de Polonia (1939).
La precariedad de la existencia, el mundo de entreguerras y de posguerra y los grandes problemas de Polonia gravitan en los filmes de Wajda exhibidos por la Cinemateca de Cuba. Las imágenes y sonidos del gran creador oscilan entre el romanticismo, la lucidez y la desmitificación, pero expresan las esencias identitarias de su país. Tal vez por eso tienen impulso universal.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Figuración y erotismo. Por Miguel Iturria


La fachada de una isla son sus costas, pero los pintores desafían el paisaje. Las tonalidades del azul, los matices del verde y las mixturas del rojo han nutrido el panorama pictórico cubano, recreado en lienzos, grabados y litografías desde principios del siglo XIX. El exceso de luz, el colorido tropical, la geografía, el hombre del campo y el entorno urbano son temas recurrentes en nuestra plástica, cuyo camino registra nombres como F. Mialhe, E. Chartrand, Landaluce, V. Sanz Carta, Miguel Melero, Víctor Manuel, Carlos Enríquez y otros ilustres que grafican el paso entre tradición y modernidad.
En la aparente quietud de la plástica insular son notables los dibujos y pinturas de Rubén Rodríguez Martínez (Cárdenas, Matanzas, 1959), quien conjuga su labor creativa con la docencia en el Instituto Superior de Arte, donde es profesor de Serigrafía, especialidad que marca su obra pues fue uno de los fundadores del Taller artístico experimental de serigrafía “René Portocarrero”, en el cual dio clases magistrales e impartió cursos y talleres durante dos décadas.
Rubén ha participado en medio centenar de exposiciones colectivas y en más de diez representaciones individuales, de importantes galerías de La Habana, España, Estados Unidos y Puerto Rico. Desde 1983 sus grabados, lienzos y cartulinas han recibido premios y menciones dentro y fuera de la isla. En 1987 fue distinguido en Barcelona con el Premio colectivo de la Fundación Jaume Guasch; un año después obtuvo mención especial en el Salón de Ciudad Habana y, en el 2000, en el Primer salón de arte erótico.
El erotismo es una constante en la obra del artista, cuyo lenguaje creativo ha dialogado con la crítica y con el público especializado, sin tabúes ni en sentimentalismos. Su discurso visual transita por la combinación de signos, parábolas, alusiones y mensajes gráficos. Se apropia de códigos teológicos y culturales, los mezcla en una imaginería propia. En algunos óleos y cartulinas la cruz católica es acompañada por íconos de origen africano.
Pero el sincretismo que tapiza la cultura cubana es uno de los temas de sus piezas, en las que también se aprecia un pensamiento de lo cotidiano que se nutre del folklor, los proverbios, el sexo y otras aristas de la vida. En sus telas y dibujos sobre cartulina el erotismo ronda por encima de casi todas sus propuestas.
La crítica ha reseñado el dibujo esbelto y la elegancia de la figuración de los cuadros de Rubén Rodríguez Martínez, quien reitera, en diversos soportes y formatos, la figuración antropomórfica, animada de sensualidad y fina ironía. En óleos como “Usted ama como el gallo”, “Un gran susto trae felicidad” y “El que lo tiene adentro es el que se menea”, el pintor reta la imaginación desde una poética del sexo.
Por la singularidad de su obra gráfica este artista merece mayor espacio en los medios. Es difícil encontrar un catálogo o cuadros suyos en la red de galerías y en las tiendas que comercializan el arte contemporáneo de Cuba. Óleos y serigrafías de Rubén yacen en museos y colecciones privadas de Alemania, Brasil, España, Estados Unidos, Kuwait, La Habana, Teherán, Panamá, Uruguay y Venezuela. Tal dispersión exige una nueva entrega al público insular.

Intentar lo difícil. Por Lucas Garve.

