viernes, 29 de mayo de 2009

Equilibrio de intereses. Por Miguel Iturria Savón.

Un amigo que regresó de Venezuela, donde brindó asesoría en la enseñanza universitaria, me pregunta si hay “señales de cambios en Cuba”. Dice que en Caracas hubo confusión entre nuestros colaboradores por las destituciones de Carlos Lage y otros funcionarios del gobierno, pero que casi nadie preguntó pues “allá estamos bajo el control del jefe de grupo y la suspicacia de los chavistas más fascistoides”. Agrega que “aquello es otra cosa, pero cada día se parece más a esto; Chávez es un títere con dólares, Fidel es el titiritero; los asesores somos tramoyistas, decoradores y asistentes de escenas, según el rango”.
Mi amigo tiene 53 años, treinta de ellos dedicados a la docencia media y superior. Entre sus íntimos critica la realidad insular, pero de la puerta hacia afuera guarda silencio. Antes de hablarles de Cuba le pido información sobre la labor del personal cubano en Venezuela, Ecuador y Bolivia.
“En Venezuela predominan los médicos, pero hay especialistas cubanos en todos los niveles de enseñanza, en los medios de comunicación, en el Ejército, la Policía, la Seguridad del Estado, la Marina, la pesca y algunas industrias. Para nosotros Caracas es Moscú a la inversa. Ellos nos envían el petróleo y decenas de productos, además del pago por la asesoría en cada sector; Cuba les manda el personal y los métodos de dominación.”
El amigo asegura que es posible que Chávez se imponga completamente sobre la oposición y acabe con los medios fundamentales de propiedad, como hicieron los Castro en Cuba con la ayuda de la Unión Soviética. “Él tiene al Parlamento y al Ejército en sus manos, además del petróleo y millones de seguidores. Los venezolanos son más rebeldes que nosotros, pero Chávez es tan audaz, agresivo y manipulador como Fidel Castro.”
Al preguntarle sobre el aspecto ético de nuestra cooperación en Venezuela, el pedagogo no vacila en responder: “Somos mercenarios espirituales, sabemos que ayudamos a un déspota, pero estamos entrenados para simular. Unos van para quedarse, conozco a médicos y enfermeras que se casaron con antichavistas para no volver a la isla. Hay quienes escapan antes de regresar. La mayoría retorna cargado de pacotillas…”
La presencia cubana en Venezuela, más que en Bolivia o Ecuador, es un negocio para ambos gobiernos. Tal vez “un equilibrio de intereses”, como dice el profesor que me visita al llegar de Caracas. Él, como tantos profesionales que “cumplen misiones” fuera de la isla, cree que “hay que vivir a pesar de los Castro y sus estupideces de dominación perpetua”.
No pienso lo mismo pero conozco a varios médicos, profesores e ingenieros que actúan como este amigo. Vienen de Caracas como si llegaran de Miami o New York, con dólares en los bolsillos y equipajes llenos de ropas y equipos electrodomésticos. Dicen horrores de Hugo Chávez y Fidel Castro y preguntan sobre posibles cambios en Cuba, como si fueran inversionistas o exiliados que visitan a la familia.

miércoles, 27 de mayo de 2009

La sal del Padrino. Por Miguel Iturria Savón.

