viernes, 28 de noviembre de 2008

Las plegarias de Paulito. Por jorge Olivera Castillo.

El cantante Paulo Fernández Gallo ama a la música y al Comandante. Lo ha dicho sin tapujos en Miami, el sitio donde la nostalgia quema y los tormentos del desarraigo aplastan el alma. ¿Se expresó el salsero cubano con honestidad?, ¿Reaccionó ante la suposición de una encerrona?, ¿Respondería, de manera diferente, alguien que todavía es ciudadano cubano, aunque resida actualmente en Italia y además todavía tiene familiares en la Isla?
Por ahora es complicado hallar una respuesta fiable. Primero que nada hay que tener en cuenta las circunstancias que dictan las pautas del comportamiento de cualquier ser humano, en este caso de un músico nacido en La Habana en los primeros años de la década del 60 del siglo XX y sometido a unas normativas existenciales que prescriben actitudes muy afines a la doble moral y a un distorsionado patrón ético, ambas desgajadas de un severo contexto represivo.
El miedo a ponerle letras o palabras a los pensamientos críticos, tiene en Cuba signos de pandemia. Mucho más ante preguntas que impliquen a Fidel Castro o algún alto dirigente y que en este caso se realizaron en un sitio extremadamente sensible a tales temáticas.
Creo que Paulito FG como se le conoce en el ámbito artístico nacional, actuó movido por las emociones. Estoy casi seguro que no esperaba cuestionamientos de tal magnitud.
Solo siguió un modelo de respuestas practicado por quiénes temen contrariar un sistema con infinitas posibilidades de hacer daño. No es de extrañar que otras de las estrellas del firmamento musical autóctono hubieran esgrimido argumentos muy similares, acción que dicta los parámetros de una regla, con pocas excepciones. En algunas oportunidades intervienen matices. No obstante al final se imponen las simpatías, bien reales o ficticias, pero concluyentes al expresar una adhesión categórica a la ideología del partido comunista.
Paulo toma partido por Fidel Castro, en la principal ciudad del exilio. Con esa posición les lanza un cubo de lodo a sus colegas hoy asentados en esta ciudad después de escapar de las políticas impuestas por el personaje al que él le dedica sendas muestras de incondicionalidad. No sé que habrán pensado Donato Poveda, Albita Rodríguez, Isaac Delgado, Manolín (el médico de la salsa), Leonor Zamora, Raúl Gómez, algunos de los cantantes que pusieron pies en polvorosa tras desencantarse del socialismo.
¿Es incierto lo que dijo el popular presentador Carlos Otero, en Miami, hace pocos meses cuando protagonizó una espectacular fuga con su esposa e hijos?, ¿Por qué la actriz Susana Pérez decidió continuar su labor actoral en los teatros y la televisión del Sur de la Florida después de una larga y fructífera carrera en Cuba?
La gente que ha optado por abandonar el país definitivamente, lo ha hecho en correspondencia a un proceso acumulativo de insatisfacciones. Todos se fueron convencidos de que el sistema es obsoleto, represivo y carente de las bases para forjarse un óptimo crecimiento material y espiritual.
Si las palabras de Paulito salieron del corazón, cosa que cuestiono, no hay nada de extraordinario en ello. Es su criterio. Otra cosa es estar o no de acuerdo.
Existe un adagio muy aleccionar para encontrarle el sentido a ese tipo de respuestas: “El hombre piensa como vive” .Dejando a un lado la relativización inherente a la conducta de los seres humanos a partir de influencias culturales, psicológicas, sociológicas y familiares, entre otras, Paulo FG está satisfecho con lo que ha conseguido bajo el paraguas de la revolución. Vive la mayoría del tiempo en Italia, logró alcanzar cierta fama a partir del carisma y el talento, en fin, ha podido-dentro del sistema, crear las condiciones para vivir lo mejor posible.
Su ámbito expresivo permanece condicionado por el medio en que se desenvuelve. Obviamente no ha pensado abandonar la Isla y esa decisión conlleva requisitos impostergables. En su declaración de fidelidad, pienso que se extralimitó. Demasiado sumiso. De ahí mis dudas sobre la autenticidad de las respuestas.
De todas formas todo lo dijo muy claro y eso consta para la historia. Gracias a la noticia publicada en el diario floridano el Nuevo Herald, ya sé cuál es el Dios de Paulo FG. Por suerte no es el mismo que el mío.
En su religión son millones los herejes. Un indicio de que las apariencias engañan.
oliverajorge75@yahoo.com

Dos hermanas. Por miguel Iturria Savón.

Caridad y Esperanza Fernández Suárez acaban de celebrar su sesenta cumpleaños con la ayuda de sus descendientes. La primera se inició como gastronómica en la fonda de su tío, confiscada por el Gobierno en 1968; la segunda cambió el magisterio por la costura. Las dos se casaron, tuvieron hijos y fueron infelices. Desde hace un lustro sobreviven de una chequera, entre los achaques de la salud, las colas del mercado, los ciclones y el cariño de los nietos.
En la sobremesa de los sesenta, las hermanas y sus anfitriones no hablaron de política ni de los sueños pospuestos. Encendieron una vela por la abuela María, quien murió pensando en su natal Puerto Rico; por el abuelo Eduardo, nieto de franceses y sargento del ejército durante el machadato; por Carmen, la madre que murió con premura, y por el tío Julio, sustituto afectivo del padre díscolo que las trajo al mundo.
Al conmemorar los sesenta, Esperanza y Caridad añadían nuevas angustias a la inmediatez de sus vidas. El ciclón “Ike” le llevó parte del techo al hogar de la primera. “Paloma” le tumbó el portal a la casa de la segunda. “¿Cómo resolver el problema si no ganamos para comer?”, dijo Cary, quien vive a unas cuadras de su hermana en Vertientes, provincia Camagüey, y vino a La Lisa invitada por Miriam, la sobrina que trabaja en turismo.
Como las gemelas ya no creen en las promesas de los funcionarios para enfrentar el desastre, piensan que un crédito para adquirir materiales sería más efectivo, pero saben que el gobierno no concede créditos ni dispone de materiales. “Si hubiera no sería para nosotras, no estamos ligadas al Partido ni a sus organizaciones…”, dice Esperanza, quien repasa sus frustraciones y espera a que baje la marea pues “ahora meten preso al que cojan con un saco de cemento, tejas, bloques u otra cosa”.
Esperanza y Caridad cerraron sus casas y emigraron a Matanzas y La Habana. Tienen fe en Dios y en la ayuda de algunos descendientes.
El caso de las gemelas es habitual en estos días. Los ancianos afectados por “Gustav”, “Ike” y “Paloma” piden auxilio a los familiares para abandonar los albergues colectivos. Es una variante posible, aunque no todos tienen parientes en la capital y en pueblos de cierta prosperidad.
Los trenes vienen cargados con personas que permanecen en La Habana. Algunos consiguen un alquiler aceptable y buscan trabajo por la izquierda, sin llamar la atención para no ser deportados. Otros se quedan con el beneplácito de hijos, hermanos y sobrinos.
Cary y Esperanza no regresarán a Vertientes. La sobrina de La Lisa le pidió a la primera que se quedara al cuidado del niño. La segunda seguirá en Matanzas “secuestrada” por la hija.
“Cuando cese la Operación Victoria y disminuyan las detenciones retornaremos para vender lo nuestro y traer el dinero”, expresa Cary con voz entrecortada. Ambas aspiran a celebrar el próximo cumpleaños en la capital de todos los cubanos.