Atrapar la imagen sensible de la Isla en una novela de aprendizaje fue la súper tarea de Lezama Lima en Paradiso. Sin embargo, creo que la totalidad de la imagen apresada en el texto literario escapa a cualquier clasificación.
Acaba de estrenarse en La Habana el filme “El Viajero Inmóvil” del cineasta Tomás Piard sobre la obra cumbre lezamiana. En la cinta de 87 minutos, más que a vertebrar una narración lineal característica del género fílmico, se recrean atmósferas al trasladar imágenes literarias al medio cinematográfico.
El realizador de la película cuenta con la actuación de Eslinda Núñez, Jorge Martínez, Herminia Sánchez, Georbis Martínez, Carlos Solar, Sergio Fernández, Jorge Alí. No son protagonistas típicos, siendo los diálogos bien escasos. Los actores son mediadores concretos de las imágenes de los personajes que conforman el mundo lezamiano a través de gestos, miradas, transiciones, actitudes.
Hay varios planos en el discurso audiovisual. Los amigos de Lezama o discípulos del Maestro intercambian criterios sobre su obra y personalidad. La familia centrada en el comedor gracias al almuerzo legendario acoge a algunos de los discursantes.
La primera secuencia de la película muestra una reunión de intelectuales en la hoy casa museo Lezama Lima. Entre los reunidos, se desplaza el actor que representa –de alguna manera- al escritor. Una representación de las tertulias animadas por el Maestro de Orígenes.
En la secuencia del almuerzo familiar de Augusta, la abuela, Reynaldo González, Ciro Bianchi Ross, César López, Pablo A. Fernández comparten sus opiniones sobre Lezama y Paradiso con los comensales a manera de invitados de la anfitriona. Intervienen con sus declaraciones al abordar la obra y la figura de José Lezama Lima, Pablo A. Fernández, Ciro Bianchi Ross, Reynaldo González, César López, Margarita Mateo, etc.
Los espectadores se sorprenden ante la presencia en pantalla de imágenes trasladadas del texto de la novela Paradiso al discurso cinematográfico pues desconocen la obra de Lezama y se torna difícil para ellos profundizar en la comprensión de las mismas. De cierta manera, esos intelectuales invitados- algunos frecuentaron al escritor en vida- ofrecen pautas para comprender la personalidad y la obra del escritor enorme que fue Lezama. Pero, creo que no basta.
Para muchos presentes en la sala de exhibición, las secuencias de desnudos masculinos y el erotismo de ciertas escenas, provocan cierto sobresalto y exclamaciones tan de rechazo como de aprobación.
Evidentemente, hay un público mayoritario todavía no preparado para captar la focalización visual de torsos, muslos, glúteos, piernas y genitales masculinos y aceptarla como ocurre con la belleza femenina sin reacción. Imágenes visuales que identifican escenas y episodios capitales de Paradiso para conformar la etapa de aprendizaje sexual de Cemí, el protagonista principal de la novela.
La oscuridad de la sala invita a algunos de los espectadores a expresar en voz alta opiniones sobre esas secuencias. En la fila delantera, unos adolescentes no paran de comentar sobre las imágenes que pasan en pantalla. A pesar de los criterios de los “amigos de Lezama” y a partir de la ignorancia de la obra reflejada en pantalla, emiten opiniones superficiales. No entienden que la hermeticidad de ciertos símbolos que se manejan en la cinta obedezca quizás al reflejo de los códigos que Lezama manipuló en sus textos. Su percepción se queda en la epidermis de la imagen visual que captan.
La crítica calificó mal la película. Según el especialista del diario oficial Granma, en el filme hay demasiadas imágenes, demasiados efebos, demasiada intensión. Realmente, es harto difícil trasladar un texto literario con la complejidad y hermeticidad lezamiana a imágenes cinematográficas.
Creo que una recreación de la época y de las influencias culturales que el escritor recibió en su período de formación hubiera corrido mejor suerte a los ojos del gran público. Realmente, no es una película de entretenimiento, ni de información biográfica sobre el autor. La voluntad del realizador de permutar imágenes literarias por equivalentes cinematográficas pudo no funcionar.
A mi modo de ver, el director al pretender mostrar las claves de la personalidad de Lezama Lima y de su obra cumbre Paradiso escogió la manera de hacer más difícil. Como tentativa de reconocimiento vale la pena. Quizás, aliente a quienes desconocen la obra del escritor de la calle Trocadero a intentar aproximarse a ella.

El bolero puede enmudecer. Por Lucas Garve.