La sal del padrino. / Miguel Iturria Savón.
El engaño del padrino sigue en el hit parede de la radio cubana. Hasta los amantes de la música culta mueven los pies y repiten los estribillos del reggaetón de Cola Loca, agrupación que supera a Baby Lores, El Chacal y El Insurrecto, cuyos textos irreverentes son coreados por jóvenes y adolescentes que siguen también a los raperos de Doble Filo, Aldeanos, Papo Record y Obsesión.
El contrapunteo rítmico entre el ahijado y el padrino es una crónica satírico-musical, casi un retrato de la desesperanza de quienes acuden a ganguleros, paleros, santeros y babalawo para resolver un maleficio, neutralizar la brujería que le echaron en la puerta, pedir salud para el hijo enfermo o alejar al muerto que le sigue los pasos.
Las gentes de a pie se identifica con las alegorías y circunstancias del ahijado y ríe con los pretextos del padrino que pide demasiado para “quitarle la sal de encima”, una sal que no depura ni alivia malestares pues es “cosa mala, salación y desgracia”, por lo que hay que pagar la consulta y asumir los problemas profetizados por el Obba o el Babalawo, cuya cadena revela la perspectiva de sucesos del que toca a su puerta en vez de consultar al psicólogo o el psicoanalista.
Ante los obstáculos y conflictos la gente busca asideros en las religiones, especialmente en las de origen africana, cuyas deidades compiten con la tradición católica y el ateísmo escolar. Se ha puesto de moda dar un “toque de tambor” para pagar una promesa o hacerse santo (iyabó) por razón de salud o para “desarrollar el muerto” que se comunica con “la prenda”. Si no tienes “camino de Ifá” no serás babalawo, pero podrás “rayarte” y ser “Palero”, que es un tratado directo con el muerto y exige un cuarto religioso en tierra, donde se montan las prendas para curaciones y brujerías.
Como los caracoles “dicen” el signo que traes, en un monosocongo o cuarto religioso la ganga se corresponde con el santo escogido, cada cual con su muerto. Ogún, Yemayá, Ochún, Obatalá y San Lázaro son más populares. El santero no trabaja con la prenda, sino el gangulero, con crucifijo si es para bien o sin este si es para mal. Si no hay muerto no hay fuerza.
Los ahijados, los padrinos, la preparación de las ceremonias, los collares, las consultas y la búsqueda de los ingredientes demandados por paleros y ganguleros obedecen a rituales ancestrales, pero la banalización de las prácticas corroe la esencia cultural de tales creencias. Los babalawo cobran en divisa o en moneda nacional, según el lugar y el origen. Si el aspirante viene de México o de España el filón es lucrativo. El Festival de raíces africanas –Wemilere- y los servicios de la Asociación Yoruba de Cuba, cuyo Presidente es Diputado a la Asamblea Nacional, son una muestra.
No todos los Babalawo son tan embusteros como el satirizado por Cola Loca, pero muchos cubanos quieren quitarse la sal de encima.

El permiso de los gays. Por Miguel Iturria Savón.

Desde hace unos años los gays y las lesbianas de Cuba pueden seguir el destino de sus hormonas sin buscarse problemas con las autoridades a excepción de la policía, que aún los hostiga a pesar de contar con el apoyo de Mariela Castro Espín, hija del Presidente y sobrina del Comandante en Jefe, quienes promovieron la homofobia y la exclusión en el pasado, pero ahora admiten la diversidad sexual como mampara de otros cambios.
El tema es promovido por el Centro de Educación Sexual (CENESEX) bajo la batuta de la citada Mariela, que organizó el evento teórico del 2008 y acaba de finalizar el del 2009, ambos en el Pabellón Cuba, ubicado en La Rampa, donde hubo paneles y se presentó un libro, una revista y un Cd con un relato de Miguel Barnés, Presidente de la Unión de escritores y artistas de Cuba, quien asistió a la Marcha contra la Homofobia, celebrada en las calles aledañas a ritmo de conga y banderas multicolores, todo un suceso para el morbo colectivo y la prensa extranjera, que lo apreció como un acto de diversidad y apertura.
Damos la bienvenida al culebrón anual sobre los gays y las lesbianas. Ellos merecen respeto por su opción personal y la incorporación sin recelos a todos los peldaños de la sociedad. Reconocer sus derechos es un acto de justicia. Llama la atención, sin embargo, el intento de apropiación política sobre un tema que trasciende la conjura y la promoción ideológica.
El pretendido control de la homosexualidad y el lesbianismo por la hija de un mandatario que envejeció en el poder, resulta sospechoso. La impostura es evidente por muy sexóloga que sea la Mariela. ¿Sabrá esta señora que existen otros derechos excluidos bajo el reino edificado por sus mayores? ¿Será una rebelde consagrada a una nueva causa bajo la sombra de su padre? ¿Cómo creer en la sexualidad revolucionaria si esta margina a los homos que no bailan la comparsa socialista?
El derecho de los gays trasciende las campañas mediáticas o educativas; no es algo trivial para evitar otras marchas y cambios necesarios. La libertad de expresión, de prensa, asociación, de entrar y salir del país sin permiso y vivir sin la tutela estatal, es imprescindible para saltar la miseria y transitar hacia la diversidad promovida por la oposición pacífica sin tanta algarabía y fuegos fatuos.
Cincuenta años es mucho tiempo para dominar a una sociedad que penaliza hasta la filiación sexual. ¿Cómo hablar de diversidad y de espacios para la reflexión, si pensar es un delito y defender los derechos humanos es un reto que termina en la cárcel?
El amor es expresión más que intercambio. Ha cambiado algo la mentalidad, cambiemos las leyes para incorporar a todos al concierto ciudadano. Más que un desfile a ritmo de conga es preciso enterrar los muros de exclusiones levantados por el castrismo contra los cubanos.