Jugada anticipada. Por miguel Iturria Savón.

La calle Águila, entre Monte y Reina, fue el boulevard más notorio del mercado negro en La Habana hasta principios de septiembre. Sus vendedores ofrecían productos deficitarios con el consentimiento de compradores y policías. Allí encontrábamos ropas de todo tipo, objetos electrodomésticos, perfumería, relojes, alimentos y libros, desde el Camasutra hasta un best seller. Nadie cuestionaba la procedencia de las mercancías.
Con el paso de los ciclones llegó la ofensiva contra los mercaderes. El cambio meteorológico de la política penal cubana ha dado al traste con delitos menores tolerados para compensar la ineficacia del enorme aparato productivo y comercial del estado. Los vendedores fueron acusados de acaparamiento, especulación, receptación y actividad económica ilícita. Algunos pagaron multas y esperan juicios, otros huyeron, muchos están en prisión preventiva o en granjas de trabajo forzado.
La actual política penal ha puesto en jaque a la red de productores y pequeños comerciantes marginales, pero nuestro mercado negro es suigéneris y necesario, suple carencias, no ofrece drogas ni armas y es resultado de la asfixiante centralización estatal. Si bien hay que enfrentar la corrupción, el robo y otros vicios, no debemos acabar con el mercado de ofertas y demandas.
Al amigo de un vecino le movieron el piso. Era pequeño comerciante y poseía un taller para hacer refrescos, pero sorprendieron a sus dos colaboradores y estos indicaron al propietario, el cual reconoció su responsabilidad y aclaró el origen del negocio. Como no tenía vínculos antisociales ni antecedentes penales, le quitaron la fabriquita y le pusieron una fianza en efectivo como medida cautelar.
Al quedarse sin medios de vida, el amigo de mi vecino decidió buscar alternativas con unos parientes de Matanzas, pero la mujer lo llamó para decirle que lo andaban buscando, pues le cambiaron la medida cautelar por prisión preventiva. Ella puso un abogado y este le pidió que él se presentara, era un delito menor y no debía complicarse con evasiones.
Unos días después, ante la insistencia policial, la muchacha confirmó que ya tenía noticias de su esposo, quien la llamó desde Miami.
Es un caso extremo y precipitado, pero no es el único. Las personas que huyen del país con juicios pendientes después se arrepienten. Si regresan son apresados. Charles A.V., el amigo de mi vecino, dejó a sus padres, a la mujer y el niño. Tal vez no los vea nunca más, salvo que logre llevárselos por concepto de reunificación familiar o que haya un cambio en la isla.
Quizás dentro de unos meses resurjan los pequeños mercados y los gobernantes de Cuba pospongan la aplicación de la política penal meteorológica para la próxima temporada ciclónica. Por ahora, aumentan las colas, el hambre y la escasez, mientras los vendedores se reciclan, huyen del país o esperan tras las rejas.

Virgilio sigue en escena. Por Lucas Garve.

A casi treinta años de su fallecimiento, Virgilio Piñera, poeta, dramaturgo, escritor, perseguido por homosexual, condenado al ostracismo por los alabarderos del régimen, no piensa bajar de la escena. Se cumplen 60 años de la puesta en escena de la obra con la cual Piñeracambió la ruta del teatro cubano: Electra Garrigó (1941). La piezafue el detonante que puso al teatro cubano de golpe y porrazo en elcamino de la modernidad. Virgilio Piñera tomó de la tragedia clásica los elementos de conflictoy los insertó en el contexto cubano. El coro griego cantó décimas de La Guantanamera. La voz solista, denominada en el teatro clásico comocorifeo, fue la cantante de música campesina Radeúnda Lima. La accióntrasladada al patio de un solar habanero no dejó de abordar el conflicto planteado por el clásico: el choque entre la dictadura de los padres sobre sus hijos, uno de los rasgos más acentuados del paternalismo familiar cubano. Tan sobre protector como culpable de muchos de los problemas de personalidad que escondemos. El montaje de la pieza de Piñera fue asumido por Francisco Morín,teatrista y director de la revista Prometeo. La puesta en escena, realizada el 23 de octubre de 1948, estuvo dedicada al primer aniversario de la publicación de la obra, y subió a la escena de la Escuela Municipal José M. Valdés Rodríguez, uno de los críticos de artes escénicas y cine más prestigiosos del país. Diez años más tarde, en 1958, la reposición de la pieza, de nuevodirigida por Morín, tuvo lugar en la sala Prometeo. Los protagónicos fueron interpretados por Lilian Llerena y Roberto Blanco, ambos destacados actores y directores del teatro cubano. Electra Garrigó y Clitemnestra Plá se convirtieron en dos personajesque pasarían a la historia del Teatro cubano como paradigmas de lacontextualización criolla de aquellos pertenecientes al drama universal. Piñera resolvió con su inteligencia artística el traslado de la violencia de la frustración de la familia criolla a la escena. Adelantado del teatro del absurdo, que luego Samuel Beckett pondría de moda, Piñera hizo la autopsia de la familia cubana. En Electra Garrigó la administración de recursos dramatúrgicos, laestilización de la parodia, la grandilocuencia de los personajes, el humor y la sátira a través de la visión de lo cotidiano, enfrentaron alespectador con la comprensión de una nueva filosofía del arte del teatro que revelaba la alta categoría artística del Virgilio Piñera dramaturgo. La última puesta en escena de Electra Garrigó fue en agosto del presente año, por el grupo Teatro El Público y la dirección de William Ruíz. Hoy, Virgilio Piñera no abandona la escena. Los conflictos de esta obramaestra siguen vigentes la familia cubana.

