miércoles, 18 de febrero de 2009

Bachelet vino a La Habana. Por Luis Cino.

Lo más positivo del viaje a Cuba de la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, fue su participación en la Feria del Libro de La Habana. Al menos, tendremos el gusto de darnos un atracón con la poesía de Huidobro, Neruda y otros. Por ser Chile el país invitado este año, la editorial Arte y Literatura puso a la venta antologías con lo mejor de la literatura chilena y el Libro Mayor de Violeta Parra.
La Presidenta chilena asistió a la inauguración de la Feria el 12 de febrero en la fortaleza de La Cabaña. También estuvo, entre otros sitios del tour que preparan los anfitriones para estas ocasiones, en Casa de las Américas, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños y el Aula Magna de la Universidad de La Habana. En todos los casos, pronunció discursos en los que habló de la integración latinoamericana, de las ventajas de la cooperación entre los países de la región y de los desafíos comunes.
En cambio, no se entrevistó con líderes disidentes ni habló de derechos humanos. Bachelet nos dejó con las ganas de escuchar sus experiencias de cómo Chile afrontó el tránsito de una sanguinaria dictadura militar a la democracia. Luego de la visita en enero de la Presidenta argentina, ni siquiera la información de la doctora Bachelet de que Fidel está bien, fue sorpresa. La Presidenta vino también a Cuba, sabrá Dios por qué, a poner su granito de arena en la legitimación del régimen de sucesión. A hacer al General Raúl Castro otro par entre sus primos, como cualquier otro presidente latinoamericano democráticamente electo. ¿Acaso no entró Cuba al Grupo de Río? No es que los cubanos nos creamos el ombligo del mundo y esperemos más de lo que realmente merecemos de la solidaridad internacional. Pero esperábamos algo a favor de nuestra libertad de la Presidenta con nombre de canción que alguna vez se enfrentó a una tiranía y luchó por los derechos humanos.
Durante la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile admiré el desempeño de Bachelet. Vociferaban un puñado de energúmenos disfrazados de presidentes y el monarca español perdía la paciencia y mandaba a callar a Hugo Chávez. Bachelet logró salvar la Cumbre. Luego, cantó con un grupo de niños y con Inti Illimani.
El 11 de febrero, Michelle pasó revista a la guardia que formó filas en su honor en el Palacio de la Revolución. Junto al General Raúl Castro lució marcial. Después de todo, la señora, que además de médico y ministra de Salud, lo fue también de Defensa, está acostumbrada a tratar con militares. Incluso a tolerar, Pinochet mediante, a los militares represores de los que su padre, que era General, fue víctima. Los mismos milicos fascistas que la forzaron, como a otros millares de chilenos, a marchar al exilio. El perdón, el olvido y la tolerancia son cosas de las transiciones democráticas. Los cubanos tenemos mucho que aprender al respecto, pero Michelle Bachelet no parece dispuesta a enseñarnos. Es una lástima que el tiempo sea largo y la memoria tan corta. Puede que eso o algo parecido lo haya dicho alguno de los buenos poetas chilenos que podremos leer gracias a la Feria del Libro.luicino2004@yahoo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cinio, Marti dijo: que contemplar un crimen en silencio es como cometerlo, la señorara Bachelet vino a la Habana, y en vez de vestirse con democracia intercambiando con la disidencia, sólo se contento con oir las voces de la dictadura que ha fabricado el doble de los cadaveres que Pinochet.
Camposanto