viernes, 19 de septiembre de 2008

Dementes en las calles de La Habana. Por Miguel Iturria Savón.


Dementes en las calles de La Habana.

Yo bajaba la escalinata de la Universidad de La Habana. Ella hablaba con la estatua del Alma mater. Parecía rezar. Al percatarse de mi presencia me miró con desdén. Solo la escuché decir: “yo soy dama, no tortillera…”.
Volví a verla después en el parquecito del frente, a un costado del Hotel Colina. Decía lo mismo dirigiéndose a los árboles y a las personas que esperábamos el P 4 y otros ómnibus. Uno de los estudiantes le gritó una barbaridad y la mulata cruzó la calle hacia el monumento de Julio A. Mella, líder estudiantil de los años 20, quien debió escucharla en silencio.
La loca que merodea la Universidad de La Habana me recordó a Josefa, una mulata de Mantilla ingresada en el manicomio de El Cotorro, donde a veces visito a Pedro, un amigo de la infancia aquejado de alucinaciones. Josefa exorciza sus complejos sexuales con demostraciones que involucra a otros alienados frente a visitantes, empleados y transeúntes.
He coincidido con algunos desequilibrados en el Parque del Quijote y en la Parada de ómnibus de la heladería Copelia, en El Vedado. Se de otros locos que deambulan por los parques Central y de la Fraternidad, donde tropiezan con mendigos, putas baratas y timadores de todo tipo.
A veces los chiflados vagabundean entre los travestis del Parque “El Curita”; buscan refugio en el portal del Palacio de Aldama, o molestan a los enamorados del Parque situado en Prado y Cárcel, cerca del túnel de la bahía, de donde son espantados por los policías orientales, guardianes de los turistas extranjeros que pasean por ese tramo del Malecón habanero o aprecian las fortalezas coloniales del Morro y La Cabaña.
El entorno de locura de nuestra capital es cada vez más perceptible. El problema es sensible, complejo y rebasa a la familia.
Un amigo psiquiatra habla de la reciente creación de las clínicas de higiene mental en cada municipio y de las salas especializadas de los principales hospitales de la capital. Afirma que “solo los sanatorios Gary García, anexo al Hospital nacional; el San Juan de Dios, de la Iglesia católica, y el célebre Hospital Mazorra tienen salas transitorias para atenuar los casos más urgentes”.
La cantidad de dementes que vagan por las calles, plazas, parques y otros lugares públicos supera la respuesta de las autoridades de Salud pública de la capital cubana. La locura no es un limbo de espera, sino un reto a nuestra condición humana.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La ambiguedad del jinete. Por Miguel Iturria Savón.

La ambigüedad del jinete. / Miguel Iturria Savón.

El hermano de un amigo pintor se aproxima a su sueño de viajar a los Estados Unidos. La certeza del matrimonio con una norteamericana parece un hecho. Ella vino a conocerlo después de casi un año de intercambiar mensajes por email. La pasaron bien entre La Habana y Varadero. Él demostró sus habilidades como amante y sus conocimientos del inglés. Hablaron de la casa y del negocio que ella tiene en Chicago, donde lo espera dentro de dos o tres meses, vía México, pues es muy complicado casarse en la isla.
Antes de que su amada partiera ultimaron los detalles y los costos del reencuentro en Norteamérica. Ya él tiene el dinero, la Carta de invitación y el pretexto para pedir la visa en la Embajada de México. Si las autoridades insulares le conceden el Permiso de salida todo será cuestión de tiempo. Con una visa temporal podrá recorrer la nación azteca y atravesar la frontera por El Paso, en Juárez, donde se identificará como cubano y pedirá asilo en los Estados Unidos.
Todo bien planeado, menos la incertidumbre y el temor de la travesía. Él vacila ante la posibilidad del salto. Lleva cinco años usando Internet para conseguir esposa; ha noviado con varias extranjeras, pero solo tres aceptaron su propuesta de matrimonio. El hermano de mi amigo no es un salvaje tropical, sino un profesional de 42 años, fuerte y presumido. La cincuentona de Chicago no es hermosa pero constituye su tabla de salvación para abandonar el paraíso caribeño.
Osmani pensaba casarse en un Bufete internacional de La Habana, hacer la fiesta en La Maison y partir hacia New York junto a su esposa, como un señor de cuello y corbata, sin riesgos ni contactos con los peligrosos mexicanos, cuyo Gobierno devuelve a los balseros de la isla.
Ante las ínfulas del profesor mulato, mi amigo pintor y otros socios del barrio le hacen propuesta audaces. Lázaro el zapatero le pidió canjear a la norteamericana por su amante holandesa, una psicóloga que viene en busca de salsa y sexo sin compromisos.
Orestes, el hermano de Osmani, piensa que su pariente lo quiere todo a cambio de nada. “Se comporta como si fuera Brad Pitt. Es un vanidoso sin futuro”.
Tal vez el hermano de mi amigo tenga sus razones. No es lo mismo capear el temporal junto a la familia que depender de una rubia en Chicago. Aquí juega a que trabaja, allá tendrá que coger al toro por los cuernos.
Los hombres que jinetean por Internet desde La Habana enfrentan más riesgos que las muchachas que pescan turistas en los hoteles. A ellas cualquier europeo ingenuo les propone matrimonio. Ellos se convierten en gigoló de las criollas o en potros salvajes de las europeas que compran el placer.
Hay una dama que espera en una ciudad del norte. Tal vez el caballero insular no esté preparado para viajes y romerías. Las andanzas y las búsquedas tienen su precio.

Fin de una utopía. Por Miguel Iturria Savón.

Fin de una utopía. / Miguel Iturria Savón.

