viernes, 30 de enero de 2009

Maniobras de distracción. Por Miguel Iturria Savón.

Maniobras de distracción. / Miguel Iturria Savón.
Desde mediados de diciembre del año pasado los cubanos sufrimos el bombardeo informativo de los medios de comunicación insulares, en manos del gobierno a excepción de una revista de la iglesia católica, algunos blogs y un par de periódicos digitales de la oposición pacífica. El centro de la metralla propagandística radica en el 50 aniversario de la revolución de enero de 1959, cuyo líder reaparece cada día en las páginas del recuerdo de los periódicos, en los canales de la televisión y en las vallas públicas del país.
Hasta Radio enciclopedia celebra el triunfo de los jóvenes barbudos que tomaron el poder hace medio siglo. Ya no son jóvenes ni revolucionarios pero siguen con las botas puestas y los fusiles al hombro. Ellos saben que el carro social que aún conducen se perdió en la curva de la sovietización, supervisada por los asesores rusos entre 1971 y 1976, cundo la Constitución socialista y los planes quinquenales disminuyeron un poco la improvisación y encausaron la guaracha revolucionaria por las sendas de Moscú, lo cual ya es historia antigua.
La revolución es la máscara que encubre los desmanes totalitarios del Consejo de ancianos que gobierna la isla. Hasta el estado de salud del endiosado Fidel Castro se vende en el show por el 50 aniversario. Nuestra vedette histórica y su “legado social” integra la utilería de la tramoya comunista, ofrecida como píldoras a mandatarios de la región, como los presidentes de Ecuador, Panamá y Argentina, quienes acaban de firmar convenios y posar para la prensa junto a los escleróticos mandarines cubanos, los cuales actúan como encantadores de serpientes mientras diseñan maniobras de distracción para extender la vida del régimen que nos agota y roba el futuro.
El cacareo revolucionario es una burla para ingenuos. La propaganda del régimen encubre la miseria, la ausencia de libertades y el deterioro de los servicios de salud y educación, averiados por la exportación de miles médicos y por el abandono de las aulas por parte de los maestros y profesores. La nueva campaña contra la vagancia confirma la huelga de brazos caídos que pone en jaque al gobierno.
En enero del 2009 los cubanos no tenemos muchas cosas que celebrar bajo el dominio de los Castro. El régimen solo ofrece sacrificios. Les pide a los ancianos que se reincorporen al trabajo, amenaza a los jóvenes con aplicarles la peligrosidad social, detiene a los opositores en cualquier esquina, suprime las “gratuidades indebidas” y cierra los pequeños comercios privados. ¿Será por eso que celebramos el 50 aniversario de la revolución?
Venir a Cuba a firmar convenios y fotografiarse con el fantasma de Fidel Castro es una forma original de conducir al nuevo toro del castrismo por el sendero de la cooperación continental, con batas blancas y cartillas de alfabetización en nuestro caso. ¿Habrá que darle las gracias a Hugo Chávez, Evo Morales, Cristina Fernández y otros mandatarios por su aporte a las maniobras de distracción del régimen insular?

La nota y el tono. Por Miguel Iturria Savón.

Desde hace una década Pablo Milanés insiste en dar una nota discordante. El cantor hace declaraciones como un ministro disidente sin romper el cordón umbilical con el régimen que lo aupó desde sus años juveniles, cuando pasó de la ranchera al filing y del bolero a la nueva trova, de la cual es un ícono junto a Silvio Rodríguez, quien ejerció como diputado de la monocorde Asamblea Nacional del Poder Popular.
Pablo y Silvio llegaron al invierno de la creación con una basta discografía, algún dinerito y una cronología de viajes que empequeñece a Marco Polo. El tema y las variables de sus canciones han pasado de moda pues la magia revolucionaria que los contagió es historia antigua. Quizás por eso vacían el tintero de nostalgias y pesadillas con declaraciones contrapuestas.
Silvio habla de cambios para preservar la revolución; Pablo cruza el umbral del pasado y critica a los dioses del naufragio insular. Los matices son secundarios. Ninguno de los dos necesita la máscara revolucionaria del castrismo, pero están atrapados por los compromisos con la dictadura que los convirtió en cantores del reino.
La reciente declaración de Pablo Milanés en Vigo, donde anunció la gira por España que comenzará el 16 de febrero en Madrid, fue algo más que un signo musical. El intérprete dio una nota que atraviesa el pentagrama cubano. Su tono, grave y agudo a la vez, expresó el descontento con la realidad nacional, mientras evocaba su nostalgia por La Habana.
Pablo dijo, entre otras cosas, que:
“Hay que dar paso a las nuevas generaciones. / El socialismo cubano se ha estancado… estamos paralizados… / El cubano no puede vivir más de promesas. / Muchos tienen miedo a hablar por la censura y la represión”.
Cuando le preguntaron si confía en que Raúl Castro de un paso hacia delante, respondió: “no confío ya en ningún dirigente cubano que tenga más de 75 años porque todos… pasaron sus momentos de gloria, pero ya están listos para ser retirados…tenemos que hacer reformas en muchísimos frentes… porque nuestros dirigentes ya no son capaces. Sus ideas de antaño se han vuelto reaccionarias…”
Pablo habló de las glorias pasadas, de “un futuro que no acaba de llegar…”, de los jóvenes que emigran para proyectar lo que estudian…, de las familias divididas, los prejuicios contra los homosexuales, la represión callada y oculta, del valor y la dignidad ante la situación que atraviesa Cuba, y de que “no hacen falta dictadores en ningún lugar para nada”.
El gran trovador habló de temas puntuales como el Buena Vista Social Club, la elección de Barack Obama en los Estados Unidos, el bloqueo y el autobloqueo “utilizado para defendernos de nuestros errores” y de la necesidad de recuperar los valores perdidos.
En la última entrevista ofrecida por Pablo Milanés en España, el cantante sube el tono y eleva su voz al rango de denuncia. Quizás por eso circula de mano en mano entre sus seguidores en La Habana.

La movida. Por Miguel Iturria Savón.

La movida. / Miguel Iturria Savón.
Los leones del Prado duermen de día y vigilan de noche. Por el día posan para los turistas y observan a los niños que corren o patinan por el centro del paseo. La noche es más movida. Hay parejas de amantes y cazadores de todo tipo. Es difícil pegar los ojos.
Tal vez le pase lo mismo al Tritón ubicado al costado de la bahía, frente al Castillo de la fuerza; o a la India de la fuente, que sonríe desde el mármol en otro ángulo del Prado, escoltada por el hotel Saratoga y por la calle que la separa del Parque de la fraternidad, antro nocturno de La Habana, a pesar de los hieráticos y soberbios caudillos del continente que posan para la eternidad entre bancos, aceras y árboles.
A nuestra capital les falta la escultura del sol, de la luna, del diablo y de otras deidades naturales y divinas que enfrenten, junto a los próceres que proliferan en los espacios públicos, al ejército de noctámbulos, drogadictos, gays, ladrones, mendigos, prostitutas y borrachos que ante la ausencia de clubes, moteles y cabarets convierten los parques y las plazas en sitios de descargas, con sexo, violencia y lenguaje de adultos.
Cada noche, mientras la ciudad duerme, se desatan los linajes del exceso. El Parque central, custodiado por José Martí, héroe nacional y mecenas de la ética, es un lupanar de mancebos que acosan a los turistas homosexuales. El Malecón es el coto de caza de las chicas alegres y de los gigolós que las controlan. Los gay se reúnen frente al mar, entre 23 y 19, al fondo del Hotel Nacional; de donde salen con su presa para el Bosque de La Habana, el Parque de la Fraternidad, el cercano Parque del Curita y otros nidos.
El enorme portal del Palacio de Aldama, sede del Instituto de Historia, es el meadero público más notable de la ciudad y guarida de mendigos y putas baratas, que defienden sus columnas de sueños y placeres. Allí, los borrachos orinan sin mirar a los lados para evitar un trompón o una puñalada disuasiva. Los policías ni se acercan.
Los noctámbulos que merodean desde el amplio y colindante Parque de la fraternidad, ofrecen de todo a los transeúntes que pasan, a los turistas que buscan sus hoteles y a quienes preguntan por la terminal de trenes de La Coubre. Los ingenuos pueden ser despojados al lado de un árbol o de una estatua. Solo ante los gritos y llantos persistentes intervienen los guardianes que pastorean con perros el Capitolio nacional y los hoteles del entorno.
La movida nocturna de La Habana no es tan colorida y agitada como en la seductora Madrid o la violenta Bagdad, pero cada noche los lobos aúllan en nuestras calles, plazas y parques sin tener en cuenta a los leones del Prado, a los generales de las estatuas y a los ángeles y querubines del Cementerio Colón, lugar de rapiñas y orgías macabras.
Los atracos, la violencia y los violentos que se drogan ponen en peligro a los caminantes y a quienes esperan el ómnibus de la confronta en muchos sitios de la ciudad. Los policías, con sus perros y sus miedos, casi siempre llegan tarde. Los ríos de orines, las vomiteras y los traumas de las víctimas no hallan espacio en la tele, la radio ni en los diarios oficiales.
¿Habrá que esperar por la desclasificación de los archivos para conocer la movida nocturna de La Habana en los albores del siglo XXI?