La escritura de la ciudad. Por Lucas Garve.

El grafiti son inscripciones o signos anónimos dibujados en paredes de edificios, muros, etc. Del latín graphiti, denomina las inscripciones realizadas en los muros. Los grafiti son un producto de una sub cultura urbana, transmiten el deseo de reconocimiento de sujetos empujados por grupos hegemónicos de la sociedad a ocupar un no-lugar en la misma.
En la Habana, se encuentran en algunas calles muestras de ellos, pero no abundan. Por cierto, en espacios de paredes de edificios han pintado, de acuerdo con las autoridades, diseños con letras burbujas y también en “wildstyle”, en el cual el entrelazado de las letras complica la composición.
A principios de los 80, en Cuba hubo un movimiento renovador en las artes plásticas muy particular. Se produjo una tendencia a aprovechar el espacio callejero para reflejar lo que se dio en llamar “el arte calle”, protagonizado por un grupo de jóvenes pintores. Pero, no contó con suficiente apoyo de las autoridades culturales.
Solamente, después del 2000, se comenzó a revivir aquellas formas de “arte calle” y aparecieron en ciertos barrios habaneros, una especie de murales con diseño de letras burbujas unos y otros con “wildstyle” para rellenar espacios vacíos en los muros de algunas edificaciones. Estos diseños, realizados para cubrir espacio en muros amplios, contribuyen a darle colorido a la ciudad. No obstante, al parecer, las autoridades culturales no han proseguido con esa proyección, quizás, por falta de recursos materiales o por indiferencia.
Particularmente, las paredes habaneras han servido de páginas inmensas para proyectar la escritura de la ciudad hecha por sus habitantes. Una escritura anónima que refleja las inquietudes de los sujetos que la producen. Tradicionalmente, en zonas de barrios marginales se podían observar signos religiosos o marcas de los “juegos” de ñáñigos y signos de los usados por los “abakuás” para comunicarse.
Por otro lado, la impronta del reconocimiento individual propia del humano, produjo una estela de nombres en paredes por toda la ciudad, cuyo ejemplo más célebre fue el del desaparecido “Chori”. Además, otros espacios en muros se emplean como soporte de mensajes particulares. En algunos de ellos hay una especie de intercambio dialogal a partir de mensajes llenos de alusiones que solamente conocen los interesados.
Siendo una de sus características llamar la atención de los transeúntes anónimos o de un destinatario particular. Así en correspondencia, el lenguaje empleado es absolutamente particular y se aleja de los convencionalismos lingüísticos y culturales usados frecuentemente por la mayoría de la población.
De esta manera, la ciudad nos habla y transmite las inquietudes particulares de sus habitantes mediante una escritura que se distancia de la cartelística que sirve de soporte al discurso oficial.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Meteorología política. Por Miguel Iturria Savón.

Al escuchar los partes meteorológicos sobre el paso de “Paloma” por la zona oriental de Cuba recordé los desastres de los ciclones anteriores, principalmente en la región occidental de la isla, donde perduran las huellas de “Gustav” e “Ike”. Tres huracanes en menos de tres meses es demasiado para un país arruinado por la tormenta sostenida del totalitarismo. ¿Será un castigo divino o una maldición del imperialismo?
No voy a responder a la pregunta ni analizar la catástrofe engendrada por otro fenómeno natural. Basta un comentario pos ciclónico pues desde que “Paloma” asomó el pico por el Mar Caribe los radares del Instituto de meteorología comenzaron a espiarla para predecir su trayectoria, mientras los medios informativos montaban el guión de la tragedia, la Defensa civil dictaba sus orientaciones a la población y los funcionarios del Partido y el Gobierno se ponían el uniforme militar para evacuar al pueblo y cumplir las órdenes del invisible Comandante, quien sigue siendo el Ciclonero en jefe.
Las autoridades cubanas enfrentan las tormentas tropicales como a un enemigo sin rostro. Movilizan a medio país, paralizan el transporte, los servicios públicos y utilizan a los medios informativos para crear un estado de euforia revolucionaria que desafía a la naturaleza y al espíritu santo. La radio y la televisión convierten la desgracia en una telenovela por entrega, con imágenes, estadísticas y personajes de ocasión. Solo hablan los meteorólogos, los generales que recorren las provincias, algún coronel de la Defensa civil, el primer secretario del Partido comunista de las regiones afectadas y el locutor estrella de las mismas. Todos dicen consignas sin matices ni emoción, como actores que memorizaran un libreto. Si le acercan la cámara y el micrófono a una señora que perdió su vivienda esta expresa su confianza en el socialismo. Si la víctima es un anciano recordará el abandono en que vivió durante el capitalismo. Nadie habla de muertos, salvar vidas humanas es el slogan; los huracanes solo matan a las hormigas locas, a una vaca desobediente o al guajiro medio tonto que atravesaba un río.
La conversión de la meteorología en batalla política contra las lluvias, los vientos huracanados y las penetraciones del mar es una táctica para ganar tiempo. La devastación provocada por Gustav e Ike a fines de agosto y principios de septiembre sirvió de pretexto al Gobierno para “acabar” con el mercado negro, reprimir a los pequeños propietarios y paralizar a la oposición pacífica. Una instrucción del Tribunal Supremo fue suficiente para inmovilizar a la sociedad. Los juicios sumarios llenaron las cárceles y las granjas de trabajo forzado.
Tal vez el paso de “Paloma” por Camagüey, Las Tunas y otras partes justifique la permanencia de una instrucción que caducaba. La gente se puede tirar a las calles, ¿cómo aguantar tantas carencias y represión? El Castrismo lleva medio siglo aplicando una represión gradual y sostenible, una especie de asfixia con válvulas de escape. Vivíamos con el agua al cuello sin ahogarnos, como si jugaran con nuestros rostros, si veían el miedo nos apretaban; si apreciaba la explosión, aflojaban; entonces redimían a un grupo de presos o estimulaba a los balseros, como en 1980 o 1994.
Después de los ciclones el gobierno cubano ha vuelto a subir la parada. La fórmula es la misma. Se esfuman los vendedores pero aumentan las carencias, los carteles y la represión. Quizás las aguas y los vientos traídos por “Paloma” aconsejen a los estrategas del Comandante y a los generales de opereta que cierran o abren el dique de la sociedad cubana.
Dentro de poco tendremos la respuesta. Todo dependerá de la meteorología política que apliquen los mandarines o del remolino social que se acumula en la isla.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Estribillo político. Por Miguel Iturria Savón.