Acabo de leer Fin de una utopía. La mitología y el mesianismo marxista, ensayo monográfico del escritor Juan F. Benemelis, publicado en Miami por el Grupo de apoyo a la democracia. La obra, de gran valor histórico, filosófico e informativo, ofrece un análisis crítico de los vuelcos y distorsiones de una doctrina que influyó en generaciones de académicos y políticos, pero fracasó en su aplicación social.
Como advierte Frank Hernández Trujillo en el Prefacio, Benemelis “nos brinda acceso a un tipo de información que ha sido ignorada por la mayoría de los académicos de…habla hispana, los cuales estando en mucho de los casos influenciados por estas mismas doctrinas fracasadas, persisten en defender lo indefendible, o soslayar del todo la catástrofe creada a nivel mundial por el comunismo y sus principales líderes, desde Vladimir Lenin hasta Pol Pot, con su trágica secuela de ejecuciones sumarias, masivas violaciones de los derechos humanos y millones de prisioneros de conciencia”.
En más de 400 páginas el autor repasa las formulaciones esenciales de Marx y Engels, sus continuadores (Karl Kautsky, V.I. Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, N. Bujarin, Gramsci), detractores (F. Lassalle, Pierre J. Proudhon, Max Stirner, Mijaíl Bakunin) y otros que revisaron o aplicaron el marxismo a la sociedad contemporánea, cuyo experimento demostró las limitaciones filosóficas y económicas de una ideología presentada como panacea humana en un período de crisis de las certezas metafísicas y existenciales.
Fin de una utopía es un libro ameno a pesar de su amplitud expositiva. Benemelis demuestre maestría historiográfica, agudeza hermenéutica y honestidad en el análisis de las hipótesis y el manejo de las fuentes. La obra consta de una introducción, treinta capítulos breves estructurados en tres partes, decenas de ilustraciones y un apéndice bibliográfico.
Se trata de un análisis abarcador, incisivo y creíble, que parte de las profecías de Marx, el determinismo de sus postulados filosóficos, el reduccionismo economicista, la deuda y la tergiversación de Hegel, Feurbach y otros antecesores, así como la teoría de la historia, la revolución francesa de 1848 como su prueba de fuego, el intento de aplicar el evolucionismo de Darwin a la historia, la inversión del análisis de la dialéctica, la economía política, las tesis de la lucha de clases, la teoría del estado, la dictadura del proletariado y el forcejeo entre marxistas y anarquistas, continuadores, revisionistas y las fórmulas en torno al estado socialista, el partido, la nueva clase, etc.
Benemelis esclarece lo expuesto por Lenin en detrimento de Marx, la espontaneidad del líder bolchevique, las variedades del marxismo, su aplicación en Rusia, el totalitarismo, la burocracia y el “socialismo real”. Aclara que:
“El marxismo, condicionado a su siglo de nacimiento y expresión, no pudo sobreponerse y reasimilar teóricamente en su totalidad el violento salto técnico-industrial del capitalismo. Luego de su conformación…sus postulados quedaron relacionados solo a las mismas condiciones socio-económicas que le posibilitaron la emergencia como cuerpo ideológico” (página 139).
El ensayista contextualiza su obra, revela la teoría, la depauperación de sus postulados, los criterios en torno a su praxis, la crítica del estado estalinista, las causas del “triunfo del socialismo” en las periferias del capitalismo, las influencias del sistema en los países del Tercer mundo”, el expansionismo soviético, el fantasma del marxismo en los nuevos filósofos, la apelación a lo absoluto y los procesos históricos y económicos que inciden en su colapso, pues “…el marxismo fue cogido por sorpresa, precisamente, en su dogma principal, en la supuesta decrepitud capitalista. El capitalismo renació y sobrepasó todas las expectativas y terminó arrollando al socialismo” (p. 263).
Analiza al respecto como en el capitalismo hubo una profunda revolución sistémica y organizativa que fue dirigida por los gerentes y los tecnócratas, a diferencia del bloque soviético que estaba señoreado por la burocracia.
Expone además, la impronta de la Segunda guerra mundial, el ajedrez atómico, la doctrina de la guerra fría, así como conflictos que involucran a Occidente y al Bloque soviético, la Era Brezhnev, la Guerra de las galaxias y la “Era Reagan” y las reformas iniciadas por Mijaíl Gorbachov, cuya equivocación “fue pensar que el comunismo podía ser reformado, sin estimar que falto de una ideología totalitaria el sistema no podría existir…” (p.444).
En Fin de una utopía. La mitología y el mesianismo marxista, Juan F. Benemelis valora, finalmente, el esfuerzo conceptual de neo marxistas como Max Hokheimer, fundador de la Escuela de Frankfurt, quien “quiso inventar un marxismo no determinista”; Herbert Marcuse, que “no pudo construir un marxismo iconoclasta”; Michel Foucault, “de constructor de todo y constructor del marxismo” y Jurgen Habermas, al cual se debe “el último intento serio por restablecer a Marx”.
El libro de Benemelis que circula en Cuba, donde la Utopía comunista aún es un contrasentido histórico, actúa como un arcoíris de esperanza en las almas que luchan por los cambios.

lunes, 15 de septiembre de 2008

De Gustav a Ike. Por M. Iturria Savón.

De Gustav a Ike. / Miguel Iturria Savón.
A veces hay noticias que conmueven a los cubanos. En el mayor archipiélago del Caribe el tiempo parece detenido. Solo el campeonato de beisbol, el mundial de fútbol o algún ciclón nos sacan de la rutina. Nuestros medios no transmiten informaciones con color; nos aburre el Noticiero nacional, la Mesa redonda y los partes de batallas y victorias del diario Granma, donde florecen las reflexiones del gladiador herido que desafía a la muerte. La guaracha noticiosa es reproducida por las emisoras radiales desde la Punta de Maisí, en el extremo oriental, hasta el Cabo de San Antonio, en Pinar del Río.
Agosto fue una excepción. Primero las Olimpiadas de Beijing y la rabieta oficial por el descalabro deportivo insular. Después el impetuoso ciclón Gustav que dejó sin casa a miles de pobladores del sur de La Habana, Pinar del Río e Isla de Pinos. Al comenzar septiembre hubo que posponer el inicio del curso escolar por los desastres en decenas de escuelas. Cinco días después, el doctor Rubiera, meteorólogo en jefe, pronosticó el paso del huracán Ike, cuya hoja de ruta dispara los temores y las medidas de seguridad en todo el país.
Ike ya es noticia. Atraviesa la isla desde el sábado 6 de septiembre. Sus embates causaron estragos en la zona norte oriental. Sus aguas y vientos pasaron de Maisí y Baracoa a las poblaciones de Holguín; la trayectoria incluye a Camagüey, Ciego de Ávila y otras provincias de este archipiélago largo y estrecho.
La embriaguez ciclónica está justificada. Nos une la inminencia del peligro. Miles de cubanos de la zona costera han sido albergados. En la noche del domingo siete las imágenes de los viento y de las inundaciones en Baracoa conmovieron a los habaneros. Las aguas saltaron el malecón de la ciudad primada. Los partes radiales y televisivos transmitían también la furia de Ike en Antillas, Banes, Holguín, Nuevitas y Morón.
Los informes y las imágenes del desastre nos preparan para lo que viene. Las autoridades se ocupan del fenómeno mediante la Defensa civil, las entidades estatales y los Consejos municipales y provincias de defensa. El general Raúl Castro distribuyó a los vicepresidentes del Consejo de Estado y de ministros por todo el país. Machado Ventura en Holguín, Esteban Lazo en Matanzas, Carlos Lage en Ciudad Habana y algunos generales en otras jurisdicciones. Todos presiden y hablan en reuniones locales, dicen más o menos lo mismo, a excepción de los militares que apenas platican o gruñen un par de órdenes.
De Gustav a Ike no hubo transición. Solo cinco o seis días de lamentaciones, promesas y consignas. Aún no sabemos el saldo final. Ambos articulan las desgracias de los cubanos más humildes. Los huracanes son monstruos que pasan, no creen en lemas ni otorgan tiempo, pero ponen a prueba los recursos y la capacidad de la administración para reparar los daños.
Aunque los cubanos nos burlamos de todo, incluida la desgracia propia, hay que meditar sobre estos fenómenos que multiplican los problemas y ponen a prueba al Gobierno, en cuyas manos está la distribución de la ayuda ofrecida por Rusia, España, Estados Unidos, Venezuela y otras naciones. Esperemos que la élite utilice las reservas estatales y los recursos foráneos para atenuar la tragedia de los sin casa. Ya veremos.