lunes, 26 de enero de 2009

En busca del paradigma. Por Miguel Iturria Savón.

Un colega de El Vedado recibió el 31 de diciembre a una psicóloga argentina que vino con su hijo a celebrar el 50 aniversario de la revolución. Para él era algo insólito. No compartía la euforia de su visitante, pero la escuchó con respeto y contestó a sus preguntas. Como la psicóloga viajaría por la isla para ver el monumento al Che, en Santa Clara, y el Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, mi amigo le deseó buena suerte y declinó la propuesta de acompañarla.
No se si la especialista de Buenos Aires y su hijo encontraron anfitriones locales que los guiaran por el paraíso revolucionario que vinieron a descubrir. Tal vez tropezaron con algún oficial de las fuerzas armadas o con funcionarios del gobierno que repiten el discurso oficial, quienes identifican la ideología con el pragmatismo y al Estado con sus intereses.
Entre los turistas que llegan a la isla entre octubre y marzo, hay una minoría fascinada por los mitos políticos. Más que playa, sol y sexo, desean ver al pueblo elegido, culto, feliz y saludable que diseñan nuestros expertos en marketing turístico.
Supongo el desencanto de los extranjeros que arriban con tales sueños, pues los jóvenes que “coinciden” con los turistas viven de espalda a la retórica que identifica al país con la revolución, de cuya historia nadie se acuerda o la invocan para acceder a un puesto o una carrera “confiables”.
La revolución es cansancio y desvarío. Nadie siente nostalgía por su cadáver, la enterramos hace tiempo en la memoria colectiva. Como hecho social figura en los libros y en las mentes obsesionadas de quienes la concibieron y de los pragmáticos que integran la nómina del poder. Lo demás es ficción, un cuento larguísimo y aburrido que no conmueve a nadie.
Pero diciembre del 2008 estuvo marcado por la faraónica propaganda del 50 aniversario, lo cual atrajo a los nostálgicos de la dictadura del proletariado, ansiosos de acceder al reino del gran caudillo, cuyo hermano y sucesor viajó a Venezuela y Brasil, donde hubo agasajos y rituales simbólicos que no debemos confundir con la realidad insular. La “opción cubana” es un fracaso.
En diciembre vino hasta Patch Adams, el médico-payaso que actuó para niños en los municipios afectados por los ciclones, y aprovechó los espectáculos para criticar a los Estados Unidos y elogiar al gobierno cubano. Vinieron también los barcos de guerra de Rusia, que entraron a la bahía de La Habana como en los buenos tiempos.
Personalmente recibí o visité en los últimos días de diciembre a Beverly García, pianista cubana que vive en Dinamarca; a un economista que vino de Miami, a una amiga que emigró a México y a un joven investigador del Cerro que ejerce en una universidad de Madrid. Todos hablan de temas cordiales, ninguno evoca el fantasma de la revolución ni se pierden en digresiones ideológicas. Ellos y sus familiares no sueñan con paradigmas, ya los perdieron.

Una raya en el agua. Por Miguel Iturria Savón.

La historia de María del Carmen, Maby y Jacqueline tiene en común haber sido abandonadas por el esposo, previa negociación familiar y la promesa del reencuentro. Ellos partieron en yate pagado desde La Florida por los parientes de sus cónyuges, quienes los ayudaron a insertarse en los Estados Unidos para que reclamen a la esposa y al niño dejado en Cuba.
María del Carmen vive en Playa con Robertico, Maby en Centro Habana con el hijo de 6 años y Jacqueline en Santa María del Rosario con su pequeña Elianne. Ellas asumieron el hogar y la atención del hijo común. Cada semana reciben la llamada del esposo, quien a veces pospone la comunicación o habla con apuros por razones de costo. Si conversan con el padre, el hermano o el pariente de Miami que ayudó al marido, entonces indagan por el comportamiento de éste.
Cada una lleva tres años de espera e incertidumbre. Piensan en la reunificación y soportan el asedio del vecino, el amigo o el jefe del centro laboral. Pero el reencuentro depende de factores externos, pues es difícil obtener la ciudadanía norteamericana, lo cual facilita la reclamación.
Los jóvenes que presionan a los familiares de la mujer para que les financien el viaje ponen al hijo de ambos por el medio. Si ella parte y no se los lleva pierden la jugada, por eso les niegan el Poder sobre la patria potestad del menor. El esposo de Maby simplificó su táctica en una oración: “yo primero, si no me quedo con el niño y te va sola”.
Como la mujer no es amiga de montarse en una balsa o escapar con el muchacho, admite la riesgosa salida del cónyuge por un tercer país o por vía marítima. Quienes se van con Carta de invitación hacia Costa Rica, Chile o Panamá, como escala hacia los Estados Unidos, no pueden irse con su familia, pues el Estado cubano bloquea tal alternativa y prohíbe la salida provisional de los menores.
Pero en estas historias el final suele ser inesperado. Algunos rehacen su vida en México, Miami o New York y se olvidan del convenio con la esposa y la familia de esta. A veces sucede lo contrario. En ocasiones la mujer se busca un novio que la invite a España y no regresa a la isla ni busca al ex marido. Si el novio extranjero es enviado por el propio esposo, el enroque favorece el reencuentro.
Las mujeres que no soportan la soledad buscan un amante mientras el marido hace los trámites de reunificación familiar. Esto las lleva a la ruptura o la espera apacible. Es la variante clásica de las cubanas que romancean con un italiano o un español casado que no puede llevárselas.
Hasta ahora, María del Carmen, Maby y Jacqueline esperan a su marido como Penélope a Ulises en Ítaca; pero en esta isla del Caribe cuando el marido hace una raya en el agua no pretende volver. El tiempo y las circunstancias desencadenan finales inesperados.

Jornada teatral de enero. Por Miguel Iturria Savón.