No soy fan de Paulo FG ni de su Élite, pero reconozco que “el bonitillo” le pisó los talones a Isaac Delgado, “el chévere de la salsa”; a Manolín, “el médico” del género; a Carlos Manuel y su Clan, a David Calzado y su Charanga habanera, a José Luis Cortés, alias “El Tosco” y al mismísimo Juan Formel y sus Van Van, quienes aprovecharon el boom musical de los años noventa e impusieron sus discos, imágenes y preferencias a los turistas y bailadores de Cuba. Ninguno de ellos, sin embargo, puede ser comparado con el Benny Moré, Oscar de León, Juan Luis Guerra o Gilberto Santa Rosa.
Tal vez por eso no le presto atención al mundo de la farándula. Las creencias y excentricidades de nuestros músicos, actores y bailarines me tienen sin cuidado. Casi siempre tratan de llamar la atención a toda costa, generalizan sus puntos de vista y provocan escándalos. Si nos guiáramos por los comentarios de Silvio Rodríguez, Alicia Alonso o César Portillo de la Luz, perderíamos tiempo y energía. Coincido con Tagore en que “la fama es la espuma en la corriente de la vida”.
Pero hay declaraciones que irritan la inteligencia y exigen una réplica. Solo eso.
El viernes pasado leí en El Nuevo Herald que Paulo Alfonso Fernández Gallo llegó a Miami para actuar en tres clubes y, antes de hacerlo, fue entrevistado en el programa televisivo Entre Nos, en el cual elogió al convaleciente Fidel Castro, quien no es músico ni bailarín ni distingue a Paulo con su regia amistad. Como Miami es el centro del exilio desatado por el Castrismo, las palabras del músico hirieron la sensibilidad de muchos cubanos. Algunos lo consideraron como una provocación, ratificada por el estribillo político de Jorge Artiles, promotor de la gira y presidente de Habana Productions Publishing, el cual denigró a los líderes del exilio y habló de incomprensión y censura, como si el régimen que él representa no fuera catedrático en esa asignatura.
No creí necesario referirme a las palabras de Paulito ni a la banderilla política del empresario insular; me parecieron una estrategia cruel para promover sus discos y la venta de entradas a los clubes donde actuaría el fin de semana. Fue la comentarista cultural Loly Estévez, del Noticiero nacional de la televisión, quien me hizo sospechar que el ratón parlante respondía al guión del gato. La vieja locutora convirtió las palabras del salsero en espada ideológica, elogió su valor personal, denigró a “los apátridas” y añadió otras estupideces al pastel servido en Miami.
Más claro ni el agua. Paulo FG es un cantante popular con estilo propio, afinado y carismático, famoso entre las mujeres y los bailadores. Vive bajo un régimen totalitario pero él no lo percibe, pues recibe facilidades inimaginables para grabar, viajar al extranjero, firmar contratos y vivir como un señor en medio de la penuria nacional. Parece que ahora algún comisario de la batalla de ideas le asignó una misión y él la cumplió. ¿Qué ganaría si dice que no o se hace el loco? ¿Le permitirían conservar su casa, autos, cadenas de oro y su permanencia en Italia sin perder sus bienes?
Paulo, el pepillo de 46 años que se renueva con las circunstancias, dice creer en el Comandante y vivir con sus sueños artísticos, sin trabas ni temor. Quizás por eso le toleraron la adquisición de la ciudadanía italiana sin dejar de ser cubano, lo cual es prohibido por el artículo 32 de la constitución.
Si cree bien y si no también, es su problema, pero debería respetar la sensibilidad de quienes no creen y de aquellos que se tiraron al mar para vivir en libertad. Miami es el reverso de La Habana. Allí están Isaac, Manolín y otros artistas insulares que no compiten en la tribuna política sino en el mercado de la música y la cultura. Todos merecen respeto.

Encuentro fortuito. Por Miguel Iturria Savón.