Un lindo concierto. Por Luis Cino.

Un lindo concierto. Luís Cino.

Finalmente, el rockero Gorki Águila no fue a prisión. Parece que el régimen hizo sus cálculos y comprendió que no valía la pena pagar el costo político de encarcelar en estos momentos a un cantante punk de Marianao por muy contestatario que sea. Se conformaron con imponerle una fuerte multa. Fue una suerte, porque si hubiera sido por la solidaridad que artistas e intelectuales le pidieron a Pablo Milanés, Gorki estaría tras las rejas.

La noche del día 28 de agosto, Pablo Milanés, imperturbable, acompañado por sus invitados, hizo su multitudinario concierto en la Tribuna Antiimperialista y lo dedicó a la juventud cubana. No se lo pudo estropear el cielo nublado que amenazaba tormenta, la abrumadora presencia policial ni los que sacaron carteles por la libertad de Gorki Águila.

La lluvia no cayó. Los que pedían que Gorki no fuera a prisión (entre ellos la bloguera Yoani Sánchez, su esposo, el periodista Reinaldo Escobar y músicos de Porno para Ricardo) recibieron una oportuna y discreta paliza.

Los raperos de Los Aldeanos no importunaron demasiado. Puede que rapearan contra el racismo y el abuso policial, como de costumbre, pero esta vez fue sobre un background tan alto (el único problema de sonido que tuvo el espectáculo) que apenas se entendió lo que cantaron. El público sólo vio el manoteo agresivo de los raperos y el abrazo del aliviado Pablo cuando terminaron su actuación.

Por lo demás, el concierto fue todo un éxito. Pablo Milanés es como el vino: mientras más viejo, mejor. ¿Alguien lo duda? Cantó como siempre, como nadie. Hizo dúos con su hija Haydee, Omara Portuondo, Haila, Andy Montañés, Polito Ibáñez, David Blanco, Raúl Torres y Santiago Feliú.

Pero se quedaron con las ganas los que luego del concierto en el teatro Mella, esperaban en el Protestódromo palabras de solidaridad de uno de los padres fundadores de la Nueva Trova con Gorki Águila. En lugar de ello, Pablo Milanés explicó a los periodistas de la televisión cubana la significación que entraña para él que el concierto hubiera tenido lugar justamente en la Tribuna Antiimperialista, porque sigue siendo, dijo, “aunque no lo proclame todos los días, antiimperialista y revolucionario”.

Pablo es generoso y sabe, además de donde dice peligro, perdonar a los Jefes. Ya olvidó su estancia en las UMAP y el dinero que le robaron cuando cerraron el negocito de la PM Records (él tiene más en su casa)…Las declaraciones contestatarias que le ha dado por hacer últimamente son como las oraciones a Dios, cuando están en aprietos, de los tipos que habitualmente dicen ser ateos: por si acaso…

Después de todo, pensará Pablo, si a él lo enviaron a las UMAP, Gorki Águila, en 1966, sólo por cantar la primera estrofa de El Comandante, se hubiera podrido en La Cabaña o lo hubieran fusilado. Una señal alentadora de que estos son otros tiempos. Sólo hay que ser comprensivos, tener paciencia y esperar por los cambios para perfeccionar el socialismo. Si acaso, y sobre todo afuera, hacer alguna que otra declaración audaz de vez en cuando. No más. Por las impertinencias de un cantante de freakies, no vale la pena correr riesgos. Mucho menos echar a perder un lindo concierto.
luicino2004@yahoo.com

Minutos de gloria. Por Miguel Iturria Savón.

Minutos de gloria. / Miguel Iturria Savón.

La cobertura de prensa dada por las autoridades cubanas al paso por la isla de los ciclones Gustav e Ike sobrepasó las expectativas de tales desastres. Los pronósticos meteorológicos, los partes de la Defensa civil, las declaraciones de los vicepresidentes del gobierno y el protagonismo de los secretarios del partido de las provincias afectadas convirtieron a los huracanes en neurosis colectiva a tono con la dramaturgia del poder.
Hubo un diseño publicitario de la tensión, una estrategia del miedo, un afán político por adueñarse de lo impredecible. Solo eso justifica tantas consignas, llamados de alertas, profecías funestas y las ordenanzas de disciplina y obediencia a los ciudadanos.
En el esquema informativo fue notable el contraste entre el Instituto de meteorología, el profesionalismo tendencioso de locutores y periodistas y la grisura del discurso de los generales que recorrían las provincias dañadas, en las cuales el secretario del Partido único, convertido en presidente del Consejo de defensa, repetía el guión de salvar a las personas y proteger las propiedades del estado.
Las desgracias convertidas en noticias les dieron un minuto de gloria a los funcionarios de las regiones arrasadas. Hasta el Comandante enfermo, histrión de sucesos anteriores, aprovechó su ascendencia mediática para “reflexionar” sobre el asedio de los ciclones y hablar de las ayudas que recibiríamos.
A los desmanes provocados en los últimos días de agosto por las lluvias y los vientos de Gustav en Isla de Pinos, el sudeste de La Habana y parte de Pinar del Río, se sumó el paso de Ike por el nordeste de Oriente, Camagüey, Ciego de Ávila y la costa sur del resto de la isla, hasta subir por Pinar del Río y adentrarse en el Golfo de México, al concluir la primera semana de septiembre.
Los huracanes no son el problema principal que atraviesa Cuba, arrasada por medio siglo de totalitarismo autoritario, pero estos fenómenos incrementan las penurias de miles de personas que pierden sus casas. La economía se resiente y los burócratas multiplican las promesas, mientras la radio y la televisión reconstruyen la esperanza desde el monocromático discurso revolucionario.
Tal discurso convierte en guaracha la seriedad informativa de algunos medios. El culto a las orientaciones autocráticas en medio de tanto desastre parece un contrasentido. ¿De qué vale lo que diga Fidel Castro desde la cama a las personas que pierden el techo de su casa? ¿Acaso un vendaval obedece las órdenes de un General de ejército que envía a otros militares al lugar del peligro?
El lastre retórico y la mordaza a toda crítica en medio del ciclón acentúan el fetichismo del partido y de los burócratas sin alma que invocan al pueblo y a la revolución, como si estos, por arte de magia, alejarán las tempestades y disiparán las pérdidas ocasionadas por las tormentas que estremecen cada año a la isla, entre mayo y noviembre.
Los medios informativos pusieron a Gustav e Ike en el alma de los cubanos, ¿pero enfrentará el gobierno las secuelas materiales de tales sucesos?