El Consejo nacional de las artes escénicas inició la programación del 2009 con la Jornada de teatro cubano, en la que participa una veintena de grupos de todo el país que acercan a La Habana su mejores propuestas, entre el 9 y el 23 de enero, en conmemoración del 140 aniversario de la tragedia del Teatro Villanueva, actual Payret, donde los voluntarios españoles respondieron con sables y pistolas a las insinuaciones patrióticas de los actores que representaban Perro huevero…
Como el hecho fue el 22, ese día se entregará el Premio nacional de teatro a Carlos Pérez Peña, en la Sala Huber de Blanck. La Premiación y Clausura será el viernes 23 a las cinco de la tarde en el Centro cultural Bertolt Brecht.
Durante la jornada serán homenajeados figuras de la escena nacional como Armando Suárez del Villar, Premio nacional de la enseñanza artística 2008; Ramón Silverio, director de El Mejunje, que cumple 25 años de labor al igual que la actriz villareña Idania García, quien estrena el unipersonal Eureka en apuros, y la dramaturga Gloria Parrado (1927-1987), autora de El juicio de Aníbal, La brújula, La paz en el sombrero y La persiana. Evocarán además al inglés Harold Pinter, Premio Nobel 2005, y el español Federico García Lorca, retomado por Norge Espinosa y el Teatro de las estaciones con Federico de noche, sobre el mundo lírico y bucólico del poeta y dramaturgo.
Las obras teatrales coinciden con la tradicional Temporada de Danza contemporánea de Cuba, que celebra su medio siglo en septiembre del 2009 y estrena, entre el 9 y el 18 de enero en la Sala García Lorca, Carmina Burana, de George Céspedes; Breath Fragment y Espejos, de Julio Cesar Iglesias.
Regresa a la cartelera Visiones de Cuabanosofía, de El ciervo encantado, distinguido en el 2008 con el Premio Villanueva de la Crítica. Esta mirada caleidoscópica y fragmentada a los mitos de la isla se propone como una intensa revisión de lo que somos, de lo que poseemos y perdimos. Con dirección artística de Nelda Castillo, se anuncia en la sede del grupo, en 5ta y D, Vedado, entre el 9 de enero y principios de febrero, de viernes a domingo, a las 8:30 de la noche.
El Guiñol nacional obsequia a los pequeños con Ruandi, del Grupo Polichinela; Por los caminos del mundo, de Estudio Buendía; Pelusín enamorao, de Nueva línea, y Shakuntala, concebido por el actor Alexis Díaz de Villegas y la artista Shanti Pillai, como una nueva versión de la mítica Shakuntala, hija de los pájaros y madre de una dinastía esencial, rediviva de la saga milenaria del Mahabarata.
La inquietante Baile sin máscaras, de la Compañía Rita Montaner, y María Estuardo, del Teatro Huber de Blanck alternarán los fines de semana en la sede del último, en Calzada entre A y B. Mientras la Sala Adolfo Llauradó exhibirá Puerto de coral, de Teatro Púlpito; Rico, del grupo El caballero; ¡Ay, mi amor!, de El Público, y Aceite más vinagre = familia, de Teatro del viento.
Baile sin máscaras mueve la inercia del teatro insular, sujeto a reposiciones de los clásicos, obras infantiles y algunas entregas novedosas. Con puesta en escena y dirección de Eduardo Eimil, la compañía de Gerardo Fulleda León, recrea artísticamente problemas de nuestros días. Dos parejas de jóvenes se reúnen en un apartamento de la periferia para crear un prototipo de persona sin miedos, prejuicios ni simulaciones. Mientras avanza la inusual velada descubren sus secretos, apariencias y frustraciones, lo que conduce a un desenlace imprevisto.
El Público presenta además, Tatuaje, en el salón Tito Junco, y Aquí cualquiera, en El Mella, que acoge a su vez a Cintas de Seda, de Teatro Alas; Hamlet, una ópera muerta, de Teatro del espacio interior, y el unipersonal del humorista Octavio Churrisco.
La reposición de Cuando el Rigo suena, de Rigoberto Ferrera, en el Karl Marx, y otros unipersonales relajan las tensiones de estos fines de semana en diversos escenarios de la capital cubana.La Jornada teatral es complementada por la Jornada de papel de la revista Tablas y el sello editorial Tablas-Alarcos, que del 9 al 22 de enero ofrecen sus títulos más recurrentes en el portal de la Casona de Línea. El 22, día de entrega del Premio nacional de teatro, la publicación celebra su 27 aniversario con la exhibición y venta de las novedades de su casa editorial.

viernes, 23 de enero de 2009

Mirar al pasado. Por Miguel Iturria Savón.

Los medios de comunicación de Cuba estuvieron ocupadísimos durante diciembre del 2008 y la primera semana de enero del 2009, “Año del gorila” según la ONU, lo cual debió provocar suspicacias en Hugo Chávez Frías, Raúl Castro y otros gobernantes del continente ajenos a la fauna y la flora, pero atentos a las campañas de distracción orientadas por ellos a la prensa de sus respectivos países.
El tío Raúl, como llaman al Castro menguante, aún es noticias en los diarios y la televisión insulares. Lo seguirá siendo mientras sus voceros atrapen algo más atractivo que la cantaleta del cincuenta aniversario de la revolución, suceso que nadie celebra –excepto los mandatarios- pues hasta los fantasmas de los combatientes fueron ocupados por la búsqueda del pernil de cerdo, el mazo de yuca, el arroz moro y las botellas de ron; mientras las abuelas atendían la cocina y el arbolito de navidad y las madres inventaban los dólares para comprar los juguetes del Día de reyes, tradición que renace como el Ave fénix pese a los precios y el desdén de los funcionarios comunistas.
Los viajecitos de Raúl a Venezuela y Brasil, donde habló muchísimo y se fotografió con sus homólogos de Latinoamérica, fueron reseñados por la prensa cubana y extranjera, que dieron también cobertura a sus palabras ante las sesiones de fin de año de la silenciosa Asamblea Nacional del Poder Popular, cuyos diputados no contaron con el histrión mayor pero votaron por unanimidad y enseñaron la conveniencia de ser mudos, sordos, ciegos y estar prestos para aplaudir al “general presidente”, quien mira al pasado desde el presente, incapaz de comprender que rige a una nación cansada.
Como Raúl no entiende la complejidad del país que gobierna por designación dinástica, se dio un saltico el 31 de diciembre al memorial del II Frente oriental, donde reposan los restos de su compadre Antonio Gades, su ex mujer Vilma Espín y varios compañeros de su columna guerrillera. Desde allí exaltó las “glorias del pasado”, mientras los camarógrafos hacían un paneo del sitio que guardará sus cenizas dentro de unos años.
Y como si fuera poco, el 3 de enero la televisión lo mostró en la periferia de Santiago de Cuba, donde inauguró un caserío de cien petrocasas donadas por el Presidente venezolano. Entre funcionarios y campesinos Raúl habló de viejos problemas y nuevos proyectos constructivos en el tono militar de siempre, como si la realidad no se moviera y tuviéramos condenados por la sombra de los caudillos que gobiernan a la isla como una hacienda personal.
Como el discurso es el mismo y empeora la situación, nadie celebra los hechos del pasado. Quizás por eso el régimen perdió la brújula con los millares de trabajadores que abandonaron sus puestos en cada provincia. No basta con subir el salario y aumentar la edad de jubilación. Para modificar la percepción del país y volver a la senda del desarrollo es necesario jubilar a los demonios santificados desde el poder.

Los nombres del demonio. Por Miguel Iturria Savón.