viernes, 22 de mayo de 2009

Cyber cafés de Ciudad Habana. Por Miguel Iturria Savón.

Parece que las autoridades de los ministerios de Turismo y de Comunicaciones se han puesto de acuerdo para posponer la aplicación de una circulan que vetaba el acceso de los cubanos a los Cyber café de La Habana y otras ciudades del país. Los bloggers Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar denunciaron días atrás el intento de exclusión a través de un video filmado en un hotel del Vedado.
Ante la ofensiva estatal y la complicidad de corporaciones extranjeras como Meliá, un grupo de cybernautas hicimos un recorrido por 35 hoteles de la capital y comprobamos que levantaron la prohición, al menos por el momento, a excepción de un hotel de Miramar.
No sabemos que pasa en los cybercafés de Matanzas, Varadero, Cienfuegos, Santa Clara y otras ciudades del país, donde otros bloggers y periodistas independientes buscan conectarse a la red.
Estaremos al tanto.

viernes, 15 de mayo de 2009

El indomable. Por Miguel Iturria Savón.

Cada vez que veo a Didier me acuerdo del Paul Newman en La leyenda del indomable. El joven cubano es trigueño, delgado y narizón, pero evoca al personaje de Hollywood por la astucia y la voluntad al escapar de las prisiones mientras cumplía el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento antiaéreo que colinda con el Combinado del Este, donde lo conocí en 1999 al visitar a mi hijo, retenido por “faltarle el respeto al Jefe de Estado Mayor”.
Didier era una leyenda entre los soldados y oficiales, algunos de los cuales fueron sancionados por su culpa. El político no sabía qué hacer con él y el coronel extremaba las medidas para conducirlo a juicio por evasión continua y trasladarlo al penal. No imaginaban que al final nuestro Papillón sería más sutil que ellos.
Inicialmente fue soldado del Cuerpo de Seguridad de la Unidad militar 2369, fusionada con la 1700, ubicada en Santa María del Rosario, al sudeste de Ciudad Habana, donde dicen que robaba gasolina antes de ir al calabozo por primera vez. Escapó cuando un posta abrió la reja para darle la comida. Corrió como un venado y se internó en un bosque cercano.
Fue capturado por el Cuerpo de prevención de las Fuerzas Armadas y conducido al cuartel de estos en Reloj Club, municipio Boyeros. Allí se rebeló contra los abusos aplicados a los soldados. Volvió a fugarse durante el traslado a su Unidad aunque iba en calzoncillos y con las manos atadas a la espalda. Se tiró de la camioneta en una intercepción y corrió hasta la casa de un campesino, a quien le contó que fue asaltado y despojado de sus bienes.
Al mes siguiente lo apresaron otra vez y lo condujeron al Centro de Entrenamiento Intensivo de Managua, prisión militar provisional en la que obligan a los reclusos a hacer ejercicios con fusil, casco y botas antes de ser juzgados. De esta también escapó de forma espectacular pero lo sorprendieron en la casa de la novia, que lo visitaba cada día en el calabozo de su Unidad, de donde logró fugarse a través de un hueco hecho con cabillas en la pared, por lo cual castigaron al resto de los detenidos y el mando ordenó un ejercicio demostrativo con el soldado más flaco del regimiento.
Al terminar los dos años de Servicio Militar Didier no había cumplido ni tres meses con sus deberes de soldado. Mientras esperaba el trasladado a la Prisión de Ganuza coincidió en la celda con un chico operado de apendicitis, quien le explicó los síntomas de la enfermedad. Inmediatamente empezó a fingir los achaques de esta y convenció a los médicos que lo examinaron. Fue operado en el Hospital Naval. Durante la convalecencia le dieron la baja.
A diferencia del mago Houdine, rey de las fugas, Didier no murió de apendicitis. Cambió esa porción de su cuerpo por la libertad. Nuestro indomable contrasta con el personaje de Paul Newman, que muere al final del filme.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Final inesperado.