La decepción de Fito. Por Luis Cino.

La decepción de Fito. Luís Cino.

Aún recuerdo el multitudinario concierto del rockero argentino Fito Páez en la Plaza de la Revolución de La Habana en 1993. Fue la primera vez que pisé la Plaza 8. La segunda (y última) fue cuatro años después, en enero de 1998, cuando vino a Cuba el Papa Juan Pablo II y miles de habaneros nos dimos el gusto de gritar a voz en cuello: ¡Libertad!

Han pasado más de 14 años del concierto, pero me parece que fue la semana pasada. Mientras el bajo y la batería atacaban los primeros compases de “El amor después del amor”, un mar de cuerpos jóvenes se movía y agitaba los brazos al cielo, como si imploraran en vano por la esperanza y la felicidad que parecían estarles eterna y definitivamente vedadas…

Guardo pocos recuerdos gratos de los años 90. Eran tiempos de hambre y apagones, de amigos que se iban en balsas y se los tragaba el mar. En un anuncio que trasmitía la televisión, Fito Páez sonreía, levantaba el pulgar y nos invitaba a resistir para salvar la revolución. Parecía un chiste de mal gusto.

Desde hacía varios años, además de Fito Páez, cantautores argentinos como León Gieco, Charlie García y Juan Carlos Baglietto eran muy populares en Cuba. Su forma de cantar y componer influía tanto a los rockeros como a los cantores de la novísima trova que llamaban “los topos”. Tal vez fuera porque parecía infalible su fórmula para cantar en clave bajo una dictadura.

Todos ellos, en mayor o menor medida, se mostraban solidarios con la revolución cubana, como si no repararan que, signo ideológico aparte, no era más que otra dictadura. Y nosotros, resignados a la indiferencia de casi todo el mundo, convencidos que de todos modos “los dinosaurios van a desaparecer” (como decía Charlie en tiempos de las Malvinas) los seguíamos oyendo cantar a todos… también a Fito Páez.

Fito Páez, con sus greñas, sus gafas de miope y su banda rock, llegó por primera vez a Cuba a un festival de Varadero, a finales de los años 80. La última vez que estuvo en La Habana fue el pasado diciembre, para tocar en la ceremonia de inauguración del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Primero fue el ambiguo discurso de Alfredo Guevara. Luego, Fito Páez, sólo al piano, tocó las viejas canciones. Sonaron nostálgicas, supieron a despedida.

Fito Páez acaba de expresar su decepción con la revolución cubana detenida. Reparó en que más de 49 años es demasiado tiempo para que los mismos tipos sigan aferrados al poder. Los sueños cuando no terminan nunca, se convierten en pesadillas. Si lo sabremos nosotros…

El cantautor argentino nos desea buena suerte y mejores tiempos. Es su forma de desagraviarnos por la vez aquella en que, en un errado anuncio televisivo, se burló de nuestra desgracia y nos aconsejó resistir.

Al menos por mi parte, estamos en paz. Aquello de “quien dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón” sigue siendo una de mis canciones preferidas.
luicino2004@yahoo.com

Desventuras de un violador. Por M. Iturria Savón.

Desventuras de un violador. / Miguel Iturria Savón.
Alain Garcón Torres, un mulato oriental de 27 años, detenido el 9 de marzo y asegurado con la medida de prisión provisional, fue llevado a juicio días atrás en una de las salas de lo penal del Tribunal provincial de Ciudad Habana.
El acusado es vecino de Contramaestre, pero cometió sus últimas fechorías en la Guinera, Arroyo Naranjo, donde obtuvo refugio en noviembre del 2007, al escapar de la prisión La Caoba, ubicada en Palma Soriano, provincia Santiago de Cuba, en la cual cumplía siete años desde enero del 2004 por el delito de violación.
La vista oral de Alain Garcón fue un ejemplo de los hechos violentos cometidos casi a diario por los delincuentes que convierten a la Guinera en uno de los lugares más inseguros de la capital y, quizás, del país.
El citado Alain irrumpió en una fiesta el 9 de marzo del año en curso. Se encontraban allí Nilda Yisel y Thomas Díaz en compañía de las menores Yinet R. Álvarez y Claudia E. Cuello, a quienes siguió cuando se marcharon del lugar. Las alcanzó en la Calzada de Bejucal, entre Álamo y Mendoza, Arroyo Naranjo, pero solo pudo forcejear con T. Díaz pues las demás corrieron. Alain la despojó de los zapatos Adidas y regresó a los alrededores de la fiesta en busca de otras víctimas.
Se fijó entonces en Mónica Gort, Yasiel Ojeda y en la menor Yeilis Beatriz Rodríguez, a la cual agarró por el cuello, le puso un cuchillo en la espalda y le exigió a sus acompañantes que los dejaran solos. Mientras Mónica y Yasiel buscaban a la policía, Alain introdujo a Yeilis en un pasillo e intentó desnudarla, pero la chica lo golpeó en los testículos y escapó; en el forcejeo previo él le arrebató la cadena de plata y una joya rectangular valorada en 200 pesos.
Esa noche Alain persistió en sus asaltos. En otro lugar de Arroyo Naranjo observó a Dianeyvis Tejera Suárez, la siguió con su cuchillo y, sorpresivamente, trató de arrebatarle la cadena de oro Goldfish que llevaba al cuello. La muchacha lo enfrentó como una fiera, lo mordió y empezó a gritar hasta que salieron los vecinos. Él se marchó sin cumplir su objetivo. Un rato después fue detenido por dos policías.
Al día siguiente, en las presentaciones para el reconocimiento, Alain Garcón Torres fue identificado por varios afectados. Le ocuparon el cuchillo que utilizó en sus atracos y algunos de los objetos robados.
La sarta de desventuras del prófugo oriental es más risible que patética. Sus confesiones ante el Tribunal fueron tan burdas como los asaltos que protagonizó para violar y apropiarse de las prendas de varias muchachas en lugares públicos. En el juicio quedó demostrada la violación en grado de tentativa, con coacción y otras tropelías. El fiscal le pide 18 años de prisión.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Poemario de una calle. Por M. Iturria Savón.