El bolero como género surgió en Cuba a finales del siglo XVIII. Escrito en compás binario y tempo lento, está emparentado de alguna manera con el fado portugués y la saudade brasilera. De Cuba se extendió a otros países latinoamericanos y en Méjico tiene su segunda casa. Evidentemente, el bolero es un género musical urbano.
En Cuba, la época de oro del bolero fue en los años cuarenta y cincuenta. Para lograrlo, se unieron varios factores: el surgimiento de compositores amantes del género, de cantantes con fuerte personalidad cuyas voces privilegiadas sirvieron de vehículo a ese género musical, de varias compañías disqueras cubanas interesadas en la comercialización de ese producto musical, del fenómeno tecnológico de la victrola que inundó las cuatro esquinas de la isla, de un público amateur que lo reverenció, del impacto de la televisión y de revistas que popularizaron la imagen de los cantantes favorecidos por el público, de la vida nocturna urbana apoyada en cabarés, bares y night – clubs.
Realmente, se unieron todos estos factores para producir el complejo socio cultural denominado bolero cubano. Osvaldo Farrés, Pedro Flores, Julio Gutiérrez, Orlando de la Rosa, Frank Domínguez, Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, René Touzet, José Manuel Solís, más un larguísimo etc. jalonan la ya extensa lista de cultores cubanos solamente.
A pesar de celebrar anualmente un festival dedicado a mantener el gusto por el bolero en Cuba. Muchos factores que contribuyeron a su florecimiento, hoy han desaparecido lamentablemente. Aunque sobrevivan autores que continúan con su producción de boleros, la desaparición de voces apropiadas para cantar el género es notable.
Primero, por causas biológicas, las cantantes de la época de oro que sobreviven tienen hoy 70 años o más. Además, no se privilegia la personalidad artística de forma que materialmente cuente con suficiente acicate para el desarrollo en el género. Las producciones de los cabarés se conciben adecuadas a fórmulas turísticas poco creativas. En realidad, se perdió la infraestructura de soporte y renovación de este tipo de espectáculos y la entrada a los mismos se restringió a un público –extranjero principalmente- que no entendía, ni asimilaba, casi ni aplaudía la producción de un show o a un intérprete generalmente de perfil bien acentuado y carismático por ignorancia o poco interés.
La sin par Olga Guillot, Blanca Rosa Gil y sus hermanas, Vilma Valle, Berta Dupuy, Normita Díaz, las inolvidables Elena Burke y Moraima Secada, Omara Portuondo, La Lupe, Freddy, llenaron con sus voces únicas las salas de cabarés y night clubs que hacían interminable la noche. Misterio y pasión transmitidos en las letras de boleros increíbles por su manera de decir.
Hoy, nos faltan grandes cantantes de boleros. No pueden resurgir porque destruyeron los mecanismos y soportes que contribuían al nacimiento de verdaderos interpretes boleristas como individualidades artísticas musicales.
El bolero ha devenido en objeto museable. En La Habana, el Rincón del Bolero no es ni la sombra de lo que fue una red de cabarés, bares de esquina, clubes, salones, donde floreció el bolero para satisfacción de tantos. Espectáculos mediocres y Casas de Cultura llenas de polvo y desidia sirven a la tristeza del recuerdo de la época de oro del género.
La frigidez sentimental del funcionario comunista no entiende de boleros. Un bolero no se escribe por consigna. Cada bolero es irrepetible en su interpretación. Nos quedan en el recuerdo y en grabaciones y también en el corazón de los ya cincuentenarios. Los jóvenes cubanos ignoran en el presente una de las expresiones musicales más genuinas de su isla.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Otro caso violento. Por Miguel Iturria Savón.