La noche del 15 de marzo, mientras Cuba enfrentaba a Japón en el Segundo Clásico mundial de béisbol, doce jóvenes desafiaban el mar rumbo a la Florida desde la costa de Guanabo, al nordeste de La Habana, por donde regresaron después de navegar 20 millas pues cinco de ellos entró en pánico, aunque el motor de la lancha funcionaba bien, la corriente era favorable y el equipo GPS marcaba el rumbo programado mejor que una brújula.
Uno de los tripulantes cuenta que volvieron en silencio por la Base de campismo, cerca de la torre de perforación de petróleo, lo que impregnó sus ropas al nadar a la orilla. “Abandonamos la embarcación y caminamos hasta la carretera, pero en vez del ómnibus llegaron dos patrullas de la policía alertadas por un agente SEPSA que nos vio llegar. Eran las cuatro de la mañana del jueves 16.”
Otro de los jóvenes capturados expresa: “no llevábamos armas ni hicimos resistencia, pero nos pusieron la pistola en la cabeza y nos esposaron como si fuéramos invasores o delincuentes. Entre gritos, insultos y amenazas los policías y los oficiales de la Seguridad del Estado que nos interrogaron durante 12 horas en Guanabo acentuaron nuestra frustración y el deseo de volver a escapar de Cuba.”
“Los tres oficiales de la Seguridad son menores de 30 años. Dos blancos y uno negro. Todos expertos en tortura psicológica. Mientras investigaban nuestros antecedentes trataron de enfrentarnos para obtener información. Cada dos horas volvían a preguntar: ¿Por qué te quieres ir del país?; ¿no sabes que tenemos el poder y representamos la ley?; ¿crees que vas a ser libre en los Estados Unidos?; ¿qué contactos tienes con los defensores de los derechos humanos?”.
Como los jóvenes detenidos en Guanabo no tenían antecedentes penales ni contactos con la oposición pacífica, los agentes de la Seguridad del Estado ordenaron su liberación. La Policía les impuso una multa de tres mil pesos duplicable a seis mil en el segundo mes. Días después recibieron en sus domicilios la copia de la Resolución 16/09, expediente 30.09 de la Capitanía del puerto de La Habana, la cual no consideró el delito como salida ilegal del país, sino como “tenencia y operación de embarcación sin permiso en el territorio nacional”.
La salida ilegal es uno de los delitos más frecuente en Cuba desde hace medio siglo. Millares de personas han sido encarceladas por esa causa. Más de 70 mil perdieron la vida en el intento. Según las estadísticas de los Estados Unidos 14,061 cubanos pidieron refugio en su territorio durante el 2008. Entre octubre de ese año y marzo del 2009 llegaron a las costas de la Florida 437, mientras 415 fueron interceptados por los Guardacostas y repatriados a la isla.
Los jóvenes que me ofrecieron su testimonio se sienten frustrados, más no pierden la esperanza de emigrar al norte. No saben cómo cambiar a su país para vivir en libertad y acceder a las posibilidades que les niega el régimen socialista.

viernes, 8 de mayo de 2009

La Plaza de Guantánamo. Por Miguel Iturria Savón.