Poemario de una calle. / Miguel Iturria Savón.

Al leer Curazao 24: cuidado con el perro, de Reinaldo Bragado Bretaña, me dirigí a esa calle con el libro en la mano. Frente a la casa del autor, una biplanta con escalera lateral, pasillo y solar al fondo, pensé en la grisura del ambiente habanero que modeló al escritor hasta 1988, cuando marchó al exilio con su manojo de versos en algún bolsillo, sin saber que solo con el pensamiento retornaría al “callejón breve y acogedor”, donde tuvo amores, varios gatos y una perra.
Supongo que los fantasmas que escoltaron a Bragado durante décadas le informaron que en lo alto de su casa se construyen dos nuevas viviendas, cosa inusual en zona de derrumbes y turistas. Tal vez le dijeron que el neoclásico Palacio de Balboa sigue en pie, al igual que el de las Ursulinas y los restos de las murallas que espolearon su imaginación mientras caminaba por Acosta, Jesús María o Merced hacia la Puerta de Arsenal en busca del parque, el tren o el azul del cielo que compensan la grisura de La Habana vieja, rediviva en los primeros poemas de Curazao 24.
El poemario restaura la memoria de la calle, la casa y el entorno citadino del creador, quien lo divide en tres partes y antepone una Nota introductoria para hablar de sus libros y del origen de su calle. La Habana es el centro de la Primera parte, mientras la casa gravita en la Segunda y Afuera da título a los últimos poemas.
El poemario de una callecita detenida en el tiempo y de una ciudad, que “tiene de fiera y de ángel”, de “cascada y huracán”, deviene ejercicio intelectual de catarsis, cuyo acento personal se ajusta al coloquialismo, estilo recurrente en la poesía cubana de finales del siglo XX, período formativo y vital de Reinaldo Bragado Bretaña, cuya sensibilidad poética colinda con la ficción, género en el cual demostró mayor talento.
Aunque no todos los versos alcanzan la excelencia, se aprecia el oficio de un artista que juega con las palabras, las metáforas y otros recursos. Bragado recrea de forma alusiva la tensión que caracterizó sus esfuerzos por la democracia en Cuba, sin caer en las trampas del existencialismo y de la politización que lastra la poesía.
Sus poemas son un prisma de La Habana, una mirada emotiva de los sueños, los ruidos, los insomnios, las amenazas, las alegrías y las luces de una ciudad bullente que impone máscaras a quienes intentan redescubrirla. En el mapa de Bragado hay coordenadas que orientan a los lectores desde un semáforo, un balcón, un bar o un baño de señoras que se besan mientras esperan un té.
Reaparece aquí “algún trozo de historia… asomado en las murallas”, el salitre de las campanas, la humedad, los naufragios de un corsario, “viajero suicida” que “observa los castillos sin cañones”, junto a “el mar de difuntos que vigilan tus sueños”; mientras “el anillo se enreda en la curva del arcoíris” y “la puerta se cierra…en la tuerca de la tarde”.
De imágenes y obsesiones se nutre Mi casa, la del narrador que escribió en Curazao 24 y limpió sus versos en el exilio, cual testimonio de corales, épocas, camuflajes, cerraduras y otras vivencias recicladas en la escritura para desmontar la rutina cotidiana, los gestos banales y la soledad de un hombre sensible e inteligente sumergido en un tiempo que lo desborda.
Este poemario de una calle y una ciudad también es un catálogo de temores, búsquedas, esperas y consejos. En la Tercera parte gravita esa atmósfera desarrollada en sus novelas. “Cuando escribo silencio me sale ruido / y las letras conspiran en el papel” (Caligrafía). “En estos días el mejor lugar para un hombre justo / es el banquillo de los acusados” (Oferta). “Hay estados…/ que provocan diluvios”, etc.Curazao 24 es algo más que un cuaderno de versos, tal vez la memoria de un creador con vocación de cronista. La lectura de sus estrofas es un pasaje a La Habana. ¡Bienvenidos a bordo!

Cuestión de etiquetas. Por Luis Cino.

Cuestión de etiquetas. Luís Cino.

Hoy en Cuba la música que más difunden es algo sincopado que se parece a la salsa y el hip hop, pero no es ninguna de las dos cosas.

Muchos intérpretes para conseguir el sonido de “lo que más gusta” mezclan reguetón, timba, rap, jazz, reggae, rhythm and blues y merengue. Al híbrido de híbridos que resulta lo llaman de forma indiscriminada, “fusión”.

La cuestión de las etiquetas se ha convertido en otra más de las preocupaciones de los músicos cubanos. Sobre algunos de los nombres con que califican su música pesan estigmas casi inexplicables.

Israel Rojas, cantante del grupo Buena Fe, en una reciente entrevista con la publicación mensual La Calle del Medio, deploró que lo consideren un exponente de la música pop. Hace casi una década, cuando el dúo de trovadores guantanameros empezó a hacerse acompañar por una banda de formato rock y grabó su primer disco, aceptó ( por inocencia o ignorancia) que lo categorizaran como “pop”. Ahora lo lamenta.

“Nada ha hecho más daño a nuestra carrera que esas tres letras. Eso nos ha impedido saltar a una categoría superior, a la de un trabajo más serio”, dice Rojas, quien compone canciones con textos inteligentes, a menudo de crítica social.

