viernes, 23 de enero de 2009

Los nombres del demonio. Por Miguel Iturria Savón.

El domingo pasado, mientras esperaba por el pan en el centro comercial “La campana”, en calle 8 y 101, Cotorro, Ciudad Habana, fui testigo de una conversación rutinaria entre dos religiosos y un joven agnóstico y provocador.
María le informaba a José Manuel los detalles de la última sesión de la iglesia pentecostal a la que asiste habitualmente. Los versículos que leyó el pastor, la encarnación del Espíritu santo en una joven que oraba al Señor para tener su hijo y otras interioridades del culto empezaban a cansarme, cuando el citado José María la interrumpió para referirle algunos aspectos del templo bautista al que acude los domingos por la tarde.
Ella retomó la palabra con fanatismo. “Yo voy a casi todas las iglesias cristianas, pero solo siento derramarse el Espíritu santo en la pentecostal. Orar es hablar con Dios…”
María no pudo continuar, el chico de la bicicleta que escuchaba con fastidio la interrumpió:
-“¿No rezan ustedes por el alma de Fidel Castro, dicen que se está muriendo?”-
-“¡Oh, no, de él nunca hablamos, solo nos importa las cosas celestiales!”-
- “Deberías pensarlo, él es el verdadero señor de todos los cubanos; su poder es inmenso”-
Ante el giro que tomaba la charla y como el pan se demoraba, José Manuel decidió frenar al chiquillo con una verdad escolástica:
-“El señor es uno solo y está en los cielos, su poder es infinito. Jesús Cristo es Hijo, Padre y Espíritu santo; ¿cómo te atreves a compararlo con un gobernante?”-
El chiquillo entonces sacó sus segundas intenciones, mirando a María le preguntó:
-“¿Y quién es el Comandante; si no es Dios debe ser Satanás, por algo le dicen la Bestia, el Caballo, el Anticristo…?”
Un viejo que estaba detrás interrumpió al insolente:
-“Deja eso muchacho que nos vas a complicar a todos. Si es lo que tú dices, bien, y si no también, aquí lo que importa es el pan”-
Hubo rumores y expectación, pero la cola empezó a moverse y el tumulto para adquirir el pan de cinco y de diez pesos disminuyó el interés en la charla iniciada por María y José Manuel, quienes pospusieron su plática para otro momento; mientras el joven de la bicicleta volvía a su puesto con una sonrisa en los labios.
Al marchar a casa con el pan bajo el brazo pensé en la aparente trivialidad del asunto. Algunos religiosos comentan sus rituales en cualquier sitio para evadir la aridez de la realidad. Pero asociar al ex gobernante enfermo con el Demonio en un lugar público es una osadía que infiere la caída de los estereotipos.
Hay leyendas que se extinguen por el cansancio de sus fantasmas. Si Fidel Castro sobrevive es en el folclor, el choteo y en los apodos que inventan los jóvenes para eludir al Innombrable. ¿Será obra del Satanás o el castigo divino por sus pecados terrenales?

No hay comentarios: