viernes, 18 de julio de 2008

Los diarios de Chacón y Calvo. (Primera parte). Miguel Iturria Savón.

Los diarios de Chacón y Calvo. (Primera parte). Miguel Iturria Savón.
El Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba está publicando los diarios inéditos de José María Chacón y Calvo (La Habana, 1992-1969), ensayista, historiador y crítico literario de vasta obra, quien ocupó cargos diplomáticos en Madrid, desde 1918 hasta 1936, y encabezó la Dirección de Cultura de la Secretaria de Educación, entre noviembre de 1936 y octubre de 1944. En España alternó sus funciones con las investigaciones filológicas, la recopilación de documentos históricos y cultivó la amistad con figuras como Miguel de Unamuno, Menéndez Pidal, Azorín, Alfonso Reyes, García Lorca y Rafael Alberti, lo cual consta en su amplia correspondencia y en sus diarios personales.
Chacón y Calvo legó una enorme y valiosa papelería distribuida entre Madrid y La Habana. En nuestra capital, sus fondos documentales son atesorados por el citado Instituto de Literatura y Lingüística, que editó en el 2006 su Diario íntimo de la Revolución Española, obra de gran valor histórico, testimonial y literario, redactada en Madrid a partir del 22 de julio –cinco días después de desatarse la tragedia- y concluida en el barco que lo trasladaba a la Isla, el 5 de noviembre del mismo año.
La edición estuvo a cargo de la doctora Nuria Gregory Torada, Directora del mismo, quien escribió la Presentación, escogió las cartas del Epílogo y redactó las notas que actualizan y enriquecen la obra, aunque algunas resultan excesivas pues sobrepasan el texto original y obligan al lector a un esfuerzo paralelo de información.
La larga estancia de Chacón y Calvo en España y su condición de enlace entre la Isla y los exponentes literarios y académicos de la antigua metrópoli, lo convirtieron en un testigo de excepción en medio de una contienda que rebasó las fronteras de España e influyó en Europa y en América. Se trata, por tanto, de un documento conmovedor que retrata la personalidad de Chacón, su inteligencia y coraje, la magnitud de su entrega y las acciones realizadas para salvar a los perseguidos por la guerra.
El autor describe con precisión los sucesos que vio con sus propios ojos y refiere como intervino en algunos. Revela gestiones humanitarias, encuentros con funcionarios del Gobierno republicano, el cuerpo diplomático y con amigos que lo involucran en hechos delicados. El día 22 de julio anota: “…era un movimiento desorbitado,…/...En la calle había rostros cabizbajos... gestos airados, voces ásperas. Expectación. Zozobra…”
La introspección está presente en cada página, sirve de puente entre el yo y la historia y favorece el análisis de los propios sentimientos encontrados. Asegura la fiabilidad del testimonio y le concede vigor y dinamismo. El escritor controla el material. Se implica y nos compromete. El amplio sentido que extrae de los hechos analizados demuestra su habilidad literaria.
Aunque la guerra puso en crisis su percepción de España, Chacón y Calvo convirtió la tragedia en materia prima del texto, lo cual enriquece la textura de estas páginas esenciales, en las que censura “la barbarie desatada” mientras describe sus gestiones para obtener asilo o refugio para las “víctimas de circunstancias inicuas”. Habla de los amigos incorporados al frente, del cierre de las iglesias, la desolación de las calles, las noticias de la Radio; las causas del conflicto en la voz de un joven combatiente y “la decisión admirable de las milicias…”
El autor no abraza el silencio ni se mantiene en él. No es imparcial. Tomó partido por la vida. Llamó a la conciliación, pero se apegó a la causa republicana. Trata de concertar los deberes diplomáticos con sus principios humanitarios y una posición neutral ante la beligerancia desenfrenada.
A veces acude a ironías y alusiones para expresar su estado de ánimo. En ese tono se refiere a los “ateneos libertarios” (anarquistas) y a las tensiones en la Embajada de Cuba, que adquirió una residencia auxiliar para albergar a los refugiados, a pesar de las limitaciones impuestas por el Embajador de la Isla, Manuel Serafín Pichardo Peralta, a quien califica de hombre con “sensibilidad de la Edad de Piedra”.
Pudiéramos hacer un catálogo con las personalidades que transitan por las páginas del Diario íntimo de la Revolución Española. Figuras cimeras del entorno académico, políticos de gran protagonismo, diplomáticos cubanos, escritores como Lino Novás Calvo, Rafael Suárez Solís y Antonio Marichalar; el historiador Alfonso Rodríguez Aldabe; los milicianos amigos de Chacón y otros que coincidieron con él en gestiones y sucesos. La madre del autor es una presencia omnisciente.
La atmósfera de incertidumbre y de escepticismo marca la escritura. El escritor valora la actuación de varios políticos republicanos, el papel del pueblo y las milicias, la incautación de palacios, los asesinatos aislados y se queja de las indiscreciones de “esa gente fina…que parece no saber nada de lo que sucede en España”.
No escapan a su pluma la constitución de los Comités de vecinos; el incendio en la Cárcel Modelo de Madrid, los cubanos apresados en la misma; el asesinato de García Lorca; las tropas que pasan; los gritos de combate; la mística religiosa de los revolucionarios; las olas humanas en la Embajada de Cuba y la llegada de Pablo de la Torriente Brau, “fuerza auténtica de la naturaleza”.
El Diario es una obra notable de observación. En un tono apacible expone encuentros y decepciones, pequeñas tragedias, rumores no confirmados, reuniones para evacuar a los extranjeros, gestiones de asilo, documentos controversiales. El autor lo ve todo –o casi todo-. Es mesuradamente elocuente. Recrea la atmósfera de tensión, los bombardeos, los amigos que parten. Decir la verdad –su verdad-, equivale a una liberación, a un renacer como ser humano.
Otro diario de este creador fue editado en el 2007 por el mismo Instituto de Literatura y Lingüística. Lo comentaremos en un próximo artículo, pues forman parte del rescate espiritual del gran publicista y promotor cultural cubano.

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