“Si tú quieres estar jodido en este país en los altos círculos de legitimación del arte, que te categoricen como pop” expresó el cantante. “Puedes apuntar al arte más excelso, que si es pop, no puedes aspirar a ganar un Gran Premio de Cubadisco o a que el Instituto Cubano de la Música te tenga en cuenta como arte legítimamente cubano”.

Dayani Lozano, Diana Fuentes, David Blanco, David Torrens y Raúl Paz, entre otros, también enfrentan problemas similares de sub valoración por ser caracterizados como intérpretes del pop.

Más allá de sus aspectos estéticos y de su amplio margen creativo, la música pop se ha convertido en el saco sin fondo donde críticos y especialistas echan las manifestaciones musicales sin una clara definición conceptual. Basta con que predominen los instrumentos electrónicos, el ritmo isócrono y ciertas armonías vocales para que rotulen, casi nunca para bien, la música de algunos artistas como “pop”.

Esto de las categorías crea verdaderos embrollos (que a veces lindan con el dislate) a la hora de los premios Lucas y Cubadisco. Ante tanto prejuicio, muchos artistas prefieren evitar el membrete de “pop” y recurrir al comodín en boga: la fusión.

Algunos músicos, como X Alfonso, en la búsqueda de nuevas sonoridades, trabajan con seriedad y talento en fusionar géneros diversos auxiliados por la intertextualidad postmoderna y códigos concretos de la cubanidad. Pero en gran parte de los casos, la fusión se ha convertido en la oportuna coartada de intérpretes que sin encasillarse en un estilo definido, deciden eludir a toda costa que los clasifiquen como “pop” y los metan en el saco.

De cualquier modo, los aguardan otras acechanzas. Si quieren aspirar al mercado internacional, tienen que esperar que “los descubra” algún empresario extranjero. Casi siempre bajo contratos leoninos, estos empresarios fungirán como agencia de marketing para su representación y promoción en el exterior. Ya en ese momento, los artistas se habrán visto obligados a hacer un sin número de concesiones en cuanto a repertorio, formato y hasta en el modo de peinar, vestir o moverse en escena.

Estas disqueras introducen en sus mercados una “música cubana” que no es tal, porque redujeron su definición y la diseñaron a su gusto y conveniencia. Es la que llega a España y luego a México y parte de Latinoamérica. No mucho más allá. Los mercados norteamericanos y europeos son casi inaccesibles para cubanos.

Pero en el exterior los aguardan una nueva etiqueta y otro saco sin fondo. Todas las manifestaciones musicales del Tercer Mundo (más o menos “exóticas”) que no se pueden englobar dentro de las clasificaciones al uso de la música occidental, se venden como World Music. Es como si a los músicos cubanos los persiguiera, entre otros maleficios, la maldición de las etiquetas.

La cantante Osdalgia, otra aprensiva con los encasillamientos, resumió hace algún tiempo el panorama de la música nacional: “La creación de ritmos y géneros refresca el quehacer, pero cuando lo nuevo es la mescolanza de un cantante desafinado con una voz mal educada y gesto torpe, un texto vulgar o mediocre, un facilismo armónico, cuando sólo eso es lo que se escucha y cuando para colmo, muchísimos músicos de excelentes condiciones le hacen eco para obtener mayor difusión, es para preocuparse”.

luicino2004@yahoo.com

De tragedia en tragedia. Por Miguel Iturria Savón.

De tragedia en tragedia. / Miguel Iturria Savón.

Se apagaban los ecos de la Olimpiada de Beijing, celebradas del 8 al 24 de agosto, cuando los medios informativos insulares comenzaron a ofrecer los pronósticos del ciclón Gustav, cuyos vientos dejaron decenas de muertos y destruyeron las casas de cientos de personas en Haití, República Dominicana y Jamaica.
Como el huracán avanzaba despacio por el sur de Cuba y debía atravesarla por la zona central u occidental, la televisión, la radio y los periódicos, todos en manos del Estado, se pusieron en frecuencia para orientar a la población. Las medidas de la Defensa civil y los partes meteorológicos del doctor Rubiera concentraron la atención de la mayoría.
Hasta los más eufóricos amigos del deporte dejaron de hablar de las 24 medallas olímpicas (2 de oro, 11de plata y 11 de bronce) que ubicaron a Cuba en el 28 lugar internacional, peor que en Múnich 1972, para atender las profecías ciclónicas de los meteorólogos. ¿Qué pasaría en Matanzas, Varadero o La Habana Vieja si Gustav subía por esa zona hacia la Florida?
Gustav se impuso como un atleta caprichoso. Cuando atravesó Isla de Pinos ya era un huracán de cuarta categoría. La velocidad de sus vientos aumentó mientras devastaba a los municipios de Pinar del Río que colindan con La Habana. Volaron los techos y las paredes de miles de casas, naves de tabacos, escuelas y otras edificaciones; cientos de postes y torres eléctricas cayeron al suelo.
En Nueva Gerona, capital pinera, aún se estudia la magnitud de la tragedia. Hasta en la Mesa redonda se ilustró la patana que los vientos arrastraron del puerto a la ciudad. Las imágenes de vehículos, postes y árboles exhibidos por la televisión grafican el desastre, en contraste con los mensajes de esperanza de los locutores y funcionarios oficiales, quienes hablan de la revolución como si tal entelequia social fuera el genio de la lámpara que, por arte de magia, pondrá las cosas en su lugar.
La manipulación de la opinión pública en función del discurso oficial minimiza las consecuencias del desastre. Se ha creado un estado de orfandad entre las personas humildes que perdieron sus casas. Los albergues son insuficientes. Más que confianza en la revolución y sus demagógicos voceros, lo que hacen falta son recursos para reconstruir viviendas más sólidas y resistentes.
El huracán que arrasó la zona occidental de Cuba, el sábado 30 de octubre, es una tragedia real. Los resultados olímpicos de Beijing 2008 son una derrota en comparación con el 5to lugar obtenido en Barcelona 92, el 8vo de Atlanta 96 o el onceno puesto de Atenas 2004. Analicemos qué pasó para entender el descenso, no quiénes abandonaron la isla o fueron excluidos de su Delegación deportiva por razones políticas.
El puesto 28 se ajusta más a nuestro nivel económico. ¿De qué nos vale ser una potencia deportiva si cada vez que pasa un ciclón miles de personas pierden el techo y el hambre toca a las puertas de los afortunados?

