lunes, 8 de diciembre de 2008

La paz en Colombia. Por Aleaga Pessant.

LA PAZ EN COLOMBIA. / Aleaga Pesant.
En su constante afán de conocimiento político el Presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez, me llamó por teléfono para saber como adquirir el último libro acreditado al ex presidente Fidel Castro, La paz en Colombia.
Luego de largas pesquisas, solo pude avisarle que el titulo no se encontraba en la isla. Toda la producción fue enviada a la novel Feria del Libro de Caracas. Una forma de levantar las expectativas comerciales del texto. Quienes deseen leerlo en la isla deberán esperar a finales de enero.
Según los comentaristas oficiales, sobre todo el periodista Pedro de la Hoz, el texto goza de la referencia histórica. En ella se realza una supuesta posición del gobierno militar a promover la paz en el país suramericano.
Para lograr el objetivo citado, el libro, del que muchos discrepan fuera escrito por el ex presidente cubano, debe pasar por alto la larga historia de apoyo a los rebeldes armados contra el gobierno democrático, desde sus orígenes en la década del 60, su conversión en un santuario para los rebeldes años mas tarde, muchos de los cuales reciben tratamiento medico, a través del Departamento América del Comité Central comunista, que dirigían Piñeiro, Arbezú y Abreu. También debe obviar las relaciones con las organizaciones delictivas dedicadas al narcotráfico en la década del 80. Donde el General Ochoa y otros tres altos oficiales fusilados en 1989, solo fueron los chivos expiatorios
Se sabe que los grupos insurgentes colombianos, se destacaron como los favoritos entre los movimientos guerrilleros del exterior junto a la insurgencia que en Bolivia dirigió Ernesto Guevara hasta su muerte en 1967.
En los 70, el gobierno militar siguió soñando con desestabilizar a Colombia y le permitió a la guerrilla usar la isla como puesto de escucha. Años acá, la isla asumió un papel de apoyo diferente, a medida que las batallas entre las guerrillas izquierdistas, contra los paramilitares de derecha y la Doctrina de Seguridad Democrática, del Presidente Uribe socavara la estabilidad estratégica de esos grupos armados.
Colombia, que rompió relaciones diplomáticas con Cuba a principios de los 80, decidió cambiar la estrategia para involucrarla en los procesos de paz. De esa manera la convirtió en un presionador de la guerrilla.
La Habana, respondió a esa estrategia convirtiéndose en anfitrión de las negociaciones inacabables de paz entre el gobierno y la guerrilla del Ejercito de liberación nacional (ELN), suministrando a los terroristas la exclusiva área El Laguito, vedado a la población cubana y conservada meticulosamente para ser usada por dignatarios extranjeros; o limitándose a condenar verbalmente la muerte de los lideres de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia a manos del ejercito colombiano o a llorar la muerte del asesino Marulanda.
Las relaciones entre Bogotá y La Habana están mejorando de manera indudable en los últimos tiempos, sobre todo en el terreno económico. Pero de ahí a que el gobierno comunista trabaje por la paz en Colombia hay un tramo. Aunque los soportes de la dictadura traten de hacernos creer lo contrario.

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