Cuando asisto a la sala de lo penal del Tribunal provincial de Ciudad Habana salgo alterado por la estupidez humana. Cada juicio reafirma la creciente pérdida de control sobre las emociones. La marea de actos violentos constituye una crónica de la rabia y la desesperación, principalmente en la periferia de la capital, donde la marginalidad salpica la vida de las personas, en especial de las mujeres, víctimas esenciales de la irracionalidad. Si resumiéramos las vistas orales podríamos escribir un catálogo de agresiones, arrebatos, fracasos y sentimientos contrapuestos.
Como la prensa insular no se refiere al tema, voy a esbozar el caso que presencié a mediados de octubre. El acusado, Miguel Chávez Guillén, de 39 años, natural de Villa Clara y vecino de La Guinera, municipio Arroyo Naranjo, Ciudad Habana, comparecía ante el Tribunal por violación de domicilio, atentado y coacción, por lo cual estaba preso preventivamente desde su detención. El mismo penetró en el domicilio de Idalmis Alfonso Reyes, con quien mantuvo relaciones amorosas, y le exigió a esta que le retirara la denuncia por lesiones que le formuló días atrás; ante la negativa de su ex amante, Miguel la golpeó, la violó y la amenazó.
Casi un mes después la hija de Idalmis, al visitar a la madre y conocer lo sucedido, denunció al violador en la estación policial del Capri, barrio colindante de La Guinera. La detención favorecieron las investigaciones. Miguel, de pésima conducta social, había sido sancionado en Matanzas, por hurto en 1993 y robo en 1999; por las mismas causas posteriormente, en el municipio habanero de Caimito; por lesiones, en Arroyo Naranjo, en el 2005 y en julio del 2007; por coacción, en Marianao, en el 2004, y por delitos similares que lo llevaron a prisión o al pago de multas.
Cabe preguntarnos si Idalmis Alfonso Reyes conocía los antecedentes de este personaje antes de relacionarse con él, pero no viene al caso; en el juicio mostró la torpeza de sus emociones y la fragilidad de sus sentimientos. Su rostro expresaba miedo y frustración. El testimonio de la hija giró en otro ángulo.
Según el fiscal, lo acaecido encierra tres delitos: violación de domicilio, previsto en el artículo 287.1.2 del Código penal; de atentado, refrendado en el 142.1.2, y de coacción, basado en el 286.1. Al citado Chávez Guillén, autor de los hechos imputados, le pidió una sanción conjunta y única de 4 años de privación de libertad, conforme al artículo 56.1b del Código de referencia, más la pena accesoria prevista en el 37.1.2.
Si bien el abogado de la defensa impugnó el delito de atentado e hizo algunas precisiones con la víctima y los testigos presentados, la vista oral quedó lista para la sentencia que dictarán los jueces.
El litigio, como tantos sucesos cotidianos llevados a los tribunales, me hizo pensar en la curva creciente de la violencia, especialmente la que acontece de puertas hacia dentro, en la soledad del hogar. La pérdida de valores dispara las pasiones.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La marea. Por Miguel Iturria Savón.

El mar nos encierra y nos define pero la vida es más compleja que las mareas; el flujo social no depende de la atracción de la luna y el sol, sino de la articulación de una política que, en el caso de Cuba, marea y confunde a las personas pues ya pasaron los vientos huracanados de Gustav e Ike, pero no volvemos a la rutina tragicómica de nuestras vidas, sino a la fascinación por las situaciones extremas.
Basta con caminar por las aceras, hablar con los vecinos o buscar el mercado de cualquier barrio o municipio para palpar las detenciones absurdas, el cierre de los pequeños negocios y el decomiso de vehículos y mercancías. Los policías actúan con impunidad, los delatores con alevosía, los funcionarios con miedo y los tribunales con indiferencia.
La natural tendencia a sobrevivir ahora es un problema. Lo que era lícito en agosto es un delito desde septiembre. Los despidos en los centros de trabajo están a la orden del día. Hasta para chapear o enterrar a los muertos es necesario un aval de buena conducta social. El clientelismo es imprescindible para acceder a las nóminas estatales.
A Esperanza, una amiga de El Cotorro, le negaron un empleo en el aeropuerto de La Habana. “Sabemos que cumples con todos los requisitos pero el Delegado del Poder Popular dijo horrores de ti. Si te damos el puesto es capaz de denunciarnos cuando te vea con el uniforme”, le dijeron. Ella decidió olvidar los trámites y ejercer como peluquera por cuenta propia, sin pedir permiso.
La esposa de Manolo, profesor y excombatiente internacionalista, ha contratado a un abogado porque a su cónyuge lo encarcelaron por trasladar 100 bloques y 10 tejas para reparar la casa. Al enterarse, un vecino enterró 250 bloques y 8 sacos de cemento para evitar denuncias. En la prisión de Valle Grande el hacinamiento es enorme.
Otros hacen lo mismo. La represión impone la cautela. La marea oficial apunta contra las acrobacias personales. Los que intentan reciclarse se convierten en outsiders. Desde la neblina del poder no se aprecia a quienes superan la indigestión de la política. Vivir con proyectos es un desafío.
El sueño socialista pregonado desde las alturas ya es una pesadilla para la mayoría. En estos días, los ciudadanos estamos más encorvados por el peso de los sacrificios. Vegetamos entre la pared del desencanto y las quimeras de un grupo político que vive a toda leche, pero habla de igualdad, renuncias materiales y batallas de ideas.
Los ciclones son el pretexto de la Operación Victoria, penúltimo acto de la comedia revolucionaria reescrita por el Comandante desde su lecho de enfermo. Nuestro Mesías y sus seguidores vuelven a confundir la vida con la historia y apuestan por el vacío.
Sin futuro a la vista y bajo sospechas de infidelidad, los cubanos debemos preguntar: ¿Para qué sirve un “líder histórico” que multiplica nuestros problemas? ¿Hasta cuándo vamos a convivir con el pánico y tolerar la marea represiva?