viernes, 5 de septiembre de 2008

Historias cotidianas. / Miguel Iturria Savón.
Me contaba un enfermero del Hospital naval, ubicado al nordeste de La Habana, que en esa institución fue realizado un juicio ejemplarizante contra un galeno que vendía certificados de baja médica a los jóvenes empeñados en evadir el Servicio militar obligatorio.
Lo insólito del caso no radica en el juicio en si, sino en el estado de euforia colectiva creado por la abogada de la defensa, cuya brillantez argumentar desató el aplauso masivo de los asistentes, censurados después por el director del hospital, quien convocó a una reunión para analizar “la inconcebible actitud de apoyo a un infractor de la ética médica”.
El director tenía sus razones. Un juicio ejemplarizante no se realiza para aplaudir a quien comete un delito, sino para juzgarlo en público y evitar actos similares. La ley, por muy justa que sea, tiene carácter intimidatorio y preventivo. La vista oral no es una escenificación teatral, aunque los asistentes pueden ser influidos por los argumentos del fiscal, el abogado defensor o la decisión de los jueces.
En cierta medida, la euforia y los aplausos, más que premiar el talento de la defensa, desnaturalizaron el sentido ejemplarizante del juicio y beneficiaron al acusado; aunque mi informante asegura que el clínico que lucraba con certificados de baja médica ya no ejerce en ese ni en otro hospital militar del país.
Otros casos insólitos suceden en lugares públicos de Cuba. No todos terminan en las salas de los tribunales pues algunas víctimas no denuncian a los ladrones o agresores. Es el ejemplo de Humberto, el carnicero de San Pedro y Carretera central, en el municipio capitalino del Cotorro, a quien hace unos días tres malhechores habilidosos le robaron siete mil pesos, mediante un operativo premeditado que favoreció la fuga.
En esto de robar y fugarse a tiempo, los arrebatadores de cadenas han sentado cátedra en los ómnibus, parques y calles de La Habana. El modo de operar es conocido: casi siempre son tres, observan a la víctima y actúan por señas; uno se apropia sorpresivamente de la cadena, el reloj o la billetera, mientras los otros le “hacen la pala” para cubrirle el camino y favorecer la huida.
Un amigo que reside en Tapaste, cerca de San José de las Lajas, me contaba que tres estafadores desataron la ira de unos capos a quienes timaron con un “paquete de droga”. Al percatarse del engaño estos le “cazaron la pelea”, le dieron una golpiza ejemplar en medio del parque, los acusaron de robo con violencia y asistieron como víctimas al juicio de los amedrentados estafadores.
Desde hace varios años el índice de robo y violencia es alto y se mantiene relativamente estable. Las causales son disímiles. Los hechos mencionados son historias cotidianas.

Hablando de la moña. Por Luis Cino.

Hablando de La Moña. Luís Cino.

Paralelo al Simposio Cubano de Hip Hop, el Festival de Rap Capital de La Moña se desarrollará en Alamar, al este de La Habana, del 28 al 31 de agosto. Se anuncia que entre los 30 grupos que participarán están Ogguere, Anónimo Consejo, Hermanos de Causa y aún sin confirmar Los Aldeanos.

Ambos eventos contarán con el apoyo institucional del Consejo Nacional de Casas de Cultura, el Instituto de la Música, la Agencia Cubana de Rap y la Sociedad General de Autores y Editores.

Por no dejar de tener apoyo a la hora de teorizar sobre el rap, hasta madrinas “yumas” tendrán. Una es la antropóloga Melissa Rivere, de la Universidad de Minnesota, que cree atisbar en Cuba “un renacimiento del hip-hop”. La otra es huésped forzada del gobierno cubano, en un edificio de Alamar, desde hace más de 20 años. Nehanda Abioudon, fundadora del capítulo habanero de Agosto Negro, promotora de la cultura hip hop y prófuga del FBI desde los años en que dividía su tiempo entre la lucha armada, el robo de bancos y la pasión por la música soul de Marvin Gaye, James Brown y Curtis Mayfield.

Mala cosa para una música cimarrona como el rap que hayan tantas manos institucionales metidas en el asunto, sea para ayudar o para controlar (en la mayoría de los casos).

De hecho, la Agencia Cubana de Rap, de cuya existencia se precian las autoridades culturales de la isla, es un contrasentido. El organismo gubernamental encargado del rap ha hecho al género más daño que bien.

Creada en el año 2001, la Agencia Cubana de Rap fue un intento de institucionalización a la manera del extinto Movimiento de la Nueva Trova. La soberbia intolerante del Poder no podía ocultar su malestar ante la proliferación de raperos que gesticulaban agresivos y se quejaban del racismo, el abuso policial y la pobreza.

La Agencia, al intentar embridar las conductas de los raperos y atenuar la crudeza de sus textos, tuvo un efecto castrador y diluyente. Siete años después, poco más de una decena de grupos pertenecen a la agencia. De ellos, más de la mitad están alejados de la cultura hip hop y hacen reguetón. Los que aspiran a hacer un verdadero rap, se las arreglan como pueden fuera del paraguas estatal.

La cultura oficial se atoró con el rap. No pudieron entender que el hip hop, más que un género musical, es una filosofía de la vida, una cultura que incluye los graffiti, los DJs y las expresiones corporales de las B girls y los B boys. Los comisarios no entienden ni gustan de contraculturas.

Hoy en Cuba, la música que más se oye es algo que suena como rap, pero no lo es. Algunos intérpretes mezclan rap, reguetón, pop, timba y funky, para hacer “la música que más gusta”. A lo que resulta, inevitablemente sincopado, lo llaman con el término-comodín de “fusión”.

Así, es probable que en La Capital de La Moña (así llamaban a fines de los 80 al rap y el rhythm and blues que llegaban de Norteamérica) lo que menos se oiga sea hip hop en estado puro. Más difícil será evitar que las rimas, siquiera de refilón, hablen de racialidad y rebeldía.
luicino2004@yahoo.com

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Casos violentos. Por Miguel Iturria Savón.

Casos violentos. / Miguel Iturria Savón.

