lunes, 6 de abril de 2009

La copia y el original. Por Miguel Iturria Savón.

En La Habana, las personas comienzan a expresar sus opiniones en público. Hace poco, en el Parque central, dos hombres hablaban con desdén sobre Fidel Castro Ruz, calificándolo como “mono de feria”. Días después, unos jóvenes que tomaban cervezas en la Taberna de la Villa Panamericana, decían horrores del ex gobernante. Ayer, en plena calle Obispo, fui testigo del diálogo de tres amigas otoñales empeñadas en distinguir la “copia del original”.
Supuse que la “copia” es Raúl, sucesor del “original” Fidel, el gobernante más locuaz y de mayor permanencia en el poder durante la historia de Cuba. En julio del 2006 le entregó la nave insular a su hermano Raúl, quien ejercía como vicejefe desde 1959. Como la “copia” sigue fiel al “original” existe una dualidad de poder que frena al gobierno, genera problemas y estimula las burlas de los ciudadanos.
Como Fidel está enfermo pero “reflexiona” sobre los asuntos de Estado y Raúl acentúa el conteo regresivo de la dictadura, las señoras que charlaban a mi lado en la calle Obispo satirizaban los delirios del “original” y el enfoque militarista de la “copia” para enfrentar la corrupción, el robo y abastecer los mercados. Discrepaban sobre las diferencias de mando de los hermanos Castro:
-¿”Cómo tu puedes estar de acuerdo con Raúl, si él apenas habla, es pedante y lo prohíbe casi todo?”-, preguntó la rubia que caminaba delante cuando entramos en la Dulcería de Obispo.
-“No estoy de acuerdo con el cierre del mercado libre y con la persecución de quienes sobreviven del trabajo por cuenta propia. Lo bueno del gobierno de Raúl es que despide y condena a los ministros y empresarios que roban. Fidel los cambiaba de puesto si les eran fieles-“, respondió la mulata cuarentona que iba a su lado.
- “Si, pero Raúl es su copia, es un Fidel sin barba ni discursos. Él también es corrupto. Dicen que el nuevo ministro de las Fuerzas armadas le lleva la chequera de los dólares-“, intervino la trigueña.
- “Tal vea sea cierto, pero Fidel dejaba vivir, había productos fuera de las shopping. En un par de años Raúl acabó con casi todo. El cuentecito de la eficiencia no se lo cree ni él mismo-,” dijo la mulata y bajó la voz al percatarse que las vendedoras y yo escuchábamos en silencio, mientras ellas escogían unos dulces finos y un pan de piquitos, como si estuvieran en su casa.
Al salir de la Panadería pensé aclararles algunas cosas a las amigas que paseaban por la calle Obispo, pero el lugar no es bueno para levantar banderas. Yo iba para el Centro de arte “Wilfredo Lam” y no quería contaminarme con la política del país, a veces me asquea.
Por muy simple que parezcan las opiniones de las personas sin agenda, creo que es una mirada interesante. La libertad comienza con la necesidad de expresarse. Si es en público y sobre un tema tabú, pues mejor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo. Espero que salga registrado en el mapita.