Hace unos días, bajaba por la calle Obispo, en La Habana, y casi tropiezo con el actor Sean Penn, el pintor Kcho y el doctor Antonio Castro Soto del Valle, quienes salían de un restaurante de lujo ubicado frente al mar. El pintor y el hijo del dictador abrazaron a la estrella hollywoodense antes de que subiera a un automóvil exclusivo; luego volvieron al restaurante.
Yo seguí con hambre por otras vías de la ciudad, pero me puse a pensar en la diplomacia de la cultura, táctica usada por nuestra tiranía para acercar a su proyecto corporativo a escritores, artistas y científicos que temen a las convulsiones de la democracia y ven en los gobernantes totalitarios a salvadores de sus pueblos.
La diplomacia de la cultura se basa en la propaganda de bienestar colectivo, humanismo, equilibrio social y otras píldoras esgrimidas con éxito por Mussolini en Italia, Gerardo Machado en Cuba, Perón en Argentina, Lázaro Cárdenas en México, Janio Quadros en Brasil y otros “hombres fuertes” de izquierda y derecha, que durante el siglo XX convirtieron al Estado en patrón corporativo de la sociedad y sumergieron a los ciudadanos en los planes y caprichos del poder.
El régimen de los hermanos Castro sabe conquistar espacios internacionales a través de sus instituciones y sus figuras culturales. Los eventos que organiza y las invitaciones a creadores de diversas latitudes están en función de la propaganda sobre la excepcionalidad de la revolución cubana.
Al ver a Kcho y al hijo de Fidel Castro abrazando a un actor de Hollywood en plena calle de La Habana, recordé a varias personalidades del patio utilizadas para atraer a celebridades de Estados Unidos, España, Inglaterra, Francia y otras naciones. El negro Kcho es un pintor talentoso, una de sus obras fue adquirida por el Museo de arte moderno de New York. La cotización de sus lienzos le abrió las puertas del Palacio, ahora es una especie de embajador cultural por encargo.
Sean Penn no le llega a los talones a su progenitor, el mítico actor y director Arthur Penn, recordado por Jauría humana, Bonnie and Cride y Pequeño gran hombre; pero vino a posar con los representantes de una autocracia legitimada por luminarias estadounidenses como el foto reportero Herbert Mathew; Harry Belafonte, rey del Calipso; Oliver Stone, quien le hizo un documental al Comandante en Jefe; Steven Spelberg –obsequiado por el orfebre Raúl Valladares-, y Michael Moore, realizador de un filme que denigra al sistema de salud de su país y exalta la medicina cubana.
En la nómina exterior de la diplomacia cultural del Castrismo figuran embajadores ilustres y controversiales, como el escritor colombiano Gabriel García Márquez, el filósofo francés Jean Paul Sartre, el narrador portugués José Saramago, el roquero inglés Sting, los cantantes hispanos Joan M. Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel y Joaquín Sabina, el vocalista argentino Fito Páez, el politólogo Noam Chomsky y otros.
Aunque algunos personajes se bajaron del tren totalitario o evadieron sus malabares políticos, creo que tales encuentros, invitaciones y agasajos no son fortuitos.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Wajda en La Habana. Por Miguel Iturria Savón.

Como preámbulo de la XXX edición del Festival del nuevo cine latinoamericano de La Habana, a efectuarse del 2 al 12 de diciembre, la Cinemateca de Cuba exhibe desde octubre varios ciclos de la filmografía europea, asiática y latinoamericana. A la excelente muestra de películas húngaras (cine Riviera, 21 al 29 de octubre), les siguió una selección del director polaco Andrzej Wajda (1 al 7 de noviembre en el Chaplin); dos series de cortometrajes belgas (Flandes de Kask y de Hainaut Cinema), del 8 y el 11 en la misma sala; una decena de reposiciones cubanas basadas en obras literarias (13 al 19); un panorama del cine iraní contemporáneo (20 al 26) y estrenos de otras naciones.
Andrzej Wajda, “el más polaco de los realizadores polacos”, es un paradigma del séptimo arte desde la década del sesenta, cuando predominaban autores como el sueco Ingmar Bergman, el japonés Akiro Kurosawa, el italiano Federico Fellini y el indio Satyajit Ray. Por la excelencia de su filmografía ha sido equiparado con el pianista Chopin, el poeta Adam Mickiewicz, el narrador Henrik Sinkiewicz, el dramaturgo Jers Grotowski y el científico renacentista Nicolás Copérnico.
A diferencia de sus antecesores y contemporáneos, Wajda interroga la historia nacional sobre la independencia, la predestinación, la soledad y la dignidad de las personas en situaciones extremas; preceptos que palpan en los ocho filmes escogidos por la Cinemateca de Cuba, el Instituto polaco de arte y la Embajada de la República de Polonia en La Habana, entre los que figuran los multipremiado “Katyn” (2007) y “Don Tadeo” (1999), exhibidas por primera vez en nuestra isla.
En esta ocasión, la Sala Chaplin escogió Canal (1957), Todo a la venta (1969), La tierra prometida (1975), El hombre de mármol (1977), Las señoritas de Wilko (1979) y Crónica de amor (1986). Los filmes, en colores y sonido estereofónico, constituyen un lienzo de la guerra y un reencuentro con la memoria histórica y la incertidumbre del destino político, social y cultural de Polonia durante los siglos XIX y XX.
Katyn, nominada al Oscar a la mejor película extranjera en el 2008, trae a la pantalla la matanza de 22,000 oficiales polacos por parte del ejército ruso en 1940. Como el padre de Wajda fue una de las víctimas de ese crimen, el realizador incorpora detalles autobiográficos que humanizan la tragedia, atribuida a los nazis por la propaganda de la Unión Soviética, cuyo ejército ocupó parte de Polonia previo acuerdo con Hitler y le impuso un régimen totalitario al finalizar la Segunda guerra mundial.
Don Tadeo abrió y cerró la muestra. Es una pieza excepcional por la fotografía, la dirección artística, el montaje y las actuaciones. Se basa en un libro de Adam Mickiewicz, clásico de la literatura polaca, y describe la vida de la nobleza en Soplicowo durante el avance de Napoleón, quien era valorado por muchos como el libertador que necesitaba el país. Wajda es uno de los guionistas de esta superproducción que nos introduce en los entresijos de la vida política y nos hace pensar en el papel del individuo ante su época y su entorno.
En El hombre de mármol, como en El hombre de hierro (1981), asistimos a la creciente agitación política contra la manipulación de la vida bajo el socialismo. Cerca de Cracovia se construía en los años cincuenta Nueva Huta, que respondía al modelo urbano del ideal soviético. Décadas después la joven Agnieska prepara un documental para graduarse en la Escuela de cine de Lodz, por lo cual indaga en la historia de un obrero carismático convertido en figura pública. La muchacha descubre materiales de archivo que la ayudan a desenredar la caída de Birkut, héroe y víctima que nos recuerda a Leed Walesa y al Sindicato Solidaridad.
En estos días apreciamos también La tierra prometida, otro clásico de la cinematografía polaca y europea. Se trata de una excelente adaptación de una novela de Wladyslaw Stanislaw (Premio Nobel, 1924), que recrea la atmósfera de explotación y luchas obreras en Lodz, centro textil de Polonia durante la revolución industrial. La agudeza, sensibilidad y maestría de Wajda hace creíble los conflictos novelados, aunque el cineasta centra la atención en torno a los tres amigos que montan una fábrica para prosperar.
Todo a la venta, Las señoritas de Wilko y Crónica de amor son un fresco de la ternura, la nostalgia y el tiempo perdido. La primera muestra “el cine dentro del cine” al estilo de Fellini, pues evoca desde la ficción al desaparecido actor Zbigniev Cybulski, protagonista de sus primeros filmes. En la segunda, el personaje central retorna enfermo al escenario de sus años mozos y reflexiona sobre el pasado. Crónica fue considerada la mejor película polaca en 1986; es una historia conmovedora basada en una novela de Tadensz Konwicki; un personaje episódico deviene símbolo de la pasión y el idealismo en los días previos a la ocupación de Polonia (1939).
La precariedad de la existencia, el mundo de entreguerras y de posguerra y los grandes problemas de Polonia gravitan en los filmes de Wajda exhibidos por la Cinemateca de Cuba. Las imágenes y sonidos del gran creador oscilan entre el romanticismo, la lucidez y la desmitificación, pero expresan las esencias identitarias de su país. Tal vez por eso tienen impulso universal.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Figuración y erotismo. Por Miguel Iturria