El domingo pasado, mientras esperaba por el pan en el centro comercial “La campana”, en calle 8 y 101, Cotorro, Ciudad Habana, fui testigo de una conversación rutinaria entre dos religiosos y un joven agnóstico y provocador.
María le informaba a José Manuel los detalles de la última sesión de la iglesia pentecostal a la que asiste habitualmente. Los versículos que leyó el pastor, la encarnación del Espíritu santo en una joven que oraba al Señor para tener su hijo y otras interioridades del culto empezaban a cansarme, cuando el citado José María la interrumpió para referirle algunos aspectos del templo bautista al que acude los domingos por la tarde.
Ella retomó la palabra con fanatismo. “Yo voy a casi todas las iglesias cristianas, pero solo siento derramarse el Espíritu santo en la pentecostal. Orar es hablar con Dios…”
María no pudo continuar, el chico de la bicicleta que escuchaba con fastidio la interrumpió:
-“¿No rezan ustedes por el alma de Fidel Castro, dicen que se está muriendo?”-
-“¡Oh, no, de él nunca hablamos, solo nos importa las cosas celestiales!”-
- “Deberías pensarlo, él es el verdadero señor de todos los cubanos; su poder es inmenso”-
Ante el giro que tomaba la charla y como el pan se demoraba, José Manuel decidió frenar al chiquillo con una verdad escolástica:
-“El señor es uno solo y está en los cielos, su poder es infinito. Jesús Cristo es Hijo, Padre y Espíritu santo; ¿cómo te atreves a compararlo con un gobernante?”-
El chiquillo entonces sacó sus segundas intenciones, mirando a María le preguntó:
-“¿Y quién es el Comandante; si no es Dios debe ser Satanás, por algo le dicen la Bestia, el Caballo, el Anticristo…?”
Un viejo que estaba detrás interrumpió al insolente:
-“Deja eso muchacho que nos vas a complicar a todos. Si es lo que tú dices, bien, y si no también, aquí lo que importa es el pan”-
Hubo rumores y expectación, pero la cola empezó a moverse y el tumulto para adquirir el pan de cinco y de diez pesos disminuyó el interés en la charla iniciada por María y José Manuel, quienes pospusieron su plática para otro momento; mientras el joven de la bicicleta volvía a su puesto con una sonrisa en los labios.
Al marchar a casa con el pan bajo el brazo pensé en la aparente trivialidad del asunto. Algunos religiosos comentan sus rituales en cualquier sitio para evadir la aridez de la realidad. Pero asociar al ex gobernante enfermo con el Demonio en un lugar público es una osadía que infiere la caída de los estereotipos.
Hay leyendas que se extinguen por el cansancio de sus fantasmas. Si Fidel Castro sobrevive es en el folclor, el choteo y en los apodos que inventan los jóvenes para eludir al Innombrable. ¿Será obra del Satanás o el castigo divino por sus pecados terrenales?

Cambios en el horizonte. Por Miguel Iturria Savón.

A partir del 20 de enero, al asumir Barack Obama la presidencia de los Estados Unidos, se abrirá una brecha de cambios en la nación norteña, lo cual repercutirá en otros países. Hasta José Luis Rodríguez Zapatero, jefe del Gobierno español, ha elogiado las expectativas creadas por el joven mandatario de origen afroamericano, a quien considera como el triunfo de la ilusión, aunque la textura de los sueños suele ser frágil y ambigua.
Quizás Obama realice cambios profundos en el ciclo político y social de la compleja, diversa y dinámica sociedad americana, cuya democracia reactiva su vigor y deja a un lado los parches para ver las costuras rotas en las guerras contra el terrorismo.
Obama pondrá a prueba la capacidad de la política para producir nuevos comienzos y reestrenar esperanzas de paz y prosperidad en medio de la crisis financiera y económica que sacude al mundo. Hay muchas expectativas sobre el nuevo presidente, el cual representa la integración de esa diversidad humana y política que desde los Estados Unidos irradia hacia Latinoamérica, Asia, África y Europa.
El líder norteamericano apuesta por la ampliación de los derechos y libertades en su país, por la creación de empleos, la mejoría de los servicios sanitarios y la estabilidad de la clase media. Su agenda social suena bien dentro y fuera de los Estados Unidos, pero el carisma global de Barack Obama provoca recelos en los escleróticos gobernantes de Cuba, quienes vuelven a esgrimir la jerigonza de los principios y sacan del baúl de la guerra fría las más delirantes consignas contra su enemigo simbólico.
Cabe preguntar ¿qué podrá hacer Obama frente al totalitarismo y la violencia? ¿Contribuirá a la apertura democrática en Cuba? ¿Reforzará el poder de los Castro mediante el diálogo sin compromisos o el cese del embargo económico?
Antes de que naciera Obama los hermanos Castro timoneaban la isla a contracorriente y utilizaban los ropajes del cinismo político. Jugaron la estrategia del engaño, la denuncia y el victimismo. La aplicación del embargo les vino como anillo al dedo para sujetarse al poder, aplastar a la oposición, denigrar a los Estados Unidos y aprovechar las circunstancias internacionales para exportar la revolución, ganar legitimidad y ejercer un protagonismo mediático que enmascara a la dictadura y denigra al país.
El régimen cubano retoca las máscaras de la experiencia, el pragmatismo y la prudencia, pero el arsenal del cinismo político no lo salva del fracaso. Hoy, como antes, rehúye los cambios y muestra la misma indiferencia ante los problemas reales de la nación. Ni Cuba es el centro de América ni los Castro son ganadores. Las luces de la ilusión y la esperanza están en el norte, donde más de un millón de cubanos esperan por el desbloqueo interno.
Los cambios, como la cultura, suelen ser contagiosos. Estados Unidos es un paradigma para los cubanos a pesar de los discursos anticuados y de las señales de humo enviadas por nuestros obsesivos mandarines, cuya verborrea no engaña ni a los niños que gritan consignas en los matutinos escolares.
En la isla gravita la incertidumbre aunque hay cambios en el horizonte. No bastará el vigor de la democracia norteamericana para iluminar el túnel del castrismo, pero las máscaras empleadas hasta ahora tocan fondo ante el discurso renovador de Barack Obama.

viernes, 16 de enero de 2009

Aplastemos al infame (2). Por Pablo Méndez Piña.

Bajo la lupa de medio siglo de revolución, los habaneros hemos verificado con nuestra propia perspectiva el reciclado negativo de nuestra ciudad——¿Cambiamos la vaca por la chiva?—

——Púes, sí— es increíble el estancado provocado por el populismo en un país que hizo gala del , y poseyó una de las capitales más rutilantes de la contemporaneidad——y como paradoja de los abultados logros——hoy por hoy, la actual fotografía de la metrópoli exhibe la misma urbanización y calles comprimidas por los esterazos de aquellos tanques que transportaron a los barbudos vencedores de la conflagración light, que destronó la autocracia de Refugio numero 1, y estableció en su lugar un caudillaje totalitario en el Palacio de la Revolución.

Como bombardeados por misiles, actualmente los barrios de la Habana desarropan por los agujeros de sus guiñapos; estiradas cordilleras de escombros, un criminal apuñaleado de baches, pestilentes muladares, marismas de excrementos——En fin——Un gran desastre, que dista mucho de resolverse por parte de los administrativos gobernadores de la ciudad. Mientras tanto, los aguaceros de quejas sociales siguen inundando columnas de periódicos, y algún que otro tele noticiario reproduce los chispazos de esos reportajes.

——Por tanto, la pregunta de los 64 mil pesos es ¿Por qué no se resuelven los problemas?——Sin ambages nos echaríamos el dinero en la billetera todos los que pensamos que la del sistema socialista se convertirá en el balde donde verteríamos todas las culpas. Pero para hacer una tasación más ilustrativa, primero tratemos de dar respuestas a las siguientes interrogaciones——¿Por qué la construcción de un mediano condominio se prolonga por veinte años?—— ¿Por qué un semáforo permanece con un bombillo fundido más de seis meses?—— ¿ Por qué para perforar el pavimento, sólo trabajan un par de peones mientras diez están sentados en los alrededores?——¿Por qué a las 10:00 am, usted llega a un centro de trabajo y encuentra un cenáculo de obreros presidido por una botella de ron?——

Un semejante rodaron nuestros desencantados predecesores en el extinto Campo Socialista, puesto que el totalitarismo se propuso demoler toda la eficaz estructura disciplinaria y organizativa del proceso productivo que forjaron los capitalistas, o sea, transmutaron al vilipendiado capataz por un jefe de brigada que tiraría la casa por la ventana con un innovado desvío de recursos; robos, corrupción, y frivolidad empresarial, cuyas cancerígenas células fueron multiplicándose hasta hacer metástasis en todas las estructuras de labor.

