miércoles, 17 de junio de 2009

Mozart paseó por La Habana. Por Pablo Méndez.

Cayó el telón del gran teatro de la Habana, tras reponerse la Flauta Mágica de Wolfang Amadeus Mozart en un recuadro de celebraciones por la Jornada de la cultura alemana en nuestro país. La puesta en escena fue moldeada en versión tropical por el teutón Andreas Baesler, mientras la batuta orquestal la esgrimió el suizo Samuel Bächli.
Esta opera en dos actos y diez cuadros del siglo XVIII, que aún se encontraba en cartelera cuando el ataúd de Mozart traspasó el pórtico del cementerio de Viena, es la más sublimada de las escritas por el genio austriaco, cuyo tema resulta incierto para muchos, ya que algunos la relacionan con ritos masónicos por la afiliación del autor, y en cuya trama se esculpe simbólicamente el antagonismo del bien contra el mal, representados por la luz y la noche, mientras la manufactura musical resalta las arias de la Reina de la Noche que imprimen con sus coloraturas el sello distintivo de la obra.
Miremos a grosso modo la exposición del respetable director. El príncipe Tamino es acosado por drogadictos; jineteras y carteristas trasmutados en una descomunal serpiente, al tiempo que es salvado por tres damas enviadas por la reina de la noche, marcadas con la estampilla de agentes de la CIA.
Casualmente conoce a Papageno -en la versión original, un pajarero desconocedor de lo que existe más allá de las fronteras de su país, y que subsiste mediante la cacería de pájaros para luego trocarlos con la reina astriflamante-, pero en la adaptación de marras el personaje representa a un buscavidas que se desenvuelve caminando por el malecón, y le ensartan la boca con un candado para silenciarle intempestivamente.
Aparece la reina de la noche -anti heroína de la puesta- caracterizada como la estatua de la libertad y elevada sobre el pedestal de liberty Island, del que desciende para desplazarse sobre las aguas de la bahía de Nueva York, y ordena a los antedichos personajes rescatar a su hija apresada por Sarastro -encarnación del héroe- que irrumpe vistiendo uniforme militar color rojo y preside el conclave abalado por su sabiduría y bondad.
Se desarrolla el conflicto, brotan antagonistas como Monostatos, que es un esbirro al servicio del líder pero termina traicionándole; reaparece la reina luciendo vaqueros y sombrero tejano; Papageno se liga con Papagena y son transportados en un estante a modo de taxi almendrón, los geniecillos hacen mutis con uniformes escolares de pioneros, y reaparecen como diablillos, o mataperros, etc.
Desde mi luneta de espectador, la idea del señor Andreas no germinó, amén, que la puesta fue textualizada en español y sus intenciones a todas luces fueron demostrativas, brotó el cubaneo, la chabacanería contemporánea y las pinceladas de sexo que ya no puede desprenderse de nuestras puestas; pero al parecer, no tuvo en cuenta que la música de Mozart era el plato fuerte de la obra y desafortunadamente dislocó los detalles de su trama a la simplicidad, por tanto, después de evaluar esta experiencia -en mi caso personal- prefiero el contexto original del siglo XVIII.
En cuanto a la música, la orquesta descorrió con su trabajo la buena conducción de un director foráneo, su coral estuvo formidable -pero lo más importante- es la inclusión de nuevos valores de la Escuela de canto lírico, que nos deleitaron con timbres interesantes al estilo mozartiano, además del buen desempeño histriónico que tacharon durante la jornada el cliché lastrado por esa manifestación teatral a lo largo de su historia, donde algunos protagonistas pesan más de cien kilos o tienen edades no recomendables para encarnar algunos personajes.
Volviendo sobre los pasos sugiero mucho ojo con estos chicos, sí le atribuimos la debida atención nos podrán sorprender con la resurrección de una plaza que impuso sus respetos desde la época republicana.
Ojalá Mozart vuelva a caminar por nuestro Prado y la energética pueril de su música resuene en el escenario del Gran teatro de La Habana.

Como Cuba, tal vez Korea. Por Miguel Iturria Savón.

