viernes, 8 de agosto de 2008

Pedro Páramo. Valoración de un texto.

PEDRO PÁRAMO, LA VALORACIÓN DEL TEXTO EN RULFO.
Por Lucas Garve.
Juan Rulfo (1817-1986) con su novela Pedro Páramo cierra el ciclo de las grandes novelas de la Revolución Mejicana. A diferencia de Azuela, no refleja el proceso de las luchas –presentes en las obras de Azuela- sino el resultado del mismo, la destrucción del sistema de relaciones feudales existentes.
Pedro Páramo es uno de los ejemplos con los cuales la narrativa hispanoamericana se inscribe en la novedosa línea de la expresión contemporánea. Pedro Páramo es la conclusión aterradora y sugerente del panorama mejicano. Particularmente, es el producto de las influencias de la Revolución mejicana en la Literatura. Con ella, Rulfo cerró el ciclo de las novelas que recibieron influencias directas del proceso mejicano en el siglo XX.
En Comala se hunde un mundo cuyas relaciones están empantanadas porque el tiempo no transcurre. Pedro Páramo, el personaje, está muerto socialmente, como el resto de los pobladores, pues carece de comunicación. A la vez, está es la razón por la que no podrá salir de Comala. A pesar de todo, tampoco le interesa salir de Comala. Conoce que su destino está unido a la destrucción del pueblo.
Un sentimiento de frío recorre el ámbito interno de cada personaje porque después de la muerte no hay esperanza, ni ilusión. En consecuencia, Pedro Páramo es solamente “un rencor vivo”. Y este rencor sabe a frustración. Acto que se consuma ante la muerte de Susana San Juan.
También se han frustrado todas las ilusiones de los comalenses, Doloritas Preciado lo expresa cuando dice: “Llanuras verdes. Ver subir y bajar horizontes con el viento que muere en las espigas, el rigor dela tarde con la lluvia de múltiples rizos. El olor de la alfalfa y del pan. Un pueblo que huele a miel derramada…”
Es la misma Doloritas que llega a abandonar a su marido y antes de morir suplica a su hija, cobrar a su padre lo que nunca le dio. Insatisfacción que acompaña a Doloritas Preciado a la tumba, al igual que a Eduviges Dyada y a todos los muertos “que charlan en murmullos que parecen ya débiles ecos”. Entonces, se reviste de sugerencia el texto para lograr atemporalidad, llevando poder a la intuición, gracias a lo meta textual.
El pasaje de un plano a otro y la exposición de hechos simultáneos contribuyen a exponer ante el lector la historia y lo empuja al juicio. Esta forma de estructurar distintos temas para ofrecerlos como un todo corresponde a las influencias de la nueva expresión europea y norteamericana que nos trae a la mente a Joyce como a Faulkner y Dos Passos.
Este juego del tiempo, primero, ayuda a Rulfo en la búsqueda de una universalización que incide en la clásica validez de la obra. En segundo lugar, garantiza a dejar libre el frágil lirismo que traspasa el tema general y que insufla a la obra una pasmosa maleabilidad propia de un trasfondo poético que se percibe en la estructura interna de la oración.
Está en la yuxtaposición de monólogos, murmullos, diálogos por personajes incorpóreos que quedan en la atmósfera mágica que envuelve al pueblo que terminan sosteniendo el ambiente suprarreal. Un lento río que transcurre inquieto bajo la superficie.
Aquí alcanza Rulfo el pleno éxito, en lo logrado al hacer hablar a los muertos, el contarse y recontarse sus propias historias y frustraciones. Tomemos cómo Damiana Cisneros se refiere a Eduviges Dyada “Pobre Eduviges, debe andar penando todavía”. Aquí a Rulfo le interesa dejar marcado el sentido de infinitud, de acción no acabada en el tiempo.
Es interesante al tratar el asunto de los ámbitos tocar el tema de la realidad. Estamos pues obligados a examinar la formación de la imagen rulfiana. Imagen en donde la sensualidad juega un carácter definitorio. Por ejemplo: Pueblo sin ruidos/… pisadas huecas repitiendo su sonido/ el eco de las paredes teñidas por el sol al atardecer.
En sí no hay una percepción completa sino toda una serie de sensaciones, las que compuestas o encadenadas logran ofrecer una imagen meta textual de la realidad.”Un pueblo que huele a miel derramada”, “… no sentir otro sabor sino el del azahar de los naranjos en la tibieza del tiempo”. Aquí vale hacer la misma reiterada afirmación sobre el alto potencial lírico de la oración en toda la novela.
Evidentemente, este tratamiento nos fuerza a pensar en el subjetivismo que invade la obra. Rulfo procesa la realidad tomándola como punto de partida y criterio para saltar a lo trascendental. Emplea como trampolín el contraste de la sensualidad de la imagen con la desnudez del paisaje.
Con este texto, Juan Rulfo alcanza a separarse de las novelas hispanoamericanas de la primera etapa. Las llamadas “novelas de la selva” en las cuales el hombre se enfrentaba a las fuerzas naturales. Con Pedro Páramo, Rulfo expone la desesperanza de la muerte y la irracionalidad de la lucha. Un aire de vanguardia impregna el texto y lo identifica con la Modernidad.
FIN. LG. -0-0-0-0-0-

1 comentario:

euskaldum dijo...

Certero, Lucas, tu análisis de esta novela de Rulfo, tan renovadora y esencial que a mí, por analogía, me sugiere el drama de Cuba, este feudo de otro Pedro que convirtió la isla en un gran latifundio, como el de su padre, quien vino de Galicia con la mentalidad de la España eterna. Recibiré con gusto otra reseña literaria o cultural. Gracias, Miguel.