También merece agregar a este engendro, el endurecimiento de los bolsillos del estado en su enfermiza reticencia a desembolsar un salario respetable a los trabajadores, considerando unilateralmente que todas las necesidades esenciales de esta masa proletaria están cubiertas sin reconocer . Por tanto, la gobernanza como subterfugio pregona los subsidios que reciben los cubanos en salud y educación, como si Cuba fuera el único país del orbe que los ofertara gratuitos.

No obstante, el mando centralizado se defiende de los pusilánimes habaneros, trayendo constructores provincianos que admiten abusivos jornales por angustiantes faenas, importan policías, y acarrean una hemorragia de advenedizos dirigentes más cuanto bicho raro halla, para seguir trompicándose con la misma piedra.

La revolución o , sigue montada en un carrusel que gira viciosamente con un mecanismo de autodestrucción en conteo regresivo, mientras prosiga dando un espaldarazo a la introducción de cambios en la contextura política y económica para regenerar la riqueza necesaria que impulsaría las grandes permutas sociales requeridas urgentemente por el país——y debe acondicionarse——al verismo de que los no lo remediarán los dólares de los excursionistas americanos, y mucho menos el dineral fácil de las remesas mientras permanezca en el poder un cráneo lacerado con la totalitaria y despilfarradora encefalopatía.

Entretanto, los capitalinos seguiremos añorando una Habana con las luminiscencias que teñían sus avenidas, armonizadas musicalmente y superpobladas por decolorados comercios; hoteles, teatros, cines, y luego de arruinarse con la desatención, estamos seguros que crecerá prontamente en latitud y altura. Aspiramos a que este deseo se consuma el día que volvamos a tener una economía de mercado, respetemos la propiedad, y exista la magistratura de una democracia que defienda estos valores.

——Creo que medio siglo es tiempo en demasía para evaluar si un sistema no sirve——.

Aplastemos al infame (1). Por Pablo Méndez Piña.

Con el advenimiento de medio siglo de revolución, los cañones de San Carlos de la Cabaña bramaron veintiuna veces, pero la ciudad estaba muerta, sumida en el silencio de los que no tienen nada que celebrar. Horas más tarde allá en Santiago de Cuba, Raúl parafraseó en su discurso una cita de Fidel: ——“Este país puede autodestruirse por si mismo; esta revolución puede destruirse por si misma, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla…”——y luego agregó——“Corresponde a la dirección histórica de la revolución preparar a las nuevas generaciones para asumir la enorme responsabilidad de continuar adelante con el proceso revolucionario”——¿Nos querrá advertir que están incubando un Gorbachev?——

——Pues no seria descabellado pensarlo—— al contrario, tras la inexorable desaparición de la actual dirigencia sería un buen negocio adelantarse a los acontecimientos y ensamblar un conjunto de reformas cuyos cambios clonarían el sistema ruso consistente en una economía de mercado comandada por un liderazgo de reciclados comunistas más la descendencia de los actuales que se convertirían en futuros multimillonarios.

Las condiciones existen y las presiones también——expliquémoslo——La población cubana se acostumbró a obedecer, tolera la desinformación y un persistente adoctrinado que le induce a inclinar la cerviz ante cualquier decisión tomada por la cúpula gobernante.

Pero la actual inquietud suscitada por la calamitosa economía interna,, pudiera comprometer peligrosamente la humillación conseguida hasta hoy por los piquetes de fusilamientos.

Asimismo el señorío totalitario está compuesto de un cenáculo de ancianos en el limite de su vida útil, que ocupan escaños por las medallas que les proporcionaron los camiones de tiros disparados en sublimadas acciones guerrilleras e internacionalistas, pero indudablemente la barca de Caronte muy pronto comenzará a abarrotarse con sus polvos, y es obvio ir pensando en el joven sucesor que afrontará el destape de la caja de Pandora con las necesarias reformas pedidas a gritos por la inoperancia del viejo esquema.

——¿Quién será el afortunado?—— no podemos afirmarlo, lo más probable es que este personaje sea desovado en el próximo congreso del partido, y de seguro la publicidad populista , ejecutará el encargo con creces.

El tiempo apremia y la realidad se impone. En breve asumirá la presidencia de EE UU el señor Barack Obama, y el liberal electo tiene una agenda rebozada de prioridades, por tanto, el asunto cubano puede engavetarse para ser abordado en el momento que los intereses estadounidenses lo crean pertinentes, . A pesar de ello, no descartamos la posibilidad de que la democracia norteamericana se siente a negociar de tú a tú con una despiadada dictadura que ha lastrado fosas con los cadáveres de sus oponentes. Pero a fin de cuentas la Casa Blanca representa una nación soberana, y su gobierno actuará acorde a sus incumbas.

En el pasado noviembre, fui invitado por el jefe de la SINA y su esposa a presenciar el desarrollo de las elecciones presidenciales en su residencia, asomé deslumbrado; y observé con admiración las bondades arquitectónicas de la mansión, sus arabescos, y el extendido jardín que avivaron al segundo mis imaginas de narrador——Pero no——abruptamente mi curiosidad fue atrapada por los monitores y las pantallas que actualizaban con inmediatez la marcha del escrutinio electoral, , indagué y luego conversé con algunos de los asistentes——entre ellos——un joven de Minnesota que me comentó acerca de su enfoque político por ser oriundo de un tradicional bastión demócrata, también hablé con otro de Florida y con asemejado carácter me confirmó sin ambages su militancia republicana, pero el agotamiento de ocho años de idéntica política le animó a votar por el cambio——y a pesar de la tensionada expectativa——respiré entre ellos la consolidación de un sistema no predestinado a ser comandado por un héroe nacional, sino por un ciudadano normal y común asimilaría el empleo otorgado por el pueblo para conducir por cuatro años la magistratura de su país.

Fue así, lo comprobé con mis propios ojos, y cuando tomé asiento ante la pantalla que trasmitía las instantáneas de la CNN franqueadas por un explayado mar de barras y estrellas, sentí orgullo de ser cubano porque elucubré virtualmente la imagen de aquellas damas habaneras que entregaron sus prendas para socorrer la independencia norteamericana, además de los harapientos compatriotas que pelearon en la batalla de Yorktown, como aportación de nuestros ancestros a la libertad de una nación capaz de mantener la sucesión democrática por más de doscientos años.

Tras los aplausos que proclamaron a Barack Obama como 44 presidente de EE UU, me retiré a tomar el microbús que me regresaría, y lo hice apesadumbrado, porque en el transcurso de mi vida nunca he votado en elecciones universales; pluralistas, y democráticas por el presidente de mi país. Llegará el día en que apreciemos el error de haber obedecido con ceguera a seres insignificantes ante Dios y nuestro pueblo.

Perder estrellas. Por Miguel Iturria Savón.