El miércoles pasado leí en El Nuevo Herald una nota sobre la cadena humana que atravesó casi toda la ciudad de Teherán en apoyo al líder opositor Mir Hossein Mousavi, principal contrincante de Mahmud Ahmadinejad, Presidente de Irán y patrocinador del terrorismo en el Medio Oriente, donde apoya a Hezbolá, Hamas y otras agrupaciones fundamentalistas que promueven la cultura de la muerte y el choque de civilizaciones.
Dos días después la televisión cubana puso imágenes de las elecciones en Irán, exaltó a Ahmadinejad y despotricó contra Mousavi, quien exige un enfoque más flexible del gobierno iraní en las relaciones con Occidente, Israel y los Estados Unidos.
Es agradable saber que en Irán, a pesar de los extremistas musulmanes, existen manifestaciones previas a las elecciones y que los principales candidatos intercambian insultos. El régimen de los ayatolas está emparentado desde hace tres décadas con el gobierno de los hermanos Castro, quienes lo pusieron en contacto con Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Uruguay a fin de forjar una alianza contra los Estados Unidos.
Al pensar en la dinámica interna de Irán, aliado también de Corea del Norte, socio natural del castrismo, vale pensar que el viejo imperio de los persas supera a la dictadura insular no solo en el petróleo, la industria automotriz y la tecnología nuclear, sino también en cierta cuota de libertad, dada la existencia de propiedades no estatales y el forcejeo entre partidos y tendencias contrapuestas.
En Irán predominan los clérigos que temen a la democracia occidental y sueñan con un sultanato universal, pero hay bastiones liberales que luchan por modernizar el país. El Presidente Ahmadinejad exporta el fanatismo y la violencia, más no masacra a sus oponentes internos. Los iraníes no dependen del gobierno ni este sobrevive de la ayuda exterior, como el régimen cubano, que vivió a costa de la antigua Unión Soviética durante treinta años y ahora flota con las subvenciones de Venezuela, al cual le presta servicios de asesoría.
El totalitarismo cubano tiene más coincidencias con el régimen Norcoreano que con Irán. Ambos comparten la ideología comunista, el nacionalismo a ultranza y la retórica agresiva contra enemigos reales o imaginarios. Pyongyang y La Habana cortaron las libertades de sus ciudadanos y castraron las fuerzas productivas de la nación.
Pero como Cuba tal vez Korea del Norte. Cuba era una de las principales economías de la región hace medio siglo y ahora está en la cola inversa. Korea del Norte, entonces como ahora, vivía en la penuria, más produce cohetes nucleares.
Los ayatolas de Cuba no toleran elecciones, pancartas ni caminatas públicas; cualquier opinión es un desafío. ¿Será nuestro líder tan revolucionario como Ahmadinejad y Kim Jung IL?

lunes, 15 de junio de 2009

El general. Pablo Méndez.

Los BMW ahuyentaban los vehículos como depredadores, y el general observó como la ringlera de mansiones que bordean la quinta avenida trotaban en sentido contrario.
Los escoltas agitaban brazos para hacer indetenible el tráfico, entretanto, las maquinas germanas devoraban en un santiamén los trechos de ruta adecuando la armadura de su blindaje sobre un acolchonado de aire—Lastima que no son rusos—comentó el general a su chofer, haciendo estallar un mar de carcajadas que fueron estranguladas cuando un subterráneo traspuesto al río les tragó de bocado, pero de golpe, la caravana se transformó en erizos con púas de fusiles AK.
Un estallido de resplandores desnudó la salida del corredor, y el general determinó ser el momento idóneo para echar un vistazo a los documentos del día, mientras los coches invadieron la calle Calzada, al tiempo que sus neumáticos comprimieron un derrame albañal que asaltó con una chorreada de excrementos a un transeúnte.
…— ¡No quiero otro Yeltsin pediatra, ni reproducciones de Forrest Gump!—…pensó el general tras el vistazo al compactado de páginas donde recomendaban más cambios en la decoración del gabinete, y alzó la vista para retrotraerse nuevamente con aquellas batallas guerrilleras que adornaron sus charreteras con más estrellas que los generales mambises, descorrió arrugas para mostrar una sonrisa, y no advirtió la proximidad de una multitud estirando filas para comprar huevos.
Los automóviles treparon por la calle Paseo, tras una zigzagueada cerca del frontis de un hotel en ruinas, y continuaron espantando carros por todo su itinerario, hasta que asomó la plaza de la revolución, y el general abandonó su fortaleza motorizada para penetrar en un bunker rodeado de pretorianos verdes.
Antes de pasar al despacho, el general con un ademán de su mano comunicó al ayudante——se sentó al buró, desplegó el amontonamiento de papeles, y oprimió el botón del intercomunicador para hacer un encargo materializado al instante. Tomó la botella que apresaba un líquido transparente, la giró hasta aflorar su etiquetado, y suspiró tras contemplar el blasón heráldico con el águila bicéfala, hizo saltar la virginidad del frasco y rebosó con el brebaje un vaso.
Luego de saborear un trago, se incorporó para repantigarse en el sofá, miró los rostros de sendos pigmeos de ébano que custodian un estante, y le invadió la necesidad de rememorar nuevamente sus hazañas guerrilleras, accionó el interruptor y se zambulló en la oscuridad, puesto que como militar y jefe de estado también cumpliría estrictamente la ordenanza de ahorrar energía, cerró los ojos después de dispararse otro cañangazo porque de nuevo retornó a su memoria el olor de pólvora y las palmas de la Sierra Maestra.

