viernes, 16 de enero de 2009

Aplastemos al infame (2). Por Pablo Méndez Piña.

Bajo la lupa de medio siglo de revolución, los habaneros hemos verificado con nuestra propia perspectiva el reciclado negativo de nuestra ciudad——¿Cambiamos la vaca por la chiva?—

——Púes, sí— es increíble el estancado provocado por el populismo en un país que hizo gala del , y poseyó una de las capitales más rutilantes de la contemporaneidad——y como paradoja de los abultados logros——hoy por hoy, la actual fotografía de la metrópoli exhibe la misma urbanización y calles comprimidas por los esterazos de aquellos tanques que transportaron a los barbudos vencedores de la conflagración light, que destronó la autocracia de Refugio numero 1, y estableció en su lugar un caudillaje totalitario en el Palacio de la Revolución.

Como bombardeados por misiles, actualmente los barrios de la Habana desarropan por los agujeros de sus guiñapos; estiradas cordilleras de escombros, un criminal apuñaleado de baches, pestilentes muladares, marismas de excrementos——En fin——Un gran desastre, que dista mucho de resolverse por parte de los administrativos gobernadores de la ciudad. Mientras tanto, los aguaceros de quejas sociales siguen inundando columnas de periódicos, y algún que otro tele noticiario reproduce los chispazos de esos reportajes.

——Por tanto, la pregunta de los 64 mil pesos es ¿Por qué no se resuelven los problemas?——Sin ambages nos echaríamos el dinero en la billetera todos los que pensamos que la del sistema socialista se convertirá en el balde donde verteríamos todas las culpas. Pero para hacer una tasación más ilustrativa, primero tratemos de dar respuestas a las siguientes interrogaciones——¿Por qué la construcción de un mediano condominio se prolonga por veinte años?—— ¿Por qué un semáforo permanece con un bombillo fundido más de seis meses?—— ¿ Por qué para perforar el pavimento, sólo trabajan un par de peones mientras diez están sentados en los alrededores?——¿Por qué a las 10:00 am, usted llega a un centro de trabajo y encuentra un cenáculo de obreros presidido por una botella de ron?——

Un semejante rodaron nuestros desencantados predecesores en el extinto Campo Socialista, puesto que el totalitarismo se propuso demoler toda la eficaz estructura disciplinaria y organizativa del proceso productivo que forjaron los capitalistas, o sea, transmutaron al vilipendiado capataz por un jefe de brigada que tiraría la casa por la ventana con un innovado desvío de recursos; robos, corrupción, y frivolidad empresarial, cuyas cancerígenas células fueron multiplicándose hasta hacer metástasis en todas las estructuras de labor.

También merece agregar a este engendro, el endurecimiento de los bolsillos del estado en su enfermiza reticencia a desembolsar un salario respetable a los trabajadores, considerando unilateralmente que todas las necesidades esenciales de esta masa proletaria están cubiertas sin reconocer . Por tanto, la gobernanza como subterfugio pregona los subsidios que reciben los cubanos en salud y educación, como si Cuba fuera el único país del orbe que los ofertara gratuitos.

No obstante, el mando centralizado se defiende de los pusilánimes habaneros, trayendo constructores provincianos que admiten abusivos jornales por angustiantes faenas, importan policías, y acarrean una hemorragia de advenedizos dirigentes más cuanto bicho raro halla, para seguir trompicándose con la misma piedra.

La revolución o , sigue montada en un carrusel que gira viciosamente con un mecanismo de autodestrucción en conteo regresivo, mientras prosiga dando un espaldarazo a la introducción de cambios en la contextura política y económica para regenerar la riqueza necesaria que impulsaría las grandes permutas sociales requeridas urgentemente por el país——y debe acondicionarse——al verismo de que los no lo remediarán los dólares de los excursionistas americanos, y mucho menos el dineral fácil de las remesas mientras permanezca en el poder un cráneo lacerado con la totalitaria y despilfarradora encefalopatía.

Entretanto, los capitalinos seguiremos añorando una Habana con las luminiscencias que teñían sus avenidas, armonizadas musicalmente y superpobladas por decolorados comercios; hoteles, teatros, cines, y luego de arruinarse con la desatención, estamos seguros que crecerá prontamente en latitud y altura. Aspiramos a que este deseo se consuma el día que volvamos a tener una economía de mercado, respetemos la propiedad, y exista la magistratura de una democracia que defienda estos valores.

——Creo que medio siglo es tiempo en demasía para evaluar si un sistema no sirve——.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Miguel, hubo varias ediciones que afectan las ideas de algunos parrafos, te ruego coordinarlas cuando tengas un chance", pablo