No hay muchos tiranos en la historia de Cuba. Si excluimos a los Capitanes generales que gobernaron la isla de 1511 a 1898, desde el conquistador Diego Velázquez hasta el general Ramón Blanco y Erenas, y obviamos la Ocupación militar norteamericano de enero de 1899 a mayo de 1902, queda una centuria marcada por la República (1902-1958) y por la revolución (1959-2009).
Entre los gobernantes republicanos dos se convirtieron en tiranos. El general Gerardo Machado Morales obtuvo la presidencia en 1925, pero modificó la Constitución para prorrogar su mandato sin competir en las elecciones. Fue combatido por todos los sectores del país a pesar de su enorme plan de obras públicas. El 12 de agosto de 1933 huyó hacia el norte.
El otro dictador fue Fulgencio Batista y Zaldívar, ascendido de sargento a coronel y luego a general en las cruzadas políticas de 1933 a 1940, momento en que gana la presidencia democráticamente (1940-1944). Ante la imposibilidad de vencer en las elecciones de 1952, dio un golpe de estado en marzo de ese año y gobernó como un déspota hasta diciembre de 1958, cuando es derrotado por las fuerzas insurgentes encabezadas por Fidel Castro Ruz, quien transita de la libertad al totalitarismo y establece la dictadura más larga de la historia insular.
El auto titulado Comandante en Jefe se alió a la antigua Unión Soviética, exportó la revolución hacia América Latina, envió a miles de cubanos a las guerras de África y gobernó con un manual de marxismo bajo el brazo. Durante su largo mandato aplastó a la oposición interna, libró una batalla simbólica contra los Estados Unidos y controló la enseñanza, los medios de comunicación e impuso la propiedad estatal sobre la tierra, la industria y el comercio. En julio del 2006 renunció a sus cargos por enfermedad e impuso a su hermano Raúl como sucesor.
A pesar de las diferencias entre los déspotas que marcaron la historia contemporánea de Cuba, los tres fueron sanguinarios, fanáticos, manipuladores y excluyentes. Cada uno se sintió estrella y pusieron a la patria en la órbita de sus ambiciones. Los tres situaron los asuntos públicos en provecho de los particulares.
Machado y Batista desataron el caudillismo heredado del largo período colonial, pero no se atrevieron a desestructurar a la nación en beneficio de sus intereses totalitarios. Fidel Castro y su hermano sobrepasan todos los límites.
El pesimismo que envuelve a los cubanos al comenzar el 2009 es una metáfora del fracaso de medio siglo de dictadura “revolucionaria”. El tenebrismo del régimen, aún en pie, nos deja sin alientos y sin esperanzas de cambios. Tal vez haya que inventar una isla menos inerte o imaginar otras vidas mientras pasa la nuestra.
El tiempo, el cansancio y las denuncias son una piedra en el camino de la tiranía más larga de la historia de Cuba. Perder estrellas es uno de los sucesos registrados por la cronología insular.

Chicos malos. Por Miguel Iturria Savón.

Días atrás Tom Parfitt reseñó en The Guardian, reproducido por El Mundo (España), el pugilato en torno a la medalla de bronce otorgada en el podio de la historia rusa al tirano Stalin, una de las cincuenta personalidades del sondeo realizado entre mayo y diciembre del 2008, por el proyecto Nombre de Rusia, que encuestó por teléfono e internet a millones de interesados para designar a la figura histórica de todos los tiempos, honor que recayó en Alexander Nvsky, un príncipe guerrero medieval elevado al rango de héroe nacional por el Kremlin, a pesar de la rabieta de los comunistas que apostaban por Lenin y Stalin en el primero y segundo puestos, respectivamente.
En el segundo lugar quedó el reformista Piotr Stolypin, Primer ministro de Rusia a principios del siglo XX, durante el Zar Nicolás II, a quien Lenin ordenó ejecutar junto a su esposa y sus hijos. El poeta Alexander Pushkin fue cuarto; mientras Catalina la Grande obtuvo el undécimo puesto. Alexander Solzhenitsin, cronista del gulag, apenas fue reconocido.
El columnista recreó las mutuas acusaciones entre los comunistas y el gobierno. Mencionó al general que calificó a Stalin como salvador nacional por la victoria contra los nazis, sin tener en cuenta a sus millones de víctimas y desaparecidos.
Los comunistas cubanos también padecen la manía de fabricar héroes, aunque no se atreven a sondear la opinión pública sobre los gladiadores insulares de mayor incidencia en nuestra historia.
El tema pertenece al futuro; pero en el listado de una hipotética votación caben figuras variopintas, desde el indio Hatuey hasta el moribundo Fidel Castro, a quien los comunistas le darían el cetro y un santuario de cristal junto al busto de José Martí, en la Plaza de la revolución. Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Máximo Gómez y Antonio Maceo figurarían entre los próceres del siglo XIX; mientras que Frank País, José A. Echeverría, Camilo Cienfuegos y Hubert Matos representarían a los héroes y mártires de la lucha contra la dictadura de Batista, quien sería excluido al igual que el general Machado, aunque ambos tiranos promovieron la modernización del país y dejaron obras que compensan sus desmanes.
Entre los ángeles tutelares de la cultura, las ciencias y el deporte incluiríamos al poeta José María Heredia, el doctor Carlos J. Finlay, el antropólogo Fernando Ortiz, el ajedrecista José Raúl Capablanca, los escritores Lino Novás Calvo, Alejo Carpentier, José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante; el cineasta Gutiérrez Alea, el pintor Wilfredo Lam, el compositor Ernesto Lecuona, la bailarina Alicia Alonso, el cantante Benny Moré y el dramaturgo Virgilio Piñera, previa promoción del legado de cada uno.
Si dentro de dos décadas hiciéramos un sondeo para elegir a la figura de mayor relevancia insular, tal vez José Martí se lleve el oro. Los comunistas de entonces reclamarán la primacía para Fidel Castro o Ernesto Guevara. Dirán que hubo manipulación y algún general desmemoriado elogiará la “obra” del tirano y del comandante guerrillero que extendió la utopía fuera de Cuba.
Si votáramos ahora, ni los hermanos Castro ni el Che obtendrían medalla. Aquí solo los mencionan los locutores y los maestros que inventan la realidad.

Ángeles de fuego. Por Miguel Iturria Savón.