viernes, 31 de octubre de 2008

Estrategia de la tensión. Por Miguel Iturria Savón.

En Cuba, el planeta de la política nos convierte en satélites. Giramos al compás de la rumba revolucionaria contra el enemigo imperialista. Nuestra órbita es el socialismo. En el firmamento insular cambian las circunstancias y las consignas, pero la tensión es la misma desde hace medio siglo. Quien se atreva a opinar contra el único partido, la economía de estado o el poder indefinido de un hombre providencial cae en desgracia. Los edictos de palacio son inapelables, resumen la fábula del Mesías.
Como el Mesías tiene alma de guerrero ha convertido la isla en un campamento militar. Sus tácticas y estrategias nos mantienen en tensión. La tensión justifica nuestro balanceo de zombis en torno al guión escrito por los jerarcas uniformados.
El diseño de una estrategia de tensión prueba su eficacia en las circunstancias más adversas, principalmente ante las catástrofes naturales que escapan al control del gobierno, el cual se aprovecha de los problemas para frenar los estallidos populares. Ante un ciclón, por ejemplo, el régimen combina la ayuda posible a los damnificados con la represión policial y las promesas que catalizan y desvían el descontento.
Los “especuladores” son el chivo expiatorio de la oleada represiva desatada por el castrismo contra el pueblo cubano después del paso de los huracanes Gustav e Ike, cuyos vientos y lluvias arrasaron parte de la isla y dejaron sin vivienda a casi dos millones de personas.
La policía controla las entradas y salidas de La Habana, Pinar del Río, Isla de Pinos, Camagüey y el norte de la zona oriental del país. La cruzada está dirigida contra quienes buscan alternativas propias. Detienen a camioneros con productos agropecuarios, decomisan vehículos y mercancías, registran a taxistas, ciclistas y ciudadanos de a pie. La sospecha, el decomiso, las denuncias y las sentencias de los tribunales marcan el paso de la recuperación, como si los pobladores fuéramos culpables de los desastres naturales.
La dictadura sabe administrar la tensión cuando le conviene. Así lo hizo en 1961, 1963, 1968, 1970, 1980, 1994, 1996 y en la primavera del 2003. Pero no estamos en presencia de una invasión, de cohetes nucleares, de la ofensiva para expropiar a los pequeños propietarios, de la zafra de los 10 de millones –ahora producimos menos de 2 millones de toneladas de azúcar-, del éxodo masivo hacia la Florida, de la revuelta en el Malecón de La Habana, de las avionetas de los Hermanos al rescate ni de la ola represiva para descabezar a la oposición interna.
Ahora, como entonces, las autoridades no han declarado el Estado de sitio, pero los patrulleros detienen a cualquier sospechoso, aunque no haya rebeldes en las montañas ni terroristas en las ciudades. Los vendedores ambulantes son perseguidos como delincuentes; los dueños de kioscos agropecuarios tuvieron que cerrar por la ausencia de mercancías y la imposición de precios ajenos a la oferta y la demanda. La demanda sobrepasa a la oferta, crecen las colas, el estrés y el murmullo y la angustia de los hambrientos.
Al mensajero de mi cuadra lo han detenido dos veces en plena calle. Tuvo que mostrar sus documentos y justificar el origen estatal de cada panecillo. Otros ancianos sufren el chequeo de sus carretones, mientras los clientes esperan, los niños van a la escuela sin desayunar y los agentes de la policía merodean los mercados en busca de ladrones y especuladores.
Así marchan las cosas en cualquier barrio de La Habana. Los funcionarios aumentan el control y presentan al estado patrón como el único suministrador confiable en medio de la crisis alimentaria. El absurdo galopa como un caballo desbocado.
Realmente se trata de otra máscara para encubrir el miedo de la élite que rige el destino de nuestra isla desde la estratosfera del gobierno. Los policías que acosan al pueblo no pueden “frenar a los acaparadores” de las alturas; ellos son el peor de los ciclones.