miércoles, 10 de junio de 2009

La otra semana. Por Miguel Iturria Savón.

El sábado pasado una amiga de Noti-Cuba me envió un mensaje por el móvil sobre la acusación a Myers, ex funcionario del Departamento de Estado que pasaba información secreta a los Castro. La nota fue el último capítulo del culebrón informativo de la semana, cuyo plato fuerte estuvo en las sesiones de la OEA para levantar la exclusión del régimen cubano de esa institución regional.
Cuba se abre al mundo a su manera –exporta médicos, vocifera contra Estados Unidos y asesora a sus aliados del continente-, pero cierra las puertas de las oportunidades a sus propios ciudadanos. Tal vez por eso el jueves, mientras los presidentes latinoamericanos esperaban la felicitación del gobierno de Castro por la Resolución de la OEA, un grupo de balseros fueron apresados en el Malecón, al lado de la sede diplomática de los Estados Unidos, al regresar por fallos técnicos cuando intentaban escapar de la isla.
Sobre la decisión de la OEA hubo análisis de todo tipo dentro y fuera de Cuba, desagraviada y silenciosa por conveniencia totalitaria. Por el régimen habló Ricardo Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional, quien expresó: “Cuba agradece el gesto, pero no está preparada para pedir ser admitida”.
El vocero del castrismo tiene razón, Cuba no está dispuesta a respetar la Carta Democrática de la organización regional. El esfuerzo de sus aliados por devolverle el sillón no es más que un gesto contra los Estados Unidos, cuyo gobierno apoya a la oposición pacífica e insiste en la necesidad de cambios en la isla, lo cual cuestiona el jueguito del poder vitalicio de los Castro, sostenidos por el petróleo y los dólares de Venezuela con la complicidad de los mandatarios que ponen de moda a la vieja dictadura.
Cuba está situada a la entrada del Golfo de México, pero no es el centro de América ni el ombligo del mundo. Suceden cosas en otras partes. El gobierno de Perú declaró la emergencia en los Andes por la muerte de 153 niños. En Guatemala reclamaron investigar al presidente Álvaro Colom por su posible complicidad en asesinatos. Hugo Chávez tomó el control de 14 nuevas plantas de gas natural en Venezuela. Predominan los terroristas en el Medio Oriente, a donde viajó Barack Obama para “buscar un nuevo comienzo entre los Estados Unidos y los musulmanes”; mientras Irán y Corea del norte aceleran su programa nuclear y China frena a los jóvenes que evocan la masacre de Tiananmen.
Si comparamos las noticias de la semana pasada con las aguas mansas que reinan en Cuba, vemos que el mundo es muy complejo para juzgarlo desde la atalaya insular. La Habana es todavía una plaza sitiada por su propio gobierno, devenido en “símbolo de resistencia” para algunos mandatarios de la región que copian al castrismo.
Quizás el señor Myers y su esposa, al convertirse en espías de los Castro, no sabían cómo funciona este país. Tendrán tiempo de informarse y de esperar por nuestro ingreso en la ONU. Veremos qué pasa.

El ruso. Por MIguel Iturria Savón.