Ángeles de fuego. Miguel Iturria Savón.
Desde que se produjo el estallido en la Franja de Gaza, en los últimos días de diciembre, los medios masivos de comunicación de Cuba desataron una ofensiva informativa contra el Estado de Israel, a quien califican de criminal por sus “ataques desproporcionados” contra los objetivos militares del grupo terrorista palestino Hamas, quienes dispararon en los meses previos 12,000 cohetes contra el sur del Israel, cuyas víctimas no cuentan para los representantes de Cuba, aliados de Hamas, Hezbolá, Yihad Islámica, Irán y otros ángeles de fuego que mantienen en jaque a la nación hebrea.
El Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba, el Noticiero nacional de la televisión y la Mesa redonda informativa revelan una parcialidad que distorsiona los hechos y desinforma a la población. Monitorean los partes de la prensa árabe contra Israel y reproducen las declaraciones sobre el “tigre semita”. Aprovechan la ocasión para meter en la cazuela del conflicto a los Estados Unidos, calificándolo de cómplice, como si el gobierno cubano no clasificara como tal en el bando contrario.
El bombardeo desinformativo del régimen insular nos deja al borde de las noticias. La Operación Plomo sólido no está dirigida contra la población civil palestina ni el Gobierno que la representa, sino contra los terrorista que torpedean la paz entre Israel y la Autoridad Palestina, reconocido por la ONU, las naciones de Occidente y gobiernos de la región como Egipto y Jordania, quienes actuaron de mediadores y censuran a Hamas, cuyos depósitos de armas y campos de entrenamiento son atacados por las fuerzas e Israel, con el objetivo de expulsar o disminuir el dominio de Hamas, que apuesta por la guerra interminable y llama a una tercera intifada.
Es cierto que Israel podría invadir la Franja de Gaza, como lo hizo de 1967 al 2005, y que la ofensiva para destruir las bases que producen y almacenan los cohetes disparados por Hamas, desencadena un sentimiento anti israelí, pero es necesario combatir la violencia islámica. No es justo equiparar a los judíos con los nazis. Israel se retiró unilateralmente en el 2005, pero los palestinos no ven la conveniencia de ser moderados.
Hamas lanza cohetes contra Israel y cuando este responde utiliza a la población civil como escudo, pues se esconden en colegios y guarderías para que haya víctimas civiles. Entonces denuncian a los agresores. El juego es macabro, pero favorece las campañas mediáticas contra Israel. ¿No recuerda esto a la táctica victimista usada por los Castro?
Ante tales hechos, Simon Pérez, el ex presidente de Israel, ha dicho que “hay luz al final del túnel del Oriente próximo, el problema es que no hay túnel”. Mientras Tzipi Livin, actual Ministra de Relaciones exteriores, afirma que “la única opción de los palestinos para una vida mejor en su propio Estado es el diálogo y desentenderse del camino del grupo terrorista Hamas. Hamas es el enemigo de Israel y también de los palestinos.”
Son matices de un litigio que hunde sus raíces en el pasado. Los fundamentalistas islámicos llaman a la “Guerra santa” desde hace siglos, cada vez que alguien “desafía” sus preceptos. No son héroes ni guerreros de la luz, sino ángeles de fuego que asesinan y se inmolan sin pensar en sus hijos ni en las mujeres.
La prensa cubana lo distorsiona todo. Para nuestros medios los israelíes son criminales y los terroristas de Hamas, Hezbolá o Al Kaeda son héroes. Obvian que los terroristas desconocen la complejidad del mundo contemporáneo y prefieren reinventarlo desde sus obsesiones, consignas y profecías medievales. Provocan para ser agredidos y mostrar la derrota como crímenes de Israel. Así lo hizo Hezbolá en el Líbano en el 2005.
La solución de los conflictos está en el diálogo y la negociación, pero los terroristas solo entienden el lenguaje de la fuerza. La diplomacia y el multilateralismo no les convienen. Piensan como esclavistas y ven con recelos la modernidad y la democracia.
Las imágenes parciales ofrecidas por la prensa insular sobre el último conflicto en el Oriente próximo nos incita a preguntar: ¿cuántos terroristas de Hamas o Hezbolá habrán sido formados por los militares cubanos?

lunes, 12 de enero de 2009

Surrealismo policial. Por Miguel Iturria Savón.

El programa Patrulla 444 sustituye en Cubavisión a los CSI. Lo dirige el actor Roly Peña e incluye en el elenco artístico a Bárbaro Marín, Yadier Fernández, Leonardo Benítez y otras figuras entrenadas por la policía, pues la nueva serie dominical exalta el trabajo de los agentes del orden público y cuenta con la asesoría y los recursos de ese órgano, que evoca el cincuentenario de la revolución y de la PNR.
Patrulla 444 da continuidad a Tras las huellas, Días y noches y otros seriales del patio que alternaron el tema con emisiones extranjeras en la televisión cubana. En los dos capítulos exhibidos los guionistas y asesores del programa presentan a los agentes policiales como seres realmente virtuales: son habaneros, respetuosos, educados, humanitarios y, como si fuera poco, hablan de cine, literatura y son expertos en artes marciales.
Más que un chiste, la serie distorsiona la imagen real del policía cubano. Casi todos son campesinos orientales, sin vocación ni rivalidades profesionales, mal preparados y sin mecanismos jurídicos que frenen su incompetencia, abusos y estupideces.
A pesar del esfuerzo por mitificar a los agentes del orden, en uno de los capítulos de Patrulla 444 se aprecia un error procesal muy común. Omar Alí interpreta a un ladrón que escoge a sus víctimas, las visita, hace confianza, obtiene las llaves de las casas y en plena luz del día les roba con un camión de permuta. El oficial del caso le pide a un testigo identificar a un sujeto apresado que se encuentra solo dentro de un cuarto. En teoría, deben mostrar a varias personas parecidas en edad, estatura, color de la piel, etc., así como rotarlos en rondas y vestuarios diferentes para evitar equívocos.
Al margen del desliz del guionista, les obsequio tres casos de surrealismo policial.
Una mujer caminaba hace poco por la calle San Lázaro con seis huevos en una jaba transparente. Antes de llegar a Infanta la detuvo un policía y le pidió explicaciones sobre el origen del producto. Como el gendarme no entraba en razones, la señora le rompió los huevos en la cara. La detuvieron unas horas en la estación más próxima pero no la acusaron de “atentado”. Era obvia la estupidez del agente.
En otro municipio capitalino, un jovencito se subió al mostrador de un lugar donde hubo una riña pública. Los agentes llegaron tarde y él les mostró el carnet de identidad antes de que se lo pidieran. Le ordenaron “perderse del lugar”, pero el chico pasó a un parquecito cercano. La misma patrulla lo detuvo después por desacato. Le dieron una golpiza. Un policía dijo que el adolescente le dio una patada al entrar a la Estación. El acusado expresó que los golpes empezaron en el auto y, al bajarse, se defendió con los pies. La lógica indica que casi nadie, esposado y en desventaja numérica, agrede a los gendarmes en la estación.
En el tercer caso, una mujer desesperada ataca con sus manos a un joven funcionario de orden interior (foi), a la entrada de una prisión de jóvenes de La Habana, donde nadie la atendía. El uniformado le riposta con un puñetazo. Ella lo confundió con el supuesto agresor del hijo detenido. El juicio fue comiquísimo. A la mujer le pusieron una limitación de libertad.
La mayoría de los foi son jóvenes orientales que cumplen el Servicio militar obligatorio como custodios de las prisiones. Sus relatos son tragicómicos. Supongo que ninguno aparezca en Patrulla 444. Nuestras cárceles no son virtuales.

La sangre de la libertad. Por Miguel Iturria Savón.