La Plaza pública de Guantánamo, ubicada en El Caribe, al noroeste de la ciudad, es una explanada enorme regida por columnas de hormigón con textos y figuras históricas esculpidas sobre el cemento a modo de obelisco. En los bajos, con entrada exterior por otra calle y conectado al monumento por una escalera protegida por guardianes, se esconde un protocolo soterrado, especie de museo con salón de reuniones, pasillos con paisajes de la ciudad, oficina y área de servicios para huéspedes ilustres.
Concebida como sitio de concentración para que las masas expresen su adhesión al Gobierno y al Partido Comunista, la plaza colinda con las edificaciones de los centros del poder. Al fondo el moderno Hotel Guantánamo, detrás de este los edificios destinados a la población desde la década del sesenta del siglo pasado. A la izquierda una carretera que se adentra en las montañas que rodean a la ciudad. El Hospital provincial “Agustino Neto”, la sede de Sol visión, la empresa Etecsa y la bella sucursal del Banco financiero internacional completan la mediocridad del entorno arquitectónico.
Como cada vez son menos los actos masivos los pobladores atraviesan la plaza sin contemplar las efigies que atraen al viajero interesado en el patrimonio histórico y cultural. El conjunto escultórico enlaza el presente de la localidad con hechos y figuras de la historia nacional. Resaltan el realismo artístico del rostro de Mariana Grajales, la alegoría ecuestre del Mayor general Pedro A. Pérez y el busto del soldado del Ejército Rebelde que mira al horizonte.
Esta plaza, como la “Antonio Maceo” en Santiago de Cuba, la “Calixto García” en Las Tunas, la de Bayamo y otras capitales de provincias, no es más que una reproducción maltrecha del bello entorno urbanístico de la Plaza “José Martí” de La Habana, donde el tirano Batista promovió espacios urbanos monumentales al estilo de Mussolini en Roma.
La ciudad de Guantánamo, capital de la provincia homónima, posee otros espacios citadinos que marcan la vida de ese pueblo rodeada por ríos y montañas. El 75% de su territorio son parajes rurales, donde aún se cultiva el café, de gran incidencia en la economía y la cultura regional desde las emigraciones francesas de principios del siglo XIX, cuando despuntó la hacienda de Santa Catalina de Ricci, en torno a la cual se nucleó la villa, ampliada después hacia los cuatro puntos cardinales.
El bellísimo Parque Martí con la Iglesia de Santa Catalina a un costado, la antigua cárcel convertida en Museo provincial en 1986, El Palacio Salcines –actual sede de Patrimonio cultural-, la Tumba francesa en la Loma del Chivo, el Casino Español reciclado en Casa de cultura y otras instalaciones, hoteles y comercios de la ciudad gozan de mayor reconocimiento público que la Plaza “Mariana Grajales”, la cual simboliza el desplazamiento urbano del centro hacia la periferia.
A pesar del tiempo y los cambios promovidos por la colectivización social, en la provincia más oriental de Cuba sobreviven restos tangibles de su patrimonio agroindustrial, caracterizado por su valor histórico, arqueológico, natural y arquitectónico. Las plantaciones cafetaleras de los municipios Guantánamo, El Salvador, “Niceto Pérez” y Yateras avalan ese legado reconocido por el Comité de Patrimonio de la UNESCO.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Contaminación ambiental. Por Miguel Iturria Savón.


