lunes, 6 de octubre de 2008

Mujeres apasionadas. Por Miguel Iturria Savón.

Ellas quieren ser felices y han echado a andar por sus propios pies. Andan como los demás: dos pasos al frente, uno al costado y tres atrás. Son alegres, atractivas, optimistas y desobedientes. Se llaman Ana, Aracelis, Janet, Kenia, Miladis y Niurka. No buscan a un hombre que las represente, pero si aparece un buen tipo se convierten en señoras y aprenden a portarse bien.
De ellas, solo Aracelis estuvo presa como medida cautelar. La acusan de asediar a los jovencitos. Su hermana Janet contrató a un abogado pues en el Tribunal municipal de El Cotorro le informaron que le aplicarán la Ley de peligrosidad social. Tal vez por eso Aracelis está tranquila a pesar de las miradas y propuestas de los hombres que desean subir al cielo en sus brazos.
A Kenia le va bien con su tercer esposo, aunque no tanto como a la sobrina que vive en el sur de Italia con un blanco narizón, a quien una chica envidiosa le hizo llegar los datos del amante que la mulata contrató como chofer cuando vino de vacaciones.
Ana, Miladis y Janet siguen solteras y tranquilas. Solo sus atributos físicos y la sensualidad de sus pasos delatan los sueños y las pasiones que cobijan en la piel. Ellas renuevan la esperanza de viajar al extranjero y comentan con desenfado el ejemplo de Niurka, la ex mujer de Juanito, quien llegó hace unos días de Buenos Aires, a donde viaja dos veces al año a solicitud de su nueva pareja sentimental.
A los treinta y siete años Niurka no es la mulata de ensueños que vino a conquistar La Habana desde los Mangos de Baraguá, un caserío montañoso de la zona oriental mencionado en los libros de historia. Ya no es una jovencita, pero es elegante, viste a la moda, tiene casa propia, un ex marido que le cuida al hijo mientras viaja y un amante argentino de clase media que paga sus gastos y la llama los fines de semana.
Mi vecina ha triunfado en el mercado del sexo. Es centro de los murmullos del barrio. Su casa es visitada por las amigas que esperan por otro príncipe azul. La hija de Miladis y varias chicas balbucientes le piden consejos. Ella les sugiere orientarse al turismo y estudiar inglés.
Quizás tenga razón, pues las jineteras cubanas ejercen el viejo oficio de las féminas con un fin predeterminado: marcharse del país y ayudar a la familia. ¿Por qué querrán irse de una isla tan bella?
Si la esperanza es la lluvia de las almas, les deseo suerte a mis alegres y atractivas vecinas. Me satisface saludarlas con una sonrisa cómplice, saber que se sienten libres en medio de tantas incertidumbres, desarraigos y alienación.
Ana, Aracelis, Janet, Kenia, Miladis, Niurka y otras exploradoras del horizonte insular son mujeres apasionadas, como las brasileñas de ficción de la telenovela de las nueve. Sus sueños y problemas tapizan el lienzo de nuestra realidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

saludos miguel justo vengo de disfrutar tus sabias escrituras y como prueba dejo mi comentario espero continuar leyendo cronicas y publicaciones con este tipo de contenido gracias a tu lucidez y exactitud ANDY REY

euskaldum dijo...

Hola, Andy. Me alegra lo que dices y espero sigas conectado. En breve enviaré la entrevista que te hice a Cubaencuentro pues no ha salido en Cubanet y no la he colgado en mi blog para conservarla inédita para otros medios. Un abrazo desde Cuba, Miguel.

euskaldum dijo...

Hola, Andy. Me alegra lo que dices y espero sigas conectado. En breve enviaré la entrevista que te hice a Cubaencuentro pues no ha salido en Cubanet y no la he colgado en mi blog para conservarla inédita para otros medios. Un abrazo desde Cuba, Miguel.