Orlando Freire Santana, ganador del Premio “Novelas de gavetas Frank Kafka”, ha recibido varios ejemplares de La sangre de la libertad, financiada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa y presentada en La Habana por el Proyecto de Bibliotecas independientes de Cuba, que promueve concursos para difundir a los autores discriminados en la isla.
Freire es conocido por sus artículos, algunos relatos y los ensayos La evidencia de nuestro tiempo, Premio Vitral 2006, auspiciado y editado por el Centro cívico religioso de Pinar del Río; La perentoriedad de las dos tareas, premiado ese año por la revista Disidente Universal, de Puerto Rico; Los escritores y la revolución cubana, que prepara la editorial Renacimiento, en Sevilla, España, y Hacia el ocaso de una dicotomía, donde retoma la globalización en el contexto latinoamericano.
La obra este autor es contemporánea y realista; recrea sus circunstancias personales, sociales y culturales. En sus ensayos y relatos, más reflexivos que intuitivos, se aprecia la síntesis de recursos formales. Los protagonistas de sus cuentos son individuos comunes, creíbles y vigorosos, enfrentados a los retos del presente. En ellos converge el sexo y el amor, la memoria y la muerte, la cotidianidad y la trascendencia, las miserias humanas y la lucha por la libertad. La precisión en los diálogos revela el diseño previo de personajes y situaciones extraídos del entorno insular.
La búsqueda de la libertad filosófica y personal es el tema esencial de las entregas de Freire Santana y gravita en La sangre de la libertad, obra de madurez creativa e intelectual, que rompe la inercia de la literatura cubana pues asume el tema de la oposición y la represión gubernamental.
Está escrita en tres tiempos. Una narración en presente sobre una reunión de opositores, que es el tiempo de la novela; otra en la tercera persona del pasado, en la que el protagonista cuenta los avatares de la revolución desde mediados de los sesenta a la actualidad, y un tercer enfoque a través del monólogo de uno de los personajes.
Quien conoce al escritor corrobora el carácter autobiográfico y testimonial de esta obra. Tanto Osvaldito, protagonista principal, como Tony, el opositor, son el alter ego de Orlando Freire, que ficciona desde sus vivencias y sus contactos con la oposición pacífica, presentada con respeto, gracia y desenfado, sin obviar el desafío de sus representantes, a los cuales identificamos por la caracterización psicológica y los matices ideológicos de los asistentes a la reunión convocada por Tony.
Osvaldito se mueve en la búsqueda de la libertad filosófica, presionado por la necesidad. Comprende, como Sartre, que la acción del hombre es irreductible a los elementos materiales que la condicionan, pero hay un resquicio, una posibilidad de acción para manifestar la libertad. El macro relato abarca al edificio, sus vecinos, las actividades epocales y los hechos retrospectivos. La búsqueda de la libertad política se conecta con la exploración de la libertad filosófica en el sentido especulativo del personaje, quien asume esa lucha en sus tres vertientes: la necesidad histórica, la necesidad emigrante y la necesidad masturbante.
Los capítulos avalan tales búsquedas, principalmente a través del micro relato de Osvaldito, quien monta en la alfombra de sus recuerdos a familiares, amigos, libros, autores, encuentros, fracasos y obsesiones que acentúan su timidez o cubren el vacío de la soledad; mientras Tony, su amigo y vecino, espera con incertidumbre a los opositores que analizarán el documento “Cuba, la reconciliación nacional”, bajo el riesgo de ser apresados por los agentes de la policía política.
Como los personajes están marcados por la experiencia totalitaria, el libro transmite la atmósfera opresiva desde el primer párrafo hasta el último. Al ficcional sobre lo que está ocurriendo, el narrador logra comentarios paralelos a las acciones y al pasado inmediato del país. Freire Santana sacude la somnolencia de un proceso social inacabable. Zarandea la mística revolucionaria y exterioriza el descontento. Hurga en la memoria histórica, pero no explica la nación ni la cronología de una época. Está más interesado en hacerle contrapeso a la historia oficial.
La sangre de la libertad es una novela de género, contestataria y equilibrada, que inaugura un tema que aún es tabú en la literatura insular, el de la política a contracorriente, sin concesiones. No denigra a la oposición, la exalta y recrea el abanico variopinto de sus agrupaciones y representantes. En sus páginas palpita la censura y la intolerancia, el asedio y la represión de los agentes del régimen para aislar y acabar con quienes promueven los derechos humanos y los cambios democráticos en la isla.
Tal vez por eso, desde la ficción, el prosista aborda casi todas las aristas sociales y humanas, desde el control sobre los vecinos del edificio ejercido por Oscar, presidente del Comité de defensa de la revolución, quien lleva el “Cuéntame tu vida” de todos con la ayuda de su esposa Aracely, que encabeza la Federación de mujeres cubanas. No faltan, por supuesto, las reuniones y los círculos de estudio, la vigilancia, la autocensura, la división familiar por razones políticas, el éxodo masivo de 1980, las discrepancias entre guevaristas y pro soviéticos, las escuelas al campo, los juegos prohibidos, la simulación y la corrupción, apreciable en “el invento”, el robo y el soborno.
El personaje de Vladimir, hermano y contrapartida de Osvaldito, ilustra el machismo y el automatismo de los jóvenes que cumplen órdenes absurdas, incluida la guerra en Angola, donde muere.
La Habana y su entorno devienen personajes, al igual que el sexo, presente y liberador, pues Osvaldito, atrapado por la cultura y la timidez; necesita liberarse de la masturbación y acceder al sexo, en el cual lo inicia Mara, su cuñada y amante.
En un ángulo paralelo fluye la reunión de los opositores en el apartamento de Tony, quien invitó a Osvaldito por primera vez. Al final, tocan a la puerta. Es el Deportista, el mismo oficial de la Seguridad del Estado que detuvo a Tony en los alrededores de la casa de Vladimiro Roca “¿Quién ha sido el traidor ahora?...”Así, en el suspenso y la incertidumbre, finaliza la novela, cual metáfora de la realidad cubana de nuestros días.

Cartelera de fin de año. Por Miguel Iturria Savón.

En la segunda quincena de diciembre las instituciones culturales del país rediseñan sus programación en función de los rituales políticos. Realmente hacen lo mismo, pero le dan un toque de marketing simbólico al plan de actividades. Hasta la “Serenata para cuerdas”, de Harold Gramatjes, interpretada por la Camerata Romeu, es dedicada al 50 aniversario de la revolución.
La televisión anuncia los bailables de fin de año en las “Casas de la música” y en los municipios de Ciudad Habana. Todos dedicados al mismo hecho. La imagen es reforzada por las palabras de Pedrito Calvo, Fablé, Paulo FG y otros músicos “comprometidos”. No es difícil imaginar las causas de tan oportuna perorata.
Abel Prieto, Ministro de Cultura, y Julio Martínez, Secretario de la Juventud comunista, acaban de informar que el Pabellón Cuba, ubicado en La Rampa, será la sede del Festival Leer la historia, que ofrecerá filmes, libros y descargas de jazz, del 22 al 27 de diciembre. Entre los textos a presentar figuran, por supuesto, 50 canciones en años de revolución, compilación de Radamé Giro, quien empieza con “La Lupe”, de Juan Almeida, y finaliza con “Cita con ángeles”, de Silvio Rodríguez; así como La consagración de la primavera, del novelista Alejo Carpentier. Ambas obras, según el Ministro, se venderán en cada rincón del país. ¡Qué bien!
En otro lugar del Vedado, el poeta Eloy Machado, alias El ambia, dedicó su Peña mensual al 50 aniversario de la revolución. Fue en el Hurón azul de la Unión de escritores y artistas de Cuba y estuvo acompañado por el grupo Clave y guaguancó, cuyos músicos brindaron por los Orishas y por la salud de nuestros viejos gobernantes.
Por su parte, el Teatro del Museo nacional de Bellas Artes, ubicado en el Casco histórico de la capital, celebra con descargas de jazz el aniversario mencionado. Los conciertos serán hasta el 27 e incluyen las actuaciones del Trío Trisonancia, de Mauricio Gutiérrez, el viernes 19 a las 7 de la noche; el cuarteto Ébanos de La Habana, el sábado 20 a la misma hora; mientras el domingo venidero, a las 5 de la tarde, está programada la improvisación del joven trompetista Yasser Manzano.
Como los artistas plásticos también cabalgan en el potro revolucionario, la filial de la UNEAC de la provincia Villa Clara y la revista El Melaito han convocado a dibujantes del país para crear, del 18 al 20 de diciembre, un mural colectivo dedicado a los cinco espías encarcelados en los Estados Unidos. Dicho mural forma parte del Octavo salón de humorismo Santa Clara 2008.
Y en Santiago de Cuba, la Casa Heredia y la Unión de escritores, concedieron el Premio bianual que evoca a José María Heredia (1803-1839). Fueron premiados en poesía, Edel Morales, por El juego de la memoria; Damián Rabilero, con Palabra de suicida, y Ray Fasat, autor de Las dulces bestias. Amauris Gutiérrez Coto obtuvo el galardón de ensayo con Orígenes y el Paradiso de la eticidad. Cada uno de los gratificados, incluido Heredia, repitió el estribillo revolucionario. Sus obras, de próxima aparición, no cantan al suceso pero lo bendicen, según los organizadores.
La cartelera de fin de año anuncia otras actividades en La Habana, Matanzas, Pinar del Río, Trinidad, Camagüey, Las Tunas y Guantánamo. Todas dedicadas al aniversario de eso que llaman revolución, desde un bailable popular hasta un concierto de la sinfónica, una muestra fotográfica o una ópera de Verdi.