Cuando Rosa Elena Simeón fue ministra de Ciencias, tecnología y medio ambiente ya se hablaba de los efectos contaminantes de la Antillana de acero, ese monstruo metalúrgico que intoxica La Habana desde el sudeste de la capital, donde varias industrias lanzan sus desechos hacia el espacio o el manto freático amparadas en el atraso técnico, las negligencias y la aplicación de medidas ecológicas que disminuyen las inversiones de capital, pero no solucionan los problemas generados por empresas productivas de interés nacional.
Se dice que la Antillana es un cáncer espacial. La principal metalurgia del país convierte chatarras en palanquilla y produce alambrón y cabillas. Como el acero combustiona a 1600 grados y el laminador de vaciado continuo montado por los rusos no llegó a funcionar, los desechos de silicio, azufre y otras sustancias necesitan de una torre de 120 metros de altura para evacuar los gases hacia el mar. La chimenea más alta quedó en 70 metros, por lo que los gases se condensan en el aire y caen como lluvia ácida sobre el entorno.
Un experto en lubricantes afirma que esto se agrava por la ausencia de una empresa ecológica que controle las muestras y multe a las compañías que contaminan la tierra o la atmósfera. “Hay que recuperar los aceites y evitar que por roturas tecnológicas caigan al subsuelo, lo cual sucede a veces en la Antillana y otras fábricas del Cotorro, Guanabacoa o San José de las Lajas, donde las plantas depuradoras son anticuadas”.
Un ingeniero de la Antillana asegura que los problemas empeoran en esa empresa por la ausencia de Campana de radiación y campanas anti ruidos, lo que daña la salud de los fundidores, soldadores y otros obreros retirados antes de tiempo, además de afectar a la población y al ecosistema. En el Jardín botánico de La Habana han desaparecido algunas especies por los ácidos vertidos al espacio.
“Esto no sucede en el Laminador de Las Tunas, de tecnología italiana, realmente ecológico y con planta de agua. Allí los fundidores usan un collar en el cuello y un anillo que recoge la radiactividad diaria, analizada en un laboratorio de La Habana cada mes. Los talleres de pizarra eléctrica instalados por ACINOX con tecnología española en El Cotorro y Las Tunas también cumplen las normas internacionales.”
Las fábricas del Cotorro contaminan los afluentes del río Almendares que atraviesan su territorio, donde están ubicados el Basurero provincial denominado Cayo Cruz y el Vertedero Roca Azul de Residencial América, que filtran la tierra y el último contagia la presa El Cacao a través de un riachuelo cercano. Al manto freático van los aceites, combustibles y desechos energéticos de la Cervecería Hatuey, el Complejo lácteo de La Habana, la Jamonera de Santa María del Rosario y de otros centros productivos con problemas en la planta de tratamiento de agua, cuya piscina de decantación y trampas de productos ligeros no funcionan pues nadie multa a los responsables.
La Gomera de Loma de Tierra y la de Cuatro Caminos lanzan a la atmósfera el humo negro, menos agresivo que la lluvia ácida de Antillana de acero y los desechos de plomo que la Fundición Vulcano vierte sobre los pobladores de los repartos Paraíso y Cruz Verde.
Algunos ingenieros hablan del daño irreversible al flujo de aguas en el sur de la capital. Las zanjas de los municipios Cotorro, San Miguel del Padrón y Arroyo Naranjo se interconectan con los riachuelos que desembocan en la presa “Ejército Rebelde”, cuyas aguas son cada vez más grises. Algo similar sucede con la presa del Parque Lenin que fluye al río Las Cañas, acoplado al Cristal, afluente del Almendares.
Aunque la prensa cubana apenas aborda estos problemas, es evidente que la industria ubicada en la periferia de la capital sigue contaminando la atmósfera. Las consecuencias son impredecibles. Tal vez tan graves como la disecación de la Ciénaga de Zapata para sembrar arroz o la construcción de terraplenes sobre el mar para enlazar a los cayos del norte con los pueblos de Morón y Ciego de Ávila.
El tema de la contaminación ambiental rebasa los datos recogidos en torno a uno u otro municipio de la capital. Lo expresado hasta aquí es solo un botón de muestra de lo que acontece en otras partes de la isla.

lunes, 4 de mayo de 2009

El mismo cuento. Por Miguel Iturria Savón.

Mayo es un mes cálido y lluvioso pero comienza con un desfile que evoca un suceso del siglo XIX. El hecho no ocurrió en La Habana sino en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, donde la celebración es menos espectacular que en nuestra capital y en otros pueblos de Cuba, en los que los actos y las consignas marcan la memoria colectiva de varias generaciones.
Si no fuera por el discurso del Secretario general de los sindicatos y por las historias que ofrecen la radio, la televisión y los periódicos cada primero de mayo, millones de personas no estaríamos al tanto del sacrificio de aquellos trabajadores que reclamaban sus derechos en 1881.
Es bueno recordar las fechas históricas, pero cuando la evocación es convertida en espectáculo político con tantas banderas, discursos y metas resulta sospechoso pues detrás del pasado se encubren problemas e injusticias actuales.
Yo fui uno de esos adolescentes movilizados a la plaza por la escuela. Para nosotros el primero de mayo era un día festivo, no luctuoso. No escuchábamos los discursos ni veíamos el desfile. Tan pronto el ómnibus parqueaba cada cual cogía por su rumbo, en busca de la novia o del amigo que viviera más cerca del lugar del retorno. Éramos simples átomos que escapaban del tumulto, una cifra en las estadísticas de un régimen que mira al pasado para secuestrar el presente.
Aunque la dictadura del proletariado no es más que un mito, la exaltación de sucesos como el primero de mayo resulta imprescindible por su valor simbólico. Los obreros no son libres ni gobiernan el país, pero se les hace creer que detentan el poder y que viven bajo su propio paraíso.
Como la prensa acreditada en la isla reporta el desfile en base al guión entregado por las autoridades, éstas organizan cada detalle para demostrar el “apoyo incondicional del pueblo al socialismo”. En este juego de apariencias los sindicatos actúan “como polea de transmisión del Partido comunista”. Solo una voz se proyecta al mundo bajo tinglado de la dictadura.
No vale la pena describir los métodos de movilización, los estímulos previos, la coacción psicológica ni el papel de los medios de comunicación en la movilización de las masas el primero de mayo. Para los cubanos de la isla o del exilio eso sería tan aburrido como los discursos y los carteles que casi nadie escucha ni lee.
La celebración es, en cierta medida, un problema de atmósfera; un acto de legitimidad y propaganda; un ritual hacia afuera. El discurso del poder necesita los altoparlantes y la liturgia pública para perpetuar el dominio de una minoría burocrática sobre el resto de la sociedad. Mientras obtenga la complicidad de millares de ciudadanos gobernarán al país como a un rebaño.