A Denis Torres Sokurenko le decían el ruso, pero era ucraniano; nació en Kiev, donde su padre fue a estudiar a fines de los años setenta, cuando Cuba giraba en la órbita de la Unión Soviética y Moscú era el centro de atracción de los países socialistas. El becario habanero regresó con su título universitario, una esposa bellísima y un niño de brazos que creció en un barrio de San Miguel del Padrón, entre las malas palabras de los vecinos y los susurros nostálgicos de la madre eslava, a quien conocí en agosto de 1998 en una Unidad antiaérea de Santa María del Rosario, mientras cada uno esperaba al hijo, convertidos en amigos por obra y gracia del Servicio militar obligatorio.
La amistad entre los jóvenes uniformados convirtió a Denis en visitante ocasional de mi casa, centro de fugas y coordinación de fechorías hasta que ambos ascendieron a sargentos, lo cual implicó ciertas ventajas para tolerar las órdenes absurdas, el encierro y el hambre de los cuarteles, especie de barracones sin cañaverales.
El ruso es un rubio alto, fuerte, velludo, de pelo amarillo y ojos claros, un típico ejemplar eslavo bajo el sol tropical. A sus rasgos físicos sumaba el espíritu romántico de la madre ucraniana y la vocación militar del padre cubano. Como se convirtió en el mejor flechero del Ejército occidental, creíamos que aceptaría un curso para oficiales, pero su inteligencia, carisma y jovialidad, lo ayudaron a buscar otro horizonte al concluir el Servicio militar.
Como sargento y jefe de pelotón de una batería de cohetes se sintió decepcionado por la incompetencia, el desvío de recursos, la soberbia y el maltrato de los soldados por parte de los oficiales. La falta de equidad en el plano de las relaciones y su sentido de la amistad lo inclinaron al bando de sus compañeros, lo cual le creó problemas con el mando.
Al finalizar sus días en el regimiento el ruso se fugaba como los demás. En la postrimería fingió una lesión en la rodilla, se inyectó miel, empezó a cojear y obtuvo un certificado médico. Entonces alternó las guardias con un empleo en la cafetería de un vecino; luego incursionó en pequeños negocios, compraba autos viejos, los reparaba y revendía; invirtió su ganancia en la cría de cerdos y hasta especuló con corales.
Cuando obtuvo la baja ya había cambiado su estatus de vida y estaba preparado para sobrevivir de su esfuerzo personal en cualquier sociedad. Como en ese momento nuestros jóvenes buscaban el horizonte fuera de las costas cubanas, Denis se acordó de su condición natural y obtuvo el pasaporte de Ucrania o Rusia con la ayuda de la madre, que vivía en Cojímar con un mulato.
La corriente migratoria que predominó en la isla entre los años 2001 y 2002 pasaba por la obtención de una Carta de invitación a Rusia, cuya embajada en La Habana concedía la visa con facilidad. El avión iba a Moscú pero se quedaba medio vacío en Madrid. El éxodo se interrumpe por la protesta de la Cancillería española cuando todos los pasajeros de una aeronave cubana pidieron asilo al llegar a Barajas; solo el piloto y sus asistentes continuaron el viaje.
Desde ese escándalo internacional nadie ha visto Denis Torres Sokurenko, “el ruso” de Kiev que creció en La Habana, de donde partió en busca de otro paraíso. Sus amigos del Servicio militar no saben si pasa frío en Kiev, vende jamón pata negra en Madrid o se baña en Miami Beach. Tampoco conocen si la madre se fue tras él, o se acostumbró al calor y al mulato de Cojímar.

viernes, 5 de junio de 2009

Cifras curiosas. Por Miguel Iturria Savón.