La fachada de una isla son sus costas, pero los pintores desafían el paisaje. Las tonalidades del azul, los matices del verde y las mixturas del rojo han nutrido el panorama pictórico cubano, recreado en lienzos, grabados y litografías desde principios del siglo XIX. El exceso de luz, el colorido tropical, la geografía, el hombre del campo y el entorno urbano son temas recurrentes en nuestra plástica, cuyo camino registra nombres como F. Mialhe, E. Chartrand, Landaluce, V. Sanz Carta, Miguel Melero, Víctor Manuel, Carlos Enríquez y otros ilustres que grafican el paso entre tradición y modernidad.
En la aparente quietud de la plástica insular son notables los dibujos y pinturas de Rubén Rodríguez Martínez (Cárdenas, Matanzas, 1959), quien conjuga su labor creativa con la docencia en el Instituto Superior de Arte, donde es profesor de Serigrafía, especialidad que marca su obra pues fue uno de los fundadores del Taller artístico experimental de serigrafía “René Portocarrero”, en el cual dio clases magistrales e impartió cursos y talleres durante dos décadas.
Rubén ha participado en medio centenar de exposiciones colectivas y en más de diez representaciones individuales, de importantes galerías de La Habana, España, Estados Unidos y Puerto Rico. Desde 1983 sus grabados, lienzos y cartulinas han recibido premios y menciones dentro y fuera de la isla. En 1987 fue distinguido en Barcelona con el Premio colectivo de la Fundación Jaume Guasch; un año después obtuvo mención especial en el Salón de Ciudad Habana y, en el 2000, en el Primer salón de arte erótico.
El erotismo es una constante en la obra del artista, cuyo lenguaje creativo ha dialogado con la crítica y con el público especializado, sin tabúes ni en sentimentalismos. Su discurso visual transita por la combinación de signos, parábolas, alusiones y mensajes gráficos. Se apropia de códigos teológicos y culturales, los mezcla en una imaginería propia. En algunos óleos y cartulinas la cruz católica es acompañada por íconos de origen africano.
Pero el sincretismo que tapiza la cultura cubana es uno de los temas de sus piezas, en las que también se aprecia un pensamiento de lo cotidiano que se nutre del folklor, los proverbios, el sexo y otras aristas de la vida. En sus telas y dibujos sobre cartulina el erotismo ronda por encima de casi todas sus propuestas.
La crítica ha reseñado el dibujo esbelto y la elegancia de la figuración de los cuadros de Rubén Rodríguez Martínez, quien reitera, en diversos soportes y formatos, la figuración antropomórfica, animada de sensualidad y fina ironía. En óleos como “Usted ama como el gallo”, “Un gran susto trae felicidad” y “El que lo tiene adentro es el que se menea”, el pintor reta la imaginación desde una poética del sexo.
Por la singularidad de su obra gráfica este artista merece mayor espacio en los medios. Es difícil encontrar un catálogo o cuadros suyos en la red de galerías y en las tiendas que comercializan el arte contemporáneo de Cuba. Óleos y serigrafías de Rubén yacen en museos y colecciones privadas de Alemania, Brasil, España, Estados Unidos, Kuwait, La Habana, Teherán, Panamá, Uruguay y Venezuela. Tal dispersión exige una nueva entrega al público insular.

Intentar lo difícil. Por Lucas Garve.