Ciudad en rojo. Por Julio Aleaga Pesant.

La disciplina me llevó al Cine Yara, en el céntrico 23 y L del Vedado, a visualizar la primera película de ficción de Rebeca Chávez. Las historias contadas por mi madre, miembro del M-26-7, detenida varias veces en el Vivac de Santiago de Cuba y de mi padre, un lector de Carta Semanal, el periódico interno de los comunistas originarios, me hacían cercana la historia.
Además, la lectura obligada por el plan de estudio de mi adolescencia de Bertillón 166, la única gran obra de Soler Puig, apuraron mis pasos hasta la sala oscura, donde descubrí un filme violento, aburrido, retórico y en blanco y negro. Referencia a la forma de escribir la historia, de Xenia Riverí y de ponerla en pantalla por Rebeca.
Salvan los largos minutos de la duración, de una película corta en el tiempo pero larga y aburrida en su visionaje, las actuaciones, la fotografía y Santiago de Cuba. La ciudad fue captada por la cámara de Jorge Alderete en toda su exuberancia tropical, sus luces y sus silencios. Sin embargo, su constante movimiento y el abuso de ángulos cooperan en el desequilibrado maniqueísmo de una película que narra la historia de manera monocromática.
Mario Guerra (el sastre Quico), Eman Xor Oña (un miembro del Partido socialista popular encargado de contactar con los terroristas) y Patricio Wood (capitán del ejercito nacional, esbirro desalmado), son los baluartes actorales de la obra.
El carisma y la versatilidad de Mario Guerra, puesto a prueba en el musical Benny, roba aquí el alma del espectador con la gracia propia de los santiagueros y su tendencia al choteo como conducta. Otro es el tema con Oman, el actor negro por excelencia del cine cubano de estos tiempos (Los dioses rotos, Frutas en el café), quien aporta la madurez y sobriedad propia al personaje. Por ultimo, el caricaturizado personaje del jefe del ejército, en las manos de Patricio, le suma complejidad y sorpresa a la obra en la tesitura que quiso ser contada.
El trabajo de arte, dirigido por Lesbia ven Dumois, se reciente por dejadez. La década del 50 del siglo XX no solo se refleja en nuestros “dignos y aguerridos” almendrones (popular taxi cubano), o por ser el último momento de la arquitectura moderna en la isla, hoy destruida por el paso del tiempo. Es mucho más que eso y a la película le falta precisamente “eso”, para reflejar la época.
Además, el incomprensible epílogo, con el video clip de X Alfonso, deja boquiabierto a los espectadores, que si bien asimilan la violencia propuesta, sujeta a acciones súbitas y no preparadas, como la incompresible muerte de Quico y su esposa (que deja vacio el filme), se convierte en el sumun de la incoherencia narrativa.
Rebeca Chávez no se metió en camisa de once varas al hacer una película ficción sobre héroes y villanos. Fue victima de su labor como documentalista de la dictadura, cuyos arquetipos se dan sin matices. Su obra sirve para amplificar el mito de la violencia de una época y la necesidad de la revolución, en momentos en que su ocaso es cierto.
Por suerte, al estreno de Ciudad en Rojo le antecedieron El cuerno de la abundancia y Los dioses rotos. aleagapensant@yahoo.es