En “Hablemos de azúcar” (Diario las Américas del 5 de mayo) el periodista Pablo Alfonso ofrecía algunos datos que revelan la ineficacia de la industria azucarera de Cuba con relación a la producida en la Florida, donde 90 mil hectáreas cultivadas y seis centrales aportaron dos millones de toneladas en la cosecha pasada; mientras que la isla obtuvo 1,4 millones en 330.000 hectáreas en el mismo período.
Al revisar las estadísticas del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, el comunicador mostró las compras insulares a esa nación en el sector azucarero entre el 2004 y los primeros meses del 2009, lo cual no fue informado por nuestra prensa, aferrada al antagonismo perpetuo contra el gran vecino, que vuelve a ser uno de los principales socios comerciales del gobierno cubano.
No voy a repetir las cifras ofrecidas por el colega exiliado. Quien desee saber el flujo de mercancías entre ambos gobiernos tendrá que buscarlos en los sitios de Internet de la Administración norteamericana o en los organismos regionales de comercio. Los archivos de la isla son secreto de estado. La prensa insular compensa la ausencia de estadísticas con consignas bien dosificadas y alienantes.
Otras cifras recientes demuestran la presencia del mercado norteamericano en la isla a pesar del embargo. “Hasta el daiquirí se cuela en el comercio humanitario con Cuba” según Laura Wides-Muñoz, reportera de The Associated Press, quien relaciona nueces, granos, aceites, maderas, pollos, medicinas, mezclas para bebidas y objetos suntuarios para hoteles. “Las ventas más grandes del año pasado fueron de productos básicos: maíz, por valor de $ 196 millones, pollo (139 millones) y trigo (135 millones), según la Oficina del Censo.”
“Las exenciones son tan amplias que incluyen cervezas, gaseosas y una serie de productos no comestibles como objetos de arte, postes de electricidad, armarios para la cocina y papel para diarios, adquirido en Alabama”.
De manera que hasta el periódico Granma, órgano oficial del Partido comunista, se imprime con el papel del enemigo. La ironía se extiende al daiquirí, inventado en la isla e importado desde el norte. ¿No es esto dependencia del extranjero? ¿Qué pasa con la soberanía pregonada por el castrismo? ¿Será el embargo lo que realmente frena el desarrollo de los cubanos?
Si bien algunos ejecutivos de firmas alimenticias viajan a La Habana y obtienen contratos que benefician a los agricultores de Texas y otros estados de la Unión americana, es evidente que en algo más de una década de intercambios los estadounidenses van recuperando el lugar que tenían en el mercado insular antes del embargo decretado en 1962.
La normalización de las relaciones ya está en proceso a pesar de la desconfianza, las tensiones entre los gobiernos y el discurso agresivo de los hermanos Castro, quienes usan la soberanía como cortina de humo para justificar la ausencia de libertades de los cubanos. El círculo vicioso de la retórica es una máscara. Si cotejamos las cifras se viene abajo.
El desbloqueo hacia adentro es otra cosa.

El fetiche del cura. Por Miguel Iturria Savón.

Todo vale en la época postmoderna, desde la fusión del rock y el rap, el tango y la trova hasta los escándalos de futbolistas y peloteros convertidos en celebridades, o las declaraciones de actores que incursionan en la política. Valen, por supuesto, el vedetismo de algunos sacerdotes y de gobernantes y políticos que confunden la percepción de la realidad con la vida de las personas y expresan sus opiniones como si fueran Mesías.
Como la prensa reseña a tales autoridades, los lectores soportan o pasan la página de titulares risibles. Lo que dijo fulano sobre mengano es frecuente, siempre que sea políticamente correcto y tengan nombres o cargos ilustres. El diario Granma es abanderado en culebrones pedantes, principalmente sobre la vida y milagros del señor Fidel Castro Ruz, quien “abandonó” el poder en julio del 2006 pero no tolera el olvido.
La presencia cotidiana de este señor en la prensa de Cuba trasciende a otros medios. Los discípulos del Padre de la Patria socialista lo mantienen en la tribuna a pesar de estar enfermo. Los presidentes de Venezuela (Hugo Chávez), Bolivia (Evo Morales) y Nicaragua (Daniel Ortega) son sus voceros más tenaces, aunque otros mandatarios del continente también le rinden cortesía.
Como las figuras políticas siempre son noticias, la prensa extranjera recrea las Reflexiones del compañero Fidel y los comentarios apologéticos que sobre “el líder jubilado” hacen los paladines del continente. Las reliquias históricas son así, cualquier arista de su vida vale más que un amuleto de oro.
La semana pasada los lectores del Granma reímos con lo expresado sobre el fetiche cubano por un cura nicaragüense que cambió la sotana por la tribuna política. Los que creíamos que Miguel D’Escoto volvió al convento cuando los sandinistas le entregaron la Presidencia a Violeta Chamorro a fines de los ochenta, nos quedamos con ganas de confesarnos al saber que el cura rojo no colgó los guantes políticos. Dejó de ser ministro pero siguió en las intrigas desde la Meca insular. Ahora preside la Asamblea General de la ONU.
Desde esa garrocha diplomática don Miguel acaba de expresar sus emociones sobre el talismán de América Latina, a quien visitó recientemente. “Fidel Castro tiene un aspecto estupendo, trabaja mucho y está al tanto de todo”, dijo el nuevo médico al diario Granma. El curita agrega que Dios le concedió el privilegio de ver a su ídolo “a lo largo de los últimos treinta años” y lo considera “un ser extraordinario…que regó esta semilla que está germinando…”
No somos expertos en genética de las plantas, pero suponemos que la semilla regada por Castro no produce “refrescante espiritualidad”. Cuba es un semillero de otras cosas, aunque Miguel D’Escoto y los corderos de nuestro tirano no lo perciban.