Penurias sobre ruedas. Por Miguel Iturria Savón.

Entre el sábado 18 y el domingo 19 de octubre visité a unos familiares en Matanzas, la ciudad de los puentes. Fue un viaje azaroso a través de la Autopista nacional, de tramo en tramo, en camiones, autos viejos y un ómnibus destartalado. Si hubiera imaginado los trances que pasé pospondría el encuentro para tiempos mejores.
En el puente del primer anillo subí a un camión ruso, junto a 12 hombres y 7 mujeres. La policía nos detuvo a la entrada de San José de las Lajas, pero solo le pidieron los papeles al conductor y les echaron un vistazo a los pasajeros. Al llegar a Vegas volvieron a registrarnos. Tuvimos que abrir los bolsos, maletines, carteras, mochilas y jabas. Bajaron a un rubio que transportaba dos pomos con aceite y al mulato oriental que llevaba cuatro sortijas en la mano izquierda, tres en la derecha y un bolso con mercancías de la shopping. Mi mochila no llamó la atención de los gendarmes, quienes observaron con intriga los ejemplares de El Nuevo Herald, ABC, El Mundo y El País.
El rubio y el mulato siguieron en el Lada de la policía. El resto en el mismo camión hasta la entrada de Nueva Paz, donde algunos abordaron una camioneta para Jovellanos y otros el “camello” de El Calvario a Los Palos, último pueblo de La Habana por el circuito sur. Allí cogí un “almendrón” hasta Cabeza, primer centro urbano de Unión de Reyes, municipio de la provincia Matanzas.
Durante el resto del trayecto no faltaron inspectores, policías, puestos de vigilancia y registros. De Cabeza a Bermejas, Alacranes, Unión de Reyes, “Juan G. Gómez” y Matanzas se aprecia la belleza del paisaje natural y la desolación urbana provocada por medidas extremas y persecuciones absurdas. La tensión de los rostros acosados por la pobreza y la desesperanza me hizo recordar el letargo y la apatía del pueblo descrito por Reinaldo Bragado Bretaña en La estación equivocada.
Esos pueblos parecen náufragos sin puertos, pero en sus calles subsisten iglesias, parques, liceos convertidos en casas de cultura, shopping para recaudar divisas y pequeños mercados con fruta bomba, guarapo, plátanos verdes, yuca y carne de cerdo a precios astronómicos.
Los poblados que atravesé no sufrieron los embates de los ciclones Gustav e Ike como Isla de Pinos, San Cristóbal, Los Palacios y La Palma. La penuria que los agobia es fruto del huracán político que azota al país hace medio siglo. Algunos me hablaron de la Operación Victoria como del último ramalazo, un estado de sitio no declarado para acopiar recursos agropecuarios, regular los precios y detener a peligrosos especuladores como el rubio y el mulato de las sortijas.
Tan original manera de enfrentar las secuelas de los fenómenos naturales puede desatar el descontento social. La represión no abastece los mercados. La gente sobrevive en los límites de la penuria, al borde de la cólera. ¿Hasta cuándo soportarán tantos atropellos?
Mis parientes de Matanzas conocen el catálogo de horrores, pero juegan al azar. Se entretienen con el Show de Alexis Valdés, un CD de Robertico, un musical de Juan Gabriel y un filme sobre un emperador chino momificado. ¿Será una alegoría con el mandarín que gobierna nuestra isla desde una mansión amurallada?