El robo con violencia e intimidación de las personas es, probablemente, el delito más cometido en Ciudad de La Habana y, tal vez, en otras regiones del país. Basta con aguzar el oído en cualquier barrio capitalino o asistir al Tribunal provincial para informarnos de sucesos que quiebran el orden social.
El viernes pasado, en la calle 221 del reparto Cruz Verde, municipio Cotorro, tres enmascarados entraron con una pistola y dos cuchillos en la vivienda de un señor que cambiaba dólares. Ante la negativa del hombre le dieron una golpiza delante de la mujer y cogieron al hijo de ambos por el cuello. Se llevaron el dinero por la puerta de entrada. Algo similar sucedió meses atrás en la otra cuadra, donde sorprendieron al anciano Miguel Martínez Ávila, a quien los enmascarados anestesiaron antes de registrarlo todo.
Un día antes asistí, casualmente, al juicio de dos ladrones que asaltaron a una vecina de Monte y Rayo, en La Habana Vieja. La víctima tenía 76 años y comercializaba objetos artesanales en la Feria de Monte. Uno de los delincuentes vivía en los bajos de su apartamento. El otro era su amigo de prisión y vino a preguntarle por alguien con dinero para “darle un palo”. Los dos poseían antecedentes penales y estaban bajo libertad condicional.
Acordaron los detalles del robo. El día de los hechos, el aliado del vecino de la anciana llegó al edificio con uniforme de inspector de Salud pública, lo cual favoreció la entrada al domicilio. Ataron a la vieja y le taparon la boca, lo que provocó su muerte por asfixia pues al marcharse la dejaron inmóvil y sin posibilidad de respirar.
El bandido de los bajos se enteró enseguida de la defunción, el otro al visitarlo dos o tres días después, en que decide huir con lo poco que le quedaba del saqueo, ya que la víctima tenía menos de lo esperado. Su cómplice guardó silencio y lo mandó a un escondite de El Cotorro, donde sería sorprendido posteriormente.
Durante el juicio, la esposa del maleante de Monte y Rayo testificó en su contra. Habló de los encuentros previos de los atracadores y ratificó que su marido, de quien está embarazada, no fue un simple encubridor sino un participante; ella lo vio subir al domicilio de la difunta.
Al exponer lo sucedido, el fiscal habló de asesinato y evocó al respecto el artículo 263, inciso J del Código penal cubano. Pidió veinte años de prisión para cada uno de los inculpados, pues en caso de muerte violenta se agrava la responsabilidad de los agresores.
El proceso analizado es uno de los robos con violencia presenciados por este reportero en la Sala de lo penal del Tribunal provincial de Ciudad Habana, el jueves de la semana anterior. En un próximo artículo volveremos sobre un tema que constituye un flagelo para la vida de las personas.

Buscándote Habana. Por miguel Iturria Savón.

Buscándote Habana.

Si en el pasado Festival internacional de cine de La Habana se hubiera exhibido el documental Buscándote Habana, de Alina Rodríguez Abreu, creo que le habrían concedido, al menos, el Premio de la popularidad, aunque éste galardón casi siempre se entrega a los filmes de ficción.
En la televisión no ha sido estrenado. Tal vez lo mostraron en la Cinemateca y lo retiraron con urgencia, como sucede con las cintas que revelan verdades incómodas para un régimen que guarda los trapos sucios para el futuro. Felizmente circula en CD de mano en mano, como tantas películas y programas prohibidos.
¿De qué trata el documental, qué lo hace diferente? ¿Por qué no circula si ninguno de los protagonistas identifica sus angustias con la revolución?
Buscándote Habana es un testimonio fílmico de alto nivel estético sobre los emigrantes del interior del país que sobreviven en seis asentamientos marginales de la capital cubana. La Habana -tierra de promisión de estos sin tierra del socialismo- pasa del sueño a la pesadilla en la voz desgarradora de cada entrevistado y en las imágenes patéticas de las casuchas de El Cuncuní y Los Mangos, en San Miguel del Padrón; los arrabales de Casablanca, en el municipio Regla; Santa Fe, en Playa; la Planta de asfalto de Guanabacoa, y el antiguo hotel Bristol, en Centro Habana, donde hasta la piscina fue convertida en apartamento por un matrimonio que vino de Camagüey.
El documental logra un equilibrio eficaz entre música, fotografía, testimonios y carteles. Los planos y encuadres visuales son reforzados por dos guarachas de valor alegórico: “Un pariente en el campo”, de Adalberto Álvarez, y “Lucha tu yuca”, de Raimundo Fernández, que matizan la desesperación de Lisbet, Fidel, Reinaldo, María, Sandra, Asteris, Adonis, Onelia, Pascual y María -la de la piscina del hotel Bristol-.
A la crónica aportada por los entrevistados de esas villas miserias, los realizadores añadieron, a modo de equilibrio, el análisis de los sociólogos Pablo Rodríguez y Claudio Estévez, quienes contemporizan el “síndrome de las yaguas” con las limitaciones del socialismo para resolver el problema de la vivienda y evitar la exclusión de individuos que quemaron las naves en su lugar de origen, pero no disponen de medios para resolver su situación.
El filme, ameno, conmovedor y de gran valor antropológico y testimonial, presenta el desarraigo y la incertidumbre de esas personas excluidas por la ley, a las cuales el Estado les niega un puesto de trabajo, la tarjeta de productos alimenticios y se les amenaza con la deportación a la zona oriental del país.
“No somos gente contraria al Gobierno; los orientales tenemos la revolución en pie”, dice en su covacha de Casablanca el santiaguero Fidel, padre del pequeño Elián. “Si no somos cubanos, ¿qué somos nosotros?”, pregunta Pascual en El Cuncuní. “Ilegales no, somos indocumentados por la Dirección de Vivienda”, responde en otra secuencia la habanera Sandra, huésped de la antigua Planta de Asfalto de Guanabacoa. Mientras Onelia-otra capitalina- habla de un derrumbe detrás del Bristol y compara a los orientales con la roya.
En Buscándote Habana hablan los parias alojados en los llega y pon de la capital cubana. Hablan también las imágenes de esas favelas, los niños que juegan entre zanjas y fosas destapadas y hasta las consignas políticas de los carteles que desatan carcajadas. Ellos hablan de los planes y los sueños que dependen de las cosas, pero no piensan volver a la miseria que dejaron atrás, porque “sería perder la esperanza de vivir y trabajar en la capital de todos los cubanos”.
El documental que reseñamos aborda una arista de la vida cubana. Su prohibición parece contrarrestar el mensaje paródico de la música que despide las escenas. Ahí les va, sin audio ni guitarra. Lucha tu yuca, taíno / forrajea la manigua / trilla el monte / no abunda el taparrabo y no alcanza el casabe / Está cara la magia y más la medicina. / Y la tribu vive al margen del delito. / Y luego pagar en fula el areito. / Van a censar el bohío que tu ocupa, / prepara el ritual, no sea que lo declaren ilegal. / Pero lucha tu yuca, taíno. / Forrajea la manigua. / Trabaja. / Como suda el indito.