miércoles, 17 de septiembre de 2008

Fin de una utopía. Por Miguel Iturria Savón.

Fin de una utopía. / Miguel Iturria Savón.

Acabo de leer Fin de una utopía. La mitología y el mesianismo marxista, ensayo monográfico del escritor Juan F. Benemelis, publicado en Miami por el Grupo de apoyo a la democracia. La obra, de gran valor histórico, filosófico e informativo, ofrece un análisis crítico de los vuelcos y distorsiones de una doctrina que influyó en generaciones de académicos y políticos, pero fracasó en su aplicación social.
Como advierte Frank Hernández Trujillo en el Prefacio, Benemelis “nos brinda acceso a un tipo de información que ha sido ignorada por la mayoría de los académicos de…habla hispana, los cuales estando en mucho de los casos influenciados por estas mismas doctrinas fracasadas, persisten en defender lo indefendible, o soslayar del todo la catástrofe creada a nivel mundial por el comunismo y sus principales líderes, desde Vladimir Lenin hasta Pol Pot, con su trágica secuela de ejecuciones sumarias, masivas violaciones de los derechos humanos y millones de prisioneros de conciencia”.
En más de 400 páginas el autor repasa las formulaciones esenciales de Marx y Engels, sus continuadores (Karl Kautsky, V.I. Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, N. Bujarin, Gramsci), detractores (F. Lassalle, Pierre J. Proudhon, Max Stirner, Mijaíl Bakunin) y otros que revisaron o aplicaron el marxismo a la sociedad contemporánea, cuyo experimento demostró las limitaciones filosóficas y económicas de una ideología presentada como panacea humana en un período de crisis de las certezas metafísicas y existenciales.
Fin de una utopía es un libro ameno a pesar de su amplitud expositiva. Benemelis demuestre maestría historiográfica, agudeza hermenéutica y honestidad en el análisis de las hipótesis y el manejo de las fuentes. La obra consta de una introducción, treinta capítulos breves estructurados en tres partes, decenas de ilustraciones y un apéndice bibliográfico.
Se trata de un análisis abarcador, incisivo y creíble, que parte de las profecías de Marx, el determinismo de sus postulados filosóficos, el reduccionismo economicista, la deuda y la tergiversación de Hegel, Feurbach y otros antecesores, así como la teoría de la historia, la revolución francesa de 1848 como su prueba de fuego, el intento de aplicar el evolucionismo de Darwin a la historia, la inversión del análisis de la dialéctica, la economía política, las tesis de la lucha de clases, la teoría del estado, la dictadura del proletariado y el forcejeo entre marxistas y anarquistas, continuadores, revisionistas y las fórmulas en torno al estado socialista, el partido, la nueva clase, etc.
Benemelis esclarece lo expuesto por Lenin en detrimento de Marx, la espontaneidad del líder bolchevique, las variedades del marxismo, su aplicación en Rusia, el totalitarismo, la burocracia y el “socialismo real”. Aclara que:
“El marxismo, condicionado a su siglo de nacimiento y expresión, no pudo sobreponerse y reasimilar teóricamente en su totalidad el violento salto técnico-industrial del capitalismo. Luego de su conformación…sus postulados quedaron relacionados solo a las mismas condiciones socio-económicas que le posibilitaron la emergencia como cuerpo ideológico” (página 139).
El ensayista contextualiza su obra, revela la teoría, la depauperación de sus postulados, los criterios en torno a su praxis, la crítica del estado estalinista, las causas del “triunfo del socialismo” en las periferias del capitalismo, las influencias del sistema en los países del Tercer mundo”, el expansionismo soviético, el fantasma del marxismo en los nuevos filósofos, la apelación a lo absoluto y los procesos históricos y económicos que inciden en su colapso, pues “…el marxismo fue cogido por sorpresa, precisamente, en su dogma principal, en la supuesta decrepitud capitalista. El capitalismo renació y sobrepasó todas las expectativas y terminó arrollando al socialismo” (p. 263).
Analiza al respecto como en el capitalismo hubo una profunda revolución sistémica y organizativa que fue dirigida por los gerentes y los tecnócratas, a diferencia del bloque soviético que estaba señoreado por la burocracia.
Expone además, la impronta de la Segunda guerra mundial, el ajedrez atómico, la doctrina de la guerra fría, así como conflictos que involucran a Occidente y al Bloque soviético, la Era Brezhnev, la Guerra de las galaxias y la “Era Reagan” y las reformas iniciadas por Mijaíl Gorbachov, cuya equivocación “fue pensar que el comunismo podía ser reformado, sin estimar que falto de una ideología totalitaria el sistema no podría existir…” (p.444).
En Fin de una utopía. La mitología y el mesianismo marxista, Juan F. Benemelis valora, finalmente, el esfuerzo conceptual de neo marxistas como Max Hokheimer, fundador de la Escuela de Frankfurt, quien “quiso inventar un marxismo no determinista”; Herbert Marcuse, que “no pudo construir un marxismo iconoclasta”; Michel Foucault, “de constructor de todo y constructor del marxismo” y Jurgen Habermas, al cual se debe “el último intento serio por restablecer a Marx”.
El libro de Benemelis que circula en Cuba, donde la Utopía comunista aún es un contrasentido histórico, actúa como un arcoíris de esperanza en las almas que luchan por los cambios.