Atrapar la imagen sensible de la Isla en una novela de aprendizaje fue la súper tarea de Lezama Lima en Paradiso. Sin embargo, creo que la totalidad de la imagen apresada en el texto literario escapa a cualquier clasificación.
Acaba de estrenarse en La Habana el filme “El Viajero Inmóvil” del cineasta Tomás Piard sobre la obra cumbre lezamiana. En la cinta de 87 minutos, más que a vertebrar una narración lineal característica del género fílmico, se recrean atmósferas al trasladar imágenes literarias al medio cinematográfico.
El realizador de la película cuenta con la actuación de Eslinda Núñez, Jorge Martínez, Herminia Sánchez, Georbis Martínez, Carlos Solar, Sergio Fernández, Jorge Alí. No son protagonistas típicos, siendo los diálogos bien escasos. Los actores son mediadores concretos de las imágenes de los personajes que conforman el mundo lezamiano a través de gestos, miradas, transiciones, actitudes.
Hay varios planos en el discurso audiovisual. Los amigos de Lezama o discípulos del Maestro intercambian criterios sobre su obra y personalidad. La familia centrada en el comedor gracias al almuerzo legendario acoge a algunos de los discursantes.
La primera secuencia de la película muestra una reunión de intelectuales en la hoy casa museo Lezama Lima. Entre los reunidos, se desplaza el actor que representa –de alguna manera- al escritor. Una representación de las tertulias animadas por el Maestro de Orígenes.
En la secuencia del almuerzo familiar de Augusta, la abuela, Reynaldo González, Ciro Bianchi Ross, César López, Pablo A. Fernández comparten sus opiniones sobre Lezama y Paradiso con los comensales a manera de invitados de la anfitriona. Intervienen con sus declaraciones al abordar la obra y la figura de José Lezama Lima, Pablo A. Fernández, Ciro Bianchi Ross, Reynaldo González, César López, Margarita Mateo, etc.
Los espectadores se sorprenden ante la presencia en pantalla de imágenes trasladadas del texto de la novela Paradiso al discurso cinematográfico pues desconocen la obra de Lezama y se torna difícil para ellos profundizar en la comprensión de las mismas. De cierta manera, esos intelectuales invitados- algunos frecuentaron al escritor en vida- ofrecen pautas para comprender la personalidad y la obra del escritor enorme que fue Lezama. Pero, creo que no basta.
Para muchos presentes en la sala de exhibición, las secuencias de desnudos masculinos y el erotismo de ciertas escenas, provocan cierto sobresalto y exclamaciones tan de rechazo como de aprobación.
Evidentemente, hay un público mayoritario todavía no preparado para captar la focalización visual de torsos, muslos, glúteos, piernas y genitales masculinos y aceptarla como ocurre con la belleza femenina sin reacción. Imágenes visuales que identifican escenas y episodios capitales de Paradiso para conformar la etapa de aprendizaje sexual de Cemí, el protagonista principal de la novela.
La oscuridad de la sala invita a algunos de los espectadores a expresar en voz alta opiniones sobre esas secuencias. En la fila delantera, unos adolescentes no paran de comentar sobre las imágenes que pasan en pantalla. A pesar de los criterios de los “amigos de Lezama” y a partir de la ignorancia de la obra reflejada en pantalla, emiten opiniones superficiales. No entienden que la hermeticidad de ciertos símbolos que se manejan en la cinta obedezca quizás al reflejo de los códigos que Lezama manipuló en sus textos. Su percepción se queda en la epidermis de la imagen visual que captan.
La crítica calificó mal la película. Según el especialista del diario oficial Granma, en el filme hay demasiadas imágenes, demasiados efebos, demasiada intensión. Realmente, es harto difícil trasladar un texto literario con la complejidad y hermeticidad lezamiana a imágenes cinematográficas.
Creo que una recreación de la época y de las influencias culturales que el escritor recibió en su período de formación hubiera corrido mejor suerte a los ojos del gran público. Realmente, no es una película de entretenimiento, ni de información biográfica sobre el autor. La voluntad del realizador de permutar imágenes literarias por equivalentes cinematográficas pudo no funcionar.
A mi modo de ver, el director al pretender mostrar las claves de la personalidad de Lezama Lima y de su obra cumbre Paradiso escogió la manera de hacer más difícil. Como tentativa de reconocimiento vale la pena. Quizás, aliente a quienes desconocen la obra del escritor de la calle Trocadero a intentar aproximarse a ella.

El bolero puede enmudecer. Por Lucas Garve.

El bolero como género surgió en Cuba a finales del siglo XVIII. Escrito en compás binario y tempo lento, está emparentado de alguna manera con el fado portugués y la saudade brasilera. De Cuba se extendió a otros países latinoamericanos y en Méjico tiene su segunda casa. Evidentemente, el bolero es un género musical urbano.
En Cuba, la época de oro del bolero fue en los años cuarenta y cincuenta. Para lograrlo, se unieron varios factores: el surgimiento de compositores amantes del género, de cantantes con fuerte personalidad cuyas voces privilegiadas sirvieron de vehículo a ese género musical, de varias compañías disqueras cubanas interesadas en la comercialización de ese producto musical, del fenómeno tecnológico de la victrola que inundó las cuatro esquinas de la isla, de un público amateur que lo reverenció, del impacto de la televisión y de revistas que popularizaron la imagen de los cantantes favorecidos por el público, de la vida nocturna urbana apoyada en cabarés, bares y night – clubs.
Realmente, se unieron todos estos factores para producir el complejo socio cultural denominado bolero cubano. Osvaldo Farrés, Pedro Flores, Julio Gutiérrez, Orlando de la Rosa, Frank Domínguez, Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, René Touzet, José Manuel Solís, más un larguísimo etc. jalonan la ya extensa lista de cultores cubanos solamente.
A pesar de celebrar anualmente un festival dedicado a mantener el gusto por el bolero en Cuba. Muchos factores que contribuyeron a su florecimiento, hoy han desaparecido lamentablemente. Aunque sobrevivan autores que continúan con su producción de boleros, la desaparición de voces apropiadas para cantar el género es notable.
Primero, por causas biológicas, las cantantes de la época de oro que sobreviven tienen hoy 70 años o más. Además, no se privilegia la personalidad artística de forma que materialmente cuente con suficiente acicate para el desarrollo en el género. Las producciones de los cabarés se conciben adecuadas a fórmulas turísticas poco creativas. En realidad, se perdió la infraestructura de soporte y renovación de este tipo de espectáculos y la entrada a los mismos se restringió a un público –extranjero principalmente- que no entendía, ni asimilaba, casi ni aplaudía la producción de un show o a un intérprete generalmente de perfil bien acentuado y carismático por ignorancia o poco interés.
La sin par Olga Guillot, Blanca Rosa Gil y sus hermanas, Vilma Valle, Berta Dupuy, Normita Díaz, las inolvidables Elena Burke y Moraima Secada, Omara Portuondo, La Lupe, Freddy, llenaron con sus voces únicas las salas de cabarés y night clubs que hacían interminable la noche. Misterio y pasión transmitidos en las letras de boleros increíbles por su manera de decir.
Hoy, nos faltan grandes cantantes de boleros. No pueden resurgir porque destruyeron los mecanismos y soportes que contribuían al nacimiento de verdaderos interpretes boleristas como individualidades artísticas musicales.
El bolero ha devenido en objeto museable. En La Habana, el Rincón del Bolero no es ni la sombra de lo que fue una red de cabarés, bares de esquina, clubes, salones, donde floreció el bolero para satisfacción de tantos. Espectáculos mediocres y Casas de Cultura llenas de polvo y desidia sirven a la tristeza del recuerdo de la época de oro del género.
La frigidez sentimental del funcionario comunista no entiende de boleros. Un bolero no se escribe por consigna. Cada bolero es irrepetible en su interpretación. Nos quedan en el recuerdo y en grabaciones y también en el corazón de los ya cincuentenarios. Los jóvenes cubanos ignoran en el presente una de las expresiones musicales más genuinas de su isla.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Otro caso violento. Por Miguel Iturria Savón.

