miércoles, 3 de septiembre de 2008

Casos violentos. Por Miguel Iturria Savón.

Casos violentos. / Miguel Iturria Savón.

El robo con violencia e intimidación de las personas es, probablemente, el delito más cometido en Ciudad de La Habana y, tal vez, en otras regiones del país. Basta con aguzar el oído en cualquier barrio capitalino o asistir al Tribunal provincial para informarnos de sucesos que quiebran el orden social.
El viernes pasado, en la calle 221 del reparto Cruz Verde, municipio Cotorro, tres enmascarados entraron con una pistola y dos cuchillos en la vivienda de un señor que cambiaba dólares. Ante la negativa del hombre le dieron una golpiza delante de la mujer y cogieron al hijo de ambos por el cuello. Se llevaron el dinero por la puerta de entrada. Algo similar sucedió meses atrás en la otra cuadra, donde sorprendieron al anciano Miguel Martínez Ávila, a quien los enmascarados anestesiaron antes de registrarlo todo.
Un día antes asistí, casualmente, al juicio de dos ladrones que asaltaron a una vecina de Monte y Rayo, en La Habana Vieja. La víctima tenía 76 años y comercializaba objetos artesanales en la Feria de Monte. Uno de los delincuentes vivía en los bajos de su apartamento. El otro era su amigo de prisión y vino a preguntarle por alguien con dinero para “darle un palo”. Los dos poseían antecedentes penales y estaban bajo libertad condicional.
Acordaron los detalles del robo. El día de los hechos, el aliado del vecino de la anciana llegó al edificio con uniforme de inspector de Salud pública, lo cual favoreció la entrada al domicilio. Ataron a la vieja y le taparon la boca, lo que provocó su muerte por asfixia pues al marcharse la dejaron inmóvil y sin posibilidad de respirar.
El bandido de los bajos se enteró enseguida de la defunción, el otro al visitarlo dos o tres días después, en que decide huir con lo poco que le quedaba del saqueo, ya que la víctima tenía menos de lo esperado. Su cómplice guardó silencio y lo mandó a un escondite de El Cotorro, donde sería sorprendido posteriormente.
Durante el juicio, la esposa del maleante de Monte y Rayo testificó en su contra. Habló de los encuentros previos de los atracadores y ratificó que su marido, de quien está embarazada, no fue un simple encubridor sino un participante; ella lo vio subir al domicilio de la difunta.
Al exponer lo sucedido, el fiscal habló de asesinato y evocó al respecto el artículo 263, inciso J del Código penal cubano. Pidió veinte años de prisión para cada uno de los inculpados, pues en caso de muerte violenta se agrava la responsabilidad de los agresores.
El proceso analizado es uno de los robos con violencia presenciados por este reportero en la Sala de lo penal del Tribunal provincial de Ciudad Habana, el jueves de la semana anterior. En un próximo artículo volveremos sobre un tema que constituye un flagelo para la vida de las personas.