Cuando asisto a la sala de lo penal del Tribunal provincial de Ciudad Habana salgo alterado por la estupidez humana. Cada juicio reafirma la creciente pérdida de control sobre las emociones. La marea de actos violentos constituye una crónica de la rabia y la desesperación, principalmente en la periferia de la capital, donde la marginalidad salpica la vida de las personas, en especial de las mujeres, víctimas esenciales de la irracionalidad. Si resumiéramos las vistas orales podríamos escribir un catálogo de agresiones, arrebatos, fracasos y sentimientos contrapuestos.
Como la prensa insular no se refiere al tema, voy a esbozar el caso que presencié a mediados de octubre. El acusado, Miguel Chávez Guillén, de 39 años, natural de Villa Clara y vecino de La Guinera, municipio Arroyo Naranjo, Ciudad Habana, comparecía ante el Tribunal por violación de domicilio, atentado y coacción, por lo cual estaba preso preventivamente desde su detención. El mismo penetró en el domicilio de Idalmis Alfonso Reyes, con quien mantuvo relaciones amorosas, y le exigió a esta que le retirara la denuncia por lesiones que le formuló días atrás; ante la negativa de su ex amante, Miguel la golpeó, la violó y la amenazó.
Casi un mes después la hija de Idalmis, al visitar a la madre y conocer lo sucedido, denunció al violador en la estación policial del Capri, barrio colindante de La Guinera. La detención favorecieron las investigaciones. Miguel, de pésima conducta social, había sido sancionado en Matanzas, por hurto en 1993 y robo en 1999; por las mismas causas posteriormente, en el municipio habanero de Caimito; por lesiones, en Arroyo Naranjo, en el 2005 y en julio del 2007; por coacción, en Marianao, en el 2004, y por delitos similares que lo llevaron a prisión o al pago de multas.
Cabe preguntarnos si Idalmis Alfonso Reyes conocía los antecedentes de este personaje antes de relacionarse con él, pero no viene al caso; en el juicio mostró la torpeza de sus emociones y la fragilidad de sus sentimientos. Su rostro expresaba miedo y frustración. El testimonio de la hija giró en otro ángulo.
Según el fiscal, lo acaecido encierra tres delitos: violación de domicilio, previsto en el artículo 287.1.2 del Código penal; de atentado, refrendado en el 142.1.2, y de coacción, basado en el 286.1. Al citado Chávez Guillén, autor de los hechos imputados, le pidió una sanción conjunta y única de 4 años de privación de libertad, conforme al artículo 56.1b del Código de referencia, más la pena accesoria prevista en el 37.1.2.
Si bien el abogado de la defensa impugnó el delito de atentado e hizo algunas precisiones con la víctima y los testigos presentados, la vista oral quedó lista para la sentencia que dictarán los jueces.
El litigio, como tantos sucesos cotidianos llevados a los tribunales, me hizo pensar en la curva creciente de la violencia, especialmente la que acontece de puertas hacia dentro, en la soledad del hogar. La pérdida de valores dispara las pasiones.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La marea. Por Miguel Iturria Savón.

El mar nos encierra y nos define pero la vida es más compleja que las mareas; el flujo social no depende de la atracción de la luna y el sol, sino de la articulación de una política que, en el caso de Cuba, marea y confunde a las personas pues ya pasaron los vientos huracanados de Gustav e Ike, pero no volvemos a la rutina tragicómica de nuestras vidas, sino a la fascinación por las situaciones extremas.
Basta con caminar por las aceras, hablar con los vecinos o buscar el mercado de cualquier barrio o municipio para palpar las detenciones absurdas, el cierre de los pequeños negocios y el decomiso de vehículos y mercancías. Los policías actúan con impunidad, los delatores con alevosía, los funcionarios con miedo y los tribunales con indiferencia.
La natural tendencia a sobrevivir ahora es un problema. Lo que era lícito en agosto es un delito desde septiembre. Los despidos en los centros de trabajo están a la orden del día. Hasta para chapear o enterrar a los muertos es necesario un aval de buena conducta social. El clientelismo es imprescindible para acceder a las nóminas estatales.
A Esperanza, una amiga de El Cotorro, le negaron un empleo en el aeropuerto de La Habana. “Sabemos que cumples con todos los requisitos pero el Delegado del Poder Popular dijo horrores de ti. Si te damos el puesto es capaz de denunciarnos cuando te vea con el uniforme”, le dijeron. Ella decidió olvidar los trámites y ejercer como peluquera por cuenta propia, sin pedir permiso.
La esposa de Manolo, profesor y excombatiente internacionalista, ha contratado a un abogado porque a su cónyuge lo encarcelaron por trasladar 100 bloques y 10 tejas para reparar la casa. Al enterarse, un vecino enterró 250 bloques y 8 sacos de cemento para evitar denuncias. En la prisión de Valle Grande el hacinamiento es enorme.
Otros hacen lo mismo. La represión impone la cautela. La marea oficial apunta contra las acrobacias personales. Los que intentan reciclarse se convierten en outsiders. Desde la neblina del poder no se aprecia a quienes superan la indigestión de la política. Vivir con proyectos es un desafío.
El sueño socialista pregonado desde las alturas ya es una pesadilla para la mayoría. En estos días, los ciudadanos estamos más encorvados por el peso de los sacrificios. Vegetamos entre la pared del desencanto y las quimeras de un grupo político que vive a toda leche, pero habla de igualdad, renuncias materiales y batallas de ideas.
Los ciclones son el pretexto de la Operación Victoria, penúltimo acto de la comedia revolucionaria reescrita por el Comandante desde su lecho de enfermo. Nuestro Mesías y sus seguidores vuelven a confundir la vida con la historia y apuestan por el vacío.
Sin futuro a la vista y bajo sospechas de infidelidad, los cubanos debemos preguntar: ¿Para qué sirve un “líder histórico” que multiplica nuestros problemas? ¿Hasta cuándo vamos a convivir con el pánico